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Irán, Rusia y China

¿Hacia un «nuevo imperio mongol»?

© Shutterstock / Steven Wright

En 2013 se publicó el libro de Thomas Flichy de La Neuville, Chine, Iran, Russie: un nouvel empire mongol?[1]. En aquel momento se trataba sólo de una hipótesis, pero hoy parece ser una posibilidad real, sobre todo después de la firma del tratado entre China e Irán el 27 de abril de 2021, y después de que las relaciones bilaterales entre estas tres potencias asiáticas se hayan convertido en una relación triangular. En ella subyacen tanto los intereses mutuos como la resistencia contra los adversarios comunes. El enorme peso que China, Irán y Rusia suman en conjunto, hace inevitable que los destinos de Eurasia estén determinados por esa posible alianza. Esta constelación – que en realidad recuerda al antiguo Imperio Mongol, que dominó Eurasia durante al menos un siglo, y que constaba de tres partes diferentes pero relacionadas: la dinastía Yuan en China, la Horda de Oro en la región de la actual Rusia, y el Kanato de Persia – es al menos digna de una seria reflexión.

Aquí no pretendemos hablar del hecho de que el desplazamiento del poder hacia Asia – y en particular, hacia el mayor país asiático – determinará sin duda nuestro futuro, al menos el de Eurasia. Es posible que, como afirman algunos analistas[2], el crecimiento de China llegue a su fin rápidamente. Es lo que los estudiosos llevan prediciendo desde hace décadas, aunque hasta ahora sus análisis han resultado algo inexactos. En efecto, The coming collapse of China («El inminente colapso de China») se publicó en 2001, y en 2013 su autor escribió que sus predicciones estaban a sólo un año de distancia. A pesar de ello, estos analistas siguen siendo considerados «expertos en asuntos chinos»[3].

Todo es posible. No sabemos qué nos depara el futuro. Pero aquí queremos mostrar cómo este cambio de poder ya se está haciendo realidad. El «giro a Oriente» iraní es un ejemplo de ello. Por «Oriente» no entendemos aquí una categoría geográfica, sino una categoría ideal, como alternativa al «Occidente» ideal. El presidente Rafsanyaní (1989-97) ya quería mejorar las relaciones con China y Rusia. Luego, con Ahmadineyad (2005-13), la política de «mirar hacia el Este» continuó, aunque aparentemente en contradicción con el lema «¡Ni Oriente ni Occidente, sino República Islámica!»[4]. En 2018, el jefe de la revolución, Alí Jamenei, declaró que Oriente era la prioridad en política exterior, y llamó a esta visión «la mirada hacia Oriente: la alianza con Rusia y China»[5].

Hay muchos indicios de que este «punto de inflexión» puede tener consecuencias concretas, ya que involucra la asunción de requisitos previos de política exterior y económica. Rusia, núcleo del área euroasiática, a diferencia de hace 20 años, ha optado hoy por su propio «giro a Oriente»: una elección debida a varias razones, entre ellas la anulación casi total de las relaciones con Europa y Estados Unidos. Irán se está integrando en la zona comercial euroasiática: la zona de libre comercio ya está en marcha, pero ahora incluso hay rumores de adhesión plena. La integración de Irán en la Unión Económica Euroasiática (UEE), actualmente en curso, sólo tendría una importancia regional insignificante, si no representara una tendencia del país a separarse de Occidente y vincularse con China.

La firma del acuerdo con China[6] representa otro indicio, probablemente el más importante, de la «política oriental» de Irán. Más significativo aún, por las consecuencias económicas concretas de esta colaboración, es el hecho de que este «giro hacia Oriente» de Irán, junto con el de Rusia, está efectivamente en marcha y tiene a China como centro y punto de partida.

Todos los que tienen, por así decirlo, «un problema con Occidente» tienden hacia este país. Esta antítesis a la «occidentalización» es hasta ahora sólo un «contraproyecto», un acto de liberación de la influencia occidental bajo la protección del nuevo país hegemónico, China. Hasta qué punto las naciones que giran «hacia el este» quieren cambiar en esa dirección – o, al menos, están dispuestas a someterse a la influencia china – es todavía una cuestión abierta. Sin embargo, hasta ahora está muy claro que la voluntad de China – sobre todo por el deterioro de sus relaciones con EEUU y sus aliados, como Australia – ha sido sumarse a la tendencia del «giro hacia el Este», al menos política y económicamente.

La idea de un orden mundial post-occidental, basado en un desplazamiento del poder económico hacia Asia, apunta sobre todo a un desplazamiento hacia China[7]. Gideon Rachman, autor del conocido libro Easternization. Asia’s Rise and America’s Decline. From Obama to Trump and beyond («Orientalización. El ascenso de Asia y el declive de Estados Unidos. De Obama a Trump y más allá»)[8], dijo en una entrevista: «Hemos llegado al final de esta era [de dominio occidental]. Hay muchas razones, pero creo que la más importante es el repentino crecimiento económico de Asia, que fue bastante significativo cuando sólo se dio en Japón, Corea del Sur y el Sudeste Asiático. Pero ahora que ha llegado a países tan grandes como China e India, ha sido el punto de inflexión (game-changer) no solo de la economía mundial (la producción industrial en 2019 solo en China superó a la de Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido juntos[9], y en 2021 el liderazgo de China se ha agudizado aún más, siendo su producción industrial más del doble que la de Estados Unidos[10]), sino también de la política internacional. Al igual que en la época de la mayor potencia occidental el mundo estaba occidentalizado, creo que cada vez más el poder vendrá de Asia, al menos políticamente y, más adelante, también culturalmente»[11].

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En los últimos tiempos – sobre todo a partir de 2020 – se han publicado varios estudios según los cuales no sólo las naciones recientemente industrializadas, sino también los países de «Occidente», están adoptando el modelo chino y prefieren su propio «giro mental hacia Oriente»[12], que se refleja en la política, y en particular en la economía[13].

Aunque China desempeña un papel importante en la nueva conformación euroasiática – y sin su ascenso todo lo que Rusia e Irán, pero también otros actores de esta región, están haciendo ahora no sería posible en absoluto – es interesante examinar las relaciones entre Irán, Rusia y Asia Central, en primer lugar porque son menos conocidas, pero también porque, junto a la gigantesca iniciativa de la «Nueva Ruta de la Seda», que debe unir Oriente y Eurasia Occidental, existe también un proyecto «Norte-Sur», que pretende unir Rusia, Irán e India.

Irán se vuelve hacia Oriente

Tras el «giro hacia Oriente» ruso[14] – que también tiene sus debilidades y, al menos en parte, fue provocado por las circunstancias, al igual que el actual acercamiento entre China, Rusia e Irán -, es hora de hablar del «giro hacia Oriente» iraní. Esto puede parecer paradójico a primera vista, ya que Irán está en Oriente y también se le considera generalmente como un adversario de Occidente. Pero podemos ver que hasta hace algún tiempo, Europa era un punto de referencia económico y cultural para los iraníes. Solo desde 2016 se ha producido un cambio en esta realidad y también en la mentalidad iraní. Ahora se espera que Rusia y China sustituyan todo lo que Estados Unidos y Europa han hecho en Irán en el pasado[15].

Este cambio comenzó alrededor del año 2000, aunque entonces se limitó al ámbito económico. Los países asiáticos en desarrollo – especialmente China e India – necesitaban lo que Irán podía darles: petróleo[16].

En cierto modo, la actual orientación hacia Oriente recuerda a la política del presidente Ahmadineyad (2005-13), cuando las sanciones obligaron al país a buscar nuevos socios. Hoy, sin embargo, también hay una gran diferencia con respecto a aquella época: ya no se trata de buscar una alternativa obligada a las relaciones con Estados Unidos, y en particular con Europa, sino de una política estratégica y de largo plazo. Actualmente, Teherán pretende crear un nuevo orden no sólo económico y político, sino también de seguridad, y hacer hincapié en los aspectos militares de la cooperación con China, así como con Rusia. Su giro hacia el Este pone de manifiesto el distanciamiento de Rusia y, en particular, de China con respecto a Occidente, ya que están preparados para una nueva escalada del conflicto con Estados Unidos debido al empeoramiento de las relaciones de este último con Irán.

China desempeña un papel fundamental en este «giro hacia el Este». Durante dos décadas se ha comprometido a reducir el aislamiento internacional de Irán, al menos en parte, y por ello se ha convertido en su socio comercial más importante, especialmente desde la introducción de las sanciones estadounidenses contra Teherán[17]. Aunque hasta ahora Irán ha intentado presentarse, al menos en su retórica oficial, como un Estado revolucionario, su política exterior – con algunas excepciones, como en sus relaciones con Israel – tiene una orientación muy pragmática, incluidas las relaciones con China y Rusia, que son muy difíciles de conciliar con una agenda revolucionaria islámica: piénsese, por ejemplo, en Xinjiang y Chechenia.

Irán apuesta por el hecho de que el orden mundial occidental ha quedado obsoleto y en su lugar hay otro orden, en el que ni Occidente ni Oriente ocupan un lugar destacado, pero sí China, al menos en Eurasia. Así que Irán está dispuesto a participar plenamente en el plan de transformación de Eurasia, y muy a menudo es el motor de ese proceso.

Aunque en su crecimiento económico China sigue siendo muy dependiente del mercado estadounidense[18] (pero es probable que esto cambie en los próximos años[19]), de las tecnologías occidentales o de los países de la esfera de influencia occidental, como Taiwán y Corea del Sur, para los chips de alta tecnología[20], se ha mostrado muy dispuesta a reforzar las relaciones con Irán[21].

Irán, Rusia y la Unión Euroasiática: ¿una perspectiva real?

Dado que las relaciones entre China e Irán ya han recibido una gran atención por parte de los medios de comunicación, aquí queremos centrarnos en algunos aspectos menos conocidos del giro de Irán hacia Oriente, es decir, sus relaciones con Rusia y la Unión Económica Euroasiática (UEE)[22].

Las relaciones entre Rusia e Irán[23] siempre han sido, por decirlo suavemente, volátiles. Las guerras del siglo XIX, la división británica de Irán en esferas de influencia y la ocupación de la parte norte del país durante la Segunda Guerra Mundial han dejado su huella en el Irán actual. Pero eso no es todo: hasta hace poco existía la sospecha entre los iraníes de que Rusia, siguiendo el ejemplo de los europeos, podría abandonar su país en cualquier momento, para no dañar sus relaciones con Estados Unidos, o con vistas a mejorarlas. De hecho, en la historia reciente Rusia ha sacrificado sus relaciones con Irán con la esperanza de mejorar sus relaciones con Estados Unidos, especialmente en lo que respecta al suministro de armas. En 2010, para no poner en peligro el «reset» con EEUU, renunció a la venta del S-300, a pesar de que el contrato ya estaba firmado y de que no estaba en la lista de sanciones. Este descuido ha socavado gravemente la confianza de los iraníes en la lealtad y fiabilidad de Rusia. Sólo la cooperación de estos dos países en la guerra de Siria ha conseguido reforzar su confianza mutua, llevando sus relaciones a un «nivel estratégico»[24].

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Sin embargo, según algunos analistas, incluso durante la guerra de Siria, Rusia e Irán no se han convertido en socios estratégicos, ni lo harán en un futuro próximo. Como ya hemos dicho, en los años noventa, las relaciones con Irán eran consideradas importantes por Moscú sólo como un medio para mejorar las relaciones con Occidente[25]. Sus proyectos – incluidos los económicos – han permanecido hasta hace poco casi exclusivamente sobre el papel, como, por ejemplo, el más famoso que ahora examinaremos.

El «corredor Norte-Sur»

El proyecto fue iniciado en el año 2000 por Irán, India y Rusia, con el objetivo de conectar India con Europa a través de Irán[26]. Se trata de un sistema de transporte que, mediante una línea de ferrocarril o incluso un enlace de canal previsto entre el mar Arábigo y el mar Caspio, debería conectar la India con Asia Central, Rusia y, en general, con Europa. Esta ruta, a pesar de los diversos transbordos que tienen que sufrir las mercancías, parece ser más rápida y barata que las rutas tradicionales. Sin embargo, hasta ahora sólo han entrado en funcionamiento algunas partes de este corredor, ya que falta el capital para su finalización, y sólo unas pocas empresas de transporte se atreven a utilizar esta ruta mientras sigan vigentes las sanciones contra Irán[27].

Sin embargo, la situación está cambiando y, como informa la Jamestown Foundation de Estudios Euroasiáticos, los ambiciosos planes ruso-iraníes de construir un canal entre el Mar Caspio y el Océano Índico están avanzando. Hace poco tiempo esto parecía imposible debido a las dificultades técnicas y financieras, así como a la oposición de otros países. Pero ahora que Rusia e Irán están creando el «corredor Norte-Sur» mediante ferrocarriles y autopistas, el proyecto de un canal que siga los ríos iraníes para conectar el puerto de Anzali, en el Mar Caspio, con el Golfo Pérsico, parece cada vez más realista[28]. No obstante, existe el problema de que el Mar Caspio es 29 metros más bajo que el Océano Índico. Para ello, Irán tendría que desarrollar un sistema de presas y bombas de agua, para lo que tendría que recurrir a la energía atómica. Si este proyecto se llevara a cabo, se podrían transportar hasta 20 millones de toneladas de mercancías al año a través del canal en ambas direcciones. De este modo, habría una conexión más estrecha de Rusia con Irán, India – que también participa en el proyecto – y el sur de Asia, lo que disminuiría la importancia del Canal de Suez[29].

Teniendo en cuenta la importancia geopolítica y económica de este nuevo canal, no es de extrañar que el proyecto encuentre una fuerte oposición por parte de los países occidentales. Ya en 1997, Estados Unidos advirtió que cualquier empresa que participara en la construcción del canal se enfrentaría a sanciones. Sin embargo, ahora Rusia cree que puede ignorar estas amenazas, ya que Estados Unidos ha devaluado mucho este instrumento mediante el uso excesivo de sanciones. Las empresas rusas, con el apoyo de su gobierno, siguen adelante con este proyecto porque lo consideran no sólo rentable, sino también parte de su estrategia para resistir la presión de Estados Unidos. Además, en el trasfondo está una vez más el creciente poder de China: la construcción del canal se ve como una oportunidad de ampliar las relaciones comerciales con esta nación gracias a los proyectos de infraestructuras y de integrarse en los planes de la «Nueva Ruta de la Seda» de China. Y estos beneficios superan los daños causados por las posibles sanciones de Estados Unidos[30].

Además, a partir de 2018 se ha producido un gran movimiento de cooperación e integración económica de Irán no solo con Rusia, sino también con la Unión Económica Euroasiática, liderada por Rusia y que incluye a Bielorrusia, Armenia, Kazajistán y Kirguistán. Se están llevando a cabo negociaciones entre Irán y la UEE sobre una zona de libre comercio permanente, que corresponde al «giro hacia el Este» de Irán. Gracias a la creación de esta zona, Irán podrá encontrar nuevos mercados para sus productos y también escapar parcialmente de las sanciones estadounidenses.

La UEE también está negociando una zona de libre comercio con Israel[31]. No se puede excluir que algunas fuerzas en Irán intenten hacerlas fracasar. El acuerdo de la UEE con Israel puede crear algunos problemas para el de Irán. Sin embargo, hasta ahora Irán ha demostrado que se toma en serio su giro hacia Oriente. Tras su visita a Moscú el 10 de febrero de 2021, el presidente del Parlamento iraní insinuó que Irán podría convertirse en miembro de pleno derecho de la Unión Económica Euroasiática[32]. Esto es pura especulación, pero el hecho de que fuera posible expresar este deseo es significativo en sí mismo.

La economía iraní es la segunda de la UEE después de la rusa, pero Irán encuentra pocos mercados exteriores para sus productos, por lo que la zona de libre comercio con la UEE es vital para ella. Al mismo tiempo, Rusia, junto con Kazajstán, ve a Irán como un mercado para sus productos industriales. De este modo, Armenia, que limita con Irán, también puede evitar el embargo parcial a través de Azerbaiyán y Turquía, e incluso convertirse en país de tránsito.

Hasta ahora, la experiencia de la zona de libre comercio provisional (el tratado, con una validez de tres años, entró en vigor el 27 de octubre de 2019) ha sido muy alentadora. Aunque fue en un momento en el que se decidieron nuevas sanciones contra Irán, y a pesar del confinamiento impuesto por la pandemia de Covid-19, el comercio entre Irán y la UEE ha podido crecer un 18% y ha alcanzado casi 3.000 millones de dólares. Por lo que se ve, la economía iraní es la que más se ha beneficiado de este tratado: las exportaciones de Irán han crecido más rápido que sus importaciones.

Pero también hay que decir que la cuota de comercio de la UEE con Irán es sólo el 0,5% del volumen global (para Irán es el 3%). Rusia da cuenta de la mayor parte (75-85%) de las exportaciones y el 65% de las importaciones desde Irán en el comercio con el conjunto de la UEE. Armenia merece una mención especial porque representa el 25% de las importaciones de la UEE procedentes de Irán[33].

A pesar de la importancia económica relativamente baja de la UEE e Irán, ambos sumados pueden lograr una asociación estratégica en el área euroasiática. Si China, Irán y Rusia consiguen coordinar sus políticas y armonizar sus intercambios comerciales al menos en esta zona, junto con el proyecto chino de la «Nueva Ruta de la Seda» se puede crear un nuevo espacio político y económico que se extienda desde el Pacífico hasta el Báltico, y desde el Ártico hasta el Golfo Pérsico.

Junto a los demás Estados de la zona euroasiática y China, Irán ha logrado no sólo la cooperación económica, sino también una fuerte cooperación en materia de seguridad política. Esto distingue la actual política de «mirar hacia el Este» de sus anteriores planteamientos bajo el presidente Ahmadineyad. El país ya no apuesta fundamentalmente por las instituciones existentes, sino cada vez más por las plataformas semiformales. Inspirado en el modelo del Proceso de Astana[34], Irán lanzó un «Diálogo de Seguridad Regional» en 2018. La primera reunión, celebrada en Teherán, se centró en la situación de Afganistán. El intercambio contó con la participación de Afganistán, Rusia, India y China. También se trataron otros temas como la cooperación económica, la lucha contra el terrorismo en Asia Central y la guerra en Siria. Los participantes decidieron crear una secretaría conjunta y organizar reuniones anuales[35].

Los tres países – China, Irán y Rusia – se han alejado del orden mundial de corte occidental y ahora buscan establecer relaciones con el «Oriente global». Y esto los convierte – si no económicamente, al menos política, ideológica y geoestratégicamente – en socios importantes el uno para el otro[36]. Aunque las relaciones mutuas entre estos tres países son cambiantes y tienen intereses diferentes, la firma del acuerdo de asociación estratégica entre Irán y China, por un lado, y la integración de Irán en la Unión Económica Euroasiática, por otro, hacen posible una nueva configuración de Eurasia.

  1. Cfr Th. Flichy de La Neuville, Chine, Iran, Russie: un nouvel empire mongol?, Limoges, Lavauzelle, 2013.
  2. Cfr P. Robinson, «Cold War II: Just How Dangerous Is China?», en www.youtube.com/watch?v=E12r-37GZI0
  3. G. G. Chang, The Coming Collapse of China, New York, Random House, 2001. Cfr https://tinyurl.com/2kuzdrm9
  4. Cfr E. Pesaran, Iran’s Struggle for Economic Independence. Reform and Counter-Reform in Post-Revolutionary Era, New York, Routledge, 2011.
  5. A. Sadrzadeh, «Khameneis Blick nach Osten», in Iran Journal (https://tinyurl.com/zt8ex3at), 14 gennaio 2021.
  6. Full Text of Joint Statement on Comprehensive Strategic Partnership between I.R. Iran und P.R. China (www.president.ir/EN/91435), 20 de abril de 2021.
  7. Según datos recientes, la economía china ha crecido más del 18% desde la pandemia: véase J. CHENG, “Chinese Economy Grew More than 18% in First Quarter”, en The Wall Street Journal (www.wsj.com/articles/chineseeconomy-grows-more-than-18-in-first-quarter-11618539141), 16 de abril de 2021. El crecimiento del comercio entre Irán y Rusia es en términos absolutos -más o menos mil millones- realmente irrelevante, y el comercio entre Irán y China depende en gran medida de las exportaciones de petróleo iraní.
  8. Cfr G. Rachman, Easternization. Asia’s Rise and America’s Decline From Obama to Trump and Beyond, Other Press, 2018.
  9. Cfr F. Richter, «China Is the World’s Manufacturing Superpower», en statista (https://tinyurl.com/b33mfabt), 4 de mayo 2021.
  10. Cfr «Industrial production in constant prices of 2010», en knoema (https://tinyurl.com/rrdwpv2v).
  11. N. Gordon, «Easternization: “A game-changer for not just the world economy, but also for international politics”», en Asian Review of Books (https://tinyurl.com/2vpphw55), 21 de septiembre de 2017.
  12. G. Steingart, «Lautloser Systemwechsel: Wir kopieren den China-Kapitalismus, und kaum einer merkt es» («Cambio de sistema silencioso: estamos copiando el capitalismo chino y casi nadie se da cuenta»), en Focus.de (https://tinyurl.com/­3nh55w52), 3 de mayo de 2021.
  13. Cfr T. Kaiser, «Europas riskanter Plan, China zu kopieren» («El arriesgado plan de Europa para copiar a China»), en Welt (https://tinyurl.com/4aaps7aw), 5 de mayo de 2021.
  14. Cfr V. Pachkov, «La Russia tra l’Europa e l’Asia. Verso Oriente alla ricerca di se stessa?», en Civ. Catt. 2017 III 276-284.
  15. Cfr A. Sadrzadeh, «Khameneis Blick nach Osten» («La visión de Jamenei hacia el este»), en Iran Journal (https://iranjournal.org/allgemein/iran-china-russland), 14 de enero de 2021.
  16. Cfr Н. Смагин. «Торговля Ирана и ЕАЭС и перспективы ее развития» («El comercio entre Irán y la UEE y sus perspectivas de desarrollo»), en РСМД (https://russiancouncil.ru/analytics-and-comments/analytics/torgovlya-irana-s-eaes-i-perspektivy-ee-razvitiya), 17 de marzo de 2021.
  17. Cfr «Iran Exports, Imports, and Trade Partners», en OEC (https://oec.world/en/profile/country/irn).
  18. Cfr D. Moss, «How Much of Chinas GDP Was Made in America?», en Bloomberg Opinion (https://tinyurl.com/2tnsva7h), 16 de abril de 2021.
  19. Cfr P. Coppens, «Can China catch up with US on semiconductors?», en https://tinyurl.com/4kea8esu
  20. Cfr «ZTE and Huawei Sanctions», en https://ofaclawyer.net/economic-sanctions-programs/china/zte-huawei
  21. Cfr J. J. Ikoba, «China’s chip imports climb to nearly $ 380 billion in 2020», en Gizmochina (https://tinyurl.com/vpk55pkb3), febrero 2021.
  22. Cfr https://tinyurl.com/kdrk39a8
  23. Sobre las relaciones entre Rusia e Irán, cfr В. Хосейнзадех, «Российско-иранские отношения на современном этапе» (Las relaciones ruso-iraníes en época moderna), Дипломатическая Академия Министерства Иностранных Дел Российской Федерации (Academia diplomática del ministerio de relaciones exteriors ruso), Moscú, 2018.
  24. N. Kozhanov, Understanding the Revitalization of Russian-Iranian Relations, Carnegie Moscow Center, 2015.
  25. Cfr Н. Смагин, «Стратегическое недоверие: Почему у России и Ирана не получается стать партнерами?» («Una desconfianza estratégica: ¿Por qué Rusia e Irán no se asocian?»), en Московский Центр Карнеги (Carnegie Moscow Center) (https://carnegie.ru/commentary/79251), 4 de junio de 2019.
  26. Cfr M. Fayez Farhat, «North-South Corridor: The Limits of Iranian Power», en Journal for Iranian Studies, 7 de junio de 2018.
  27. Cfr Н. Смагин, «Стратегическое недоверие: Почему у России и Ирана не получается стать партнерами?», cit.
  28. Cfr P. Goble, «Moscow Now Seeking to Make the Caspian Both a North-South and an East-West Hub», en Eurasia Daily Monitor, 24 de marzo de 2020.
  29. Cfr А. Леонов, «Вместо Суэца: Из Каспия в Индийский океан» («En lugar de Suez: del Mar Caspio al Océano Índico»), en Столетие (https://tinyurl.com/a5yd5xcz), 16 de abril de 2021.
  30. Cfr P. Goble, «“Canal War”. Breaking Out in Greater Caspian Region», en Eurasia Daily Monitor (https://tinyurl.com/yyhrmsv4), 29 de abril de 2021.
  31. Cfr «ЕАЭС» и Израиль обсуждают создание зоны свободной торговли» («UEE e Israel dialogan sobre una zona de libre comercio »), en rg.ru (https://tinyurl.com/vfakbvnw).
  32. Cfr Е. Цоц, «Иран вступает в ЕАЭС. Какую выгоду получит Россия?» («Irán entra en la UEE. ¿Cómo se beneficiará Rusia?»), en Regnum (https://regnum.ru/news/polit/3197862.html), 22 de febrero de 2021.
  33. Cfr Н. Смагин, «Торговля Ирана и ЕАЭС и перспективы ее развития», cit.
  34. El Proceso de Astana es un proceso de paz para la guerra civil siria implementado desde 2016 por las diplomacias de Rusia, Turquía e Irán.
  35. Cfr A. Zamirirad, «Irans “Blick nach Osten”», en Berlin, Deutsches Institut für Internationale Politik und Sicherheit, 2020.
  36. Cfr А. Шустов, «Иран и Китай хотят перекроить геополитическую карту Центральной Азии» («Irán y China quieren transformer el mapa geopolítico de Asia Central»), en Евразия Эксперт (https://tinyurl.com/7paf6vya), 23 de enero de 2017.
Vladimir Pachkov
Jesuita, estudió el idioma árabe y la religión islámica en Egipto y, luego trabajó en Asia Central. Escribe regularmente en La Civiltà Cattolica.

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