Conversaciones

«La lógica de lo inexplicable»

Conversación del papa Francisco con los jesuitas de Grecia

El sábado 4 de diciembre, a las 18:45 horas, hacia el final del primer día de su viaje apostólico a Grecia, el papa Francisco regresó a la Nunciatura donde lo esperaba un grupo de siete de los nueve jesuitas que trabajan en Grecia, miembros de la comunidad de Atenas. Mons. Theodoros Kodidis, arzobispo de Atenas desde el 18 de septiembre, formaba parta de esta misma comunidad. Al entrar en la sala de la Nunciatura, el Papa saludó personalmente a los presentes. Luego, sentados en círculo, tuvo lugar una conversación espontánea que duró una hora. Cada uno se presentó, contando algo de sí mismo e iniciando un breve diálogo con Francisco, quien les pidió que le hicieran preguntas de manera libre y espontánea.

El padre Pierre Salembier, el Superior, recuerda que ahora la comunidad forma parte de la Provincia de Francia y de la Bélgica francófona, mientras que antes estaba ligada a la Provincia de Sicilia. Se presentó personalmente y le recordó que habían estado juntos en la Congregación de Procuradores que tuvo lugar en 1987[1]. Había sido profesor en Bordeaux, y luego le habían pedido que se transfiriese a Atenas. Después de él, se presentó un hermano jesuita[2], Georges Marangos, que toca el órgano y es administrador. El Papa interviene diciendo:

Voy a hacer una confesión: cuando era provincial tenía que pedir información para la admisión de jesuitas al orden sacerdotal, y me daba cuenta de que la mejor información la daban los hermanos. Recuerdo que una vez había un estudiante de teología que estaba terminando sus estudios y era especialmente capaz, inteligente y simpático. Pero los hermanos me dijeron: «Tenga cuidado, mándelo a trabajar un poco antes de ordenarlo». Ellos «veían debajo del agua». Me pregunto por qué los hermanos jesuitas tienen esa capacidad de entender lo esencial de la vida. Quizás porque saben combinar la afectividad con el trabajo de las manos. Tocan la realidad con las manos. Nosotros, los sacerdotes, a veces somos abstractos. Los hermanos son concretos y entienden bien los conflictos, las dificultades: tienen buen ojo. Cuando se habla de la «promoción» de un hermano, es siempre necesario considerar que todo – incluso los estudios – debe pensarse como un instrumento para su vocación, que va mucho más allá de las cosas que sabe.

Luego se presenta el padre Pierre Chongk Tzoun-Chan, coreano, jesuita desde hace 21 años. Actualmente es párroco de la parroquia del Corazón de Cristo Salvador y colaborador del «Centro Arrupe», un instituto para los niños refugiados que él mismo fundó, pero del que ahora solo es colaborador. Francisco comenta:

Dos cosas. La primera: ¡hablas muy bien griego! ¡Eres un coreano universal! La segunda: has dicho algo muy importante. Fundaste una obra, el «Centro Arrupe». Eres un «padre» fundador, expresaste tu creatividad, y sabes bien qué es este Centro y cuál es su naturaleza y objetivo. Dijiste que ya no eres el responsable. Esto es algo muy bueno. Cuando uno da comienzo a un proceso, debe dejar que se desarrolle, que la obra crezca, y luego retirarse. Todos los jesuitas tienen que hacer lo mismo. Ninguna obra les pertenece, porque son del Señor. De esa forma expresa la indiferencia creativa. Debe ser padre, y dejar que el niño crezca. La Compañía de Jesús entró en una crisis de fecundidad cuando quiso regular todo el desarrollo creativo con el Epítome[3]. Asumió como General el padre Pedro Arrupe[4] e hizo todo lo contrario: renovó la espiritualidad de la Compañía y la hizo crecer. Esta es una gran actitud: hacer todo bien y luego retirarse, sin ser posesivo. Hay que ser padres, no patrones, tener la fecundidad del padre. Ignacio dice una cosa maravillosa en las Constituciones: que los grandes principios tienen que encarnarse en las circunstancias de lugar, tiempo y personas. Y esto gracias al discernimiento. Un jesuita que actúa sin discernir no es un jesuita.

Se presenta el padre Sébastien Freris. Tiene 84 años y ha realizado varios trabajos pastorales en parroquias y con jóvenes. Dice al Papa que hubo un tiempo en que la comunidad era numerosa y muy activa, y daba mucho al país. Muchas de nuestras obras eran de carácter cultural e intelectual, de apertura al diálogo. Una de estas actividades era la publicación de una revista. Ahora la situación es de debilidad. Los jesuitas hacen lo que pueden con las pocas fuerzas a disposición. El Papa interviene comentando:

Algo que llama la atención es el debilitamiento de la Compañía. Cuando yo entré al noviciado éramos 33.000 jesuitas. ¿Cuántos somos hoy? Más o menos la mitad. Y seguiremos disminuyendo en número. Es un dato común para muchas órdenes y congregaciones religiosas. Tiene un significado, y nosotros debemos preguntarnos cuál es. En definitiva, esta disminución no depende de nosotros. La vocación la manda el Señor. Si no llega, no depende de nosotros. Creo que el Señor nos está dando una lección para la vida religiosa. Para nosotros tiene un significado en el sentido de la humillación. En los Ejercicios Espirituales Ignacio apunta siempre a esto: la humillación. El jesuita no puede quedarse en el nivel de la explicación sociológica para entender la crisis vocacional. Esta es, cuanto más, una verdad a medias. La verdad más profunda es que el Señor nos lleva a esta humillación de los números para abrir a cada uno la vía al «tercer grado de la humildad»[5], que es la única fecundidad jesuita que vale. El tercer grado de humildad es la meta de los Ejercicios. La gran revista científica ya no existe: ¿qué quiere decir el Señor con esto? ¡Humíllate, humíllate! No sé si me explico. Debemos acostumbrarnos a la humillación.

P. Freris interviene: «Tiene razón, pero mi pregunta es: ¿Cuál es nuestro futuro? Cuándo éramos jóvenes soñábamos con un diálogo con la Iglesia Ortodoxa. Ahora vemos que por la divina Providencia hacemos otra cosa, nos ocupamos de los inmigrantes. ¿Y el diálogo con los ortodoxos?». Francisco responde:

Tenemos que ser fieles a la cruz de Cristo. Dios lo sabe. Con estos sentimientos preguntamos al Señor qué quiere de nosotros, y así somos creativos en Dios: desafíos concretos, soluciones concretas. Cierto, ahora el diálogo con los ortodoxos va bien. Esto quiere decir que habían sembrado bien con la oración, los deseos y las cosas que hicieron.

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Toma la palabra el padre Tonny Cornoedus, y se presenta como jesuita belga-flamenco. Ha trabajado en Marruecos en una comunidad que ya no existe, después como párroco en Bélgica, y ahora en Grecia, porque se necesitaba un padre que hablara francés con los refugiados. Habla de su trabajo y también de una situación adversa, cuando lo confundieron con un traficante de personas y lo arrestaron.

¡Una gran humillación! Mientras hablabas, pensaba en cómo es el final de un jesuita: es llegar a la vejez lleno de trabajo, tal vez cansado, lleno de contradicciones, pero con una sonrisa, con la alegría del trabajo hecho. Este es el gran cansancio de un hombre que ha dado su vida. Hay un cansancio feo, neurótico, que no ayuda. Pero hay un buen cansancio. Cuando se ve esta vejez sonriente, cansada, pero no amarga, uno escucha un canto de esperanza en ustedes. Un jesuita que alcanza nuestra edad y sigue trabajando, sufriendo contradicciones sin perder la sonrisa, se convierte entonces en un canto de esperanza. Me recordaste una película que me gustó mucho cuando la vi de joven: El retorno del soldado. Un soldado volvía a su casa cansado, herido, pero con la sonrisa de quien regresa a casa y ha cumplido con su deber. ¡Qué bonito es que hayan jesuitas como tú, con la sonrisa y la seguridad de que la semilla sembrada ha dado frutos! Como en la vida, también en la muerte el jesuita debe dar testimonio del seguimiento de Jesucristo. Una siembra de alegría, «astucia», y la sonrisa es la gracia de una vida plena. Una vida con pecados, sí, pero llena de alegría al servicio de Dios. ¡Adelante y gracias por tu testimonio!

Interviene el padre Marcin Baran, polaco, de 46 años. Nos cuenta de su vida, dice que está en Grecia porque hay una comunidad polaca grande. Hubo un tiempo en que habían hasta 300.000 polacos, pero ahora son 12.000. En Atenas hay 4.000 y necesitan un sacerdote que hable polaco, porque el millar de fieles que asiste a la iglesia es muy fiel a la madre lengua. Es doctor en filosofía, pero su trabajo ahora es con personas simples y sencillas, trabajadores… Francisco comenta:

¡La filosofía cotidiana! Me conmovió lo que dijiste: realizaste todos tus estudios en filosofía, y luego el Señor te envió a los polacos de Atenas. Esta es la indiferencia creativa, que ayuda a seguir adelante. Esta es la vocación jesuita: vas adonde Dios te muestra su voluntad y te pide obediencia. El Señor sabe. Al principio no vemos el sentido de nuestra vida apostólica, lo vemos al final, con la sabiduría del que mira atrás. Lo decía san Juan de la Cruz: al final de la vida seremos juzgados en el amor. Tu te preparaste, eres un doctor… y ahora eres el capellán de los polacos en Atenas. ¿Cómo se entiende esto? Con la lógica del reino de Dios, la lógica de la contradicción, de lo inexplicable…

Finalmente habla el padre Michel Roussos, y dice: «¡Este encuentro para mí es Pentecostés!». Se presenta y cuenta que estudió arqueología en Atenas. «Mi maestro era amigo de Albert Camus». Su formación está ligada al Mediterráneo de Jerusalén, Atenas, Chipre y Roma. Durante cincuenta años se dedicó a la fe y la cultura, y al diálogo ecuménico. «Dirigí la revista “Horizontes abiertos” y “El Mensajero del Sagrado Corazón”. Ahora estoy encargado del apostolado de la oración». El Papa le pregunta cuántos años tiene. Y el padre Roussos responde: «¡Ochenta y tres! Y le pido al Señor: haz de mí una persona útil, pero no importante». El Papa comenta:

El apostolado de la oración es muy importante. El padre Fornos lo está llevando a cabo muy bien, de manera moderna. ¡La oración es el centro! Los veo a todos ustedes «jóvenes» y alegres en lo que hacen. Gracias por lo que hacen a nombre de la Iglesia. Para mí es edificante saber lo que hacen. Ahora podemos rezar juntos…

Antes de dar fin al encuentro, el superior le regala al Papa un cuadro hecho por jóvenes del «Jesuit Refugee Service». Francisco y los jesuitas rezan un Ave María y después se toman una fotografía grupal. El Papa se despidió después de volver a saludar a todos, uno por uno.

  1. La Congregación de Procuradores reúne a los delegados de cada una de las unidades administrativas de la Compañía de Jesús, Provincias y Regiones. Los Procuradores son elegidos en una Congregación Provincial o Regional.

  2. Es decir, un religioso jesuita no sacerdote. Este encarna la vida religiosa en su esencia y, por eso, es capaz de manifestar esa vida con particular claridad.

  3. El Papa hace referencia a una especie de resumen práctico usado por la Compañía y reformulado en el siglo XX, que fue visto como un reemplazo de las Constituciones. La formación de los jesuitas de la Compañía fue plasmada por un tiempo por este texto. Para Francisco, en la Compañía durante este período las normas corrieron el riesgo de abrumar el espíritu.

  4. Prepósito General de la Compañía de Jesús entre 1965 y 1983. En 2019 fue proclamado Siervo de Dios.

  5. «Quiero y elijo más pobreza con Christo pobre que riqueza, oprobrios con Christo lleno dellos que honores» (Ejercicios Espirituales, 167).

Antonio Spadaro
Obtuvo su licenciatura en Filosofía en la Universidad de Mesina en 1988 y el Doctorado en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana en 2000, en la que ha enseñado a través de su Facultad de Teología y su Centro Interdisciplinario de Comunicación Social. Ha participado como miembro de la nómina pontificia en el Sínodo de los Obispos desde 2014 y es miembro del séquito papal de los Viajes apostólicos del Papa Francisco desde 2016. Fue director de la revista La Civiltà Cattolica desde 2011 a septiembre 2023. Desde enero 2024 ejercerá como Subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación.

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