Biblia

El buen Pastor

Algunas características del liderazgo de Jesús

Lucas Cranach, El buen Pastor (1540)

En el evangelio de Juan se presenta y explica la condición mesiánica de Jesús mediante dos símiles: la «puerta (de las ovejas)» y el «buen pastor» (cf. Jn 10,7.11), que están en relación con las novedades del templo profetizadas por la Sagrada Escritura: la «puerta» hace referencia a las expectativas de un nuevo templo, y el «pastor», al liderazgo del templo[1]. En Jn 10 estos aspectos tienen por contexto los recuerdos y las celebraciones de la Fiesta de las Luces, la «Janucá»: en el cuarto evangelio, Jesús es la puerta de las ovejas porque es el buen pastor; él es la novedad del templo porque es un sumo sacerdote nuevo.

Desde el punto de vista social y religioso, la explicación de la condición mesiánica de Jesús como «puerta de las ovejas» y como «buen pastor» puede situarse en el contexto de una fuerte crisis de liderazgo sacerdotal. En efecto, en el siglo I d.C. un cierto número de miembros de familias sacerdotales judías se encontró reducido a condiciones de marginación a causa de disputas con otros grupos de sacerdotes. Los nombramientos arbitrarios de sumos sacerdotes y la corrupción generada por tales nombramientos confirieron mucho poder a algunas familias de sacerdotes comunes.

Por otra parte, estos nombramientos causaron el empobrecimiento de algunos sacerdotes y una situación anómala que favoreció rivalidades, antagonismos e injusticias[2]. Algunos sacerdotes y familias de sumos sacerdotes se aliaron con los romanos para conservar una condición respetable y para gozar de privilegios y favores. Para ellos, el liderazgo religioso tenía connotaciones políticas y de poder. En cambio, para otros —caracterizados por una fe sencilla y por condiciones sociales modestas—, el liderazgo tenía un significado predominantemente espiritual.

La «puerta de las ovejas» y el «buen pastor»

El texto del cuarto evangelio —en el que Jesús se identifica con la «puerta de las ovejas» y con el «buen pastor»— está contextualizado desde el punto de vista literario entre la Fiesta de las Tiendas (sukkot), y la Fiesta de la Dedicación (chanukkah) (cf. Jn 7,2; 10,22-23). Con la Fiesta de la Dedicación se celebra el recuerdo de la nueva dedicación del templo y de la consagración del altar, que tuvieron lugar en 165/164 a.C., después de la profanación que siguió a las medidas de helenización impuestas en Judea por Antíoco IV, Epífanes (cf. 1 Mac 1,54; 4,41-61; 2 Mac 1,9.18; 6,1-7; 10).

El término griego con el que se designa esta fiesta, enkainia, significa «renovación», y solo se menciona aquí en el Nuevo Testamento. El recuerdo de la dedicación del templo y las lecturas de la fiesta —sobre los príncipes y los «pastores»— son un contexto litúrgico apropiado para la terminología de Jn 10, donde Jesús habla de sí mismo como del pastor que cumple las profecías de la «renovación» y de las «novedades» del templo.

Hablando de su liderazgo y de su condición mesiánica en relación con el templo, Jesús declara en Jn 10,1 una cosa importante: que quien no entra en el «corral» —en el griego de la LXX el término indica el patio del templo (cf. Éx 27,9-20; 2 Crón 6,13; Sal 99,3-4) — es un «ladrón» y un «bandido». Aquí se hace referencia a aquellos líderes que no son verdaderos pastores ni se comportan como tales, y que han obtenido el título y el cargo correspondiente por medio de favores y compromisos. A diferencia de los ladrones y de los bandidos, en el símil de Jn 10 el pastor de las ovejas no salta la cerca, sino que entra por la «puerta» (v. 2).

Otra característica del pastor es el conocimiento personal e íntimo que tiene de las ovejas, indicado por el hecho de que llama a cada una por su nombre: la costumbre de los pastores palestinos de dar nombres a los animales, como «orejas largas» o «nariz blanca», se ha conservado hasta nuestros días[3]. Y después, el pastor las «saca fuera» (del templo, v. 3). Por otro lado, el conocimiento personal e íntimo de las ovejas está certificado por el hecho de que ellas escuchan y reconocen la voz del pastor (v. 4). La especial relación entre el pastor y las ovejas no se establece tanto por lo que dice el pastor, sino por su voz y por la reciprocidad del conocimiento. Las ovejas huirán de un extraño «porque no conocen la voz de los extraños» (v. 5).

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Estos dos aspectos —el significado y la función de la puerta de las ovejas y el conocimiento recíproco del pastor y las ovejas— serán retomados y explicados en el contexto de la Fiesta de la Dedicación[4]. No se trata de dos temas distintos: el acceso por la puerta al templo está garantizado por la participación en la comunión y en la relación entre Jesús y el Padre, y como consecuencia y resultado de la novedad que ha producido la participación en tal relación íntima y particularmente familiar. Jesús se convierte en la «puerta» de acceso al templo por su función sacerdotal, es decir, con la donación de su vida (cfr. Heb 9,11-12; 10,19-20).

La puerta

Jesús explica los términos del símil y dice ante todo que él mismo es la puerta, agregando que los pastores que lo precedieron eran «ladrones» y «bandidos». La «puerta» con la que Jesús se identifica en Jn 10,1.7.9, para diferenciarse de ladrones y bandidos, es una puerta de acceso al templo (Jn 5,1-2). Jesús es la puerta de acceso a la presencia de Dios porque, para el evangelio de Juan, él es la palabra de Dios (cf. Jn 1,1-2). Jesús ha abierto esta puerta con su pasión (cf. Heb 9,12-13; 10,19-20)[5], con la donación de su vida y con el don de la vida abundante, que es la comunión con Dios (Jn 10,9-10)[6].

Al identificarse en Jn 10,7 explícitamente con la «puerta», Jesús quiere decir que, a través de él y del don de su vida, se entra en una relación de comunión con Dios. Comparándose con la «puerta», Jesús se presenta como el templo nuevo y escatológico que las Escrituras hebreas profetizaron y asociaron a una nueva función sacerdotal, como la del Siervo que carga sobre sí los pecados de una multitud de hombres y mujeres (cf. Is 52,13-53,12).

Las características del pastor

A partir del v. 11 Jesús se identifica con el pastor de las profecías mesiánicas. A diferencia de los pastores que se apacientan a sí mismos, la obra del pastor con el cual Jesús se identifica coincide con la obra del Señor: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. […] Suscitaré un único pastor que las apaciente: mi siervo David; él las apacentará, él será su pastor» (Ez 34,11.23)[7].

El término griego kalós, que en Jn 10,11 cualifica al pastor con el cual Jesús se identifica, significa literalmente «bello», e indica un modelo de perfección[8]. La perfección y la belleza del pastor, que es Jesús, no es de carácter estético. La belleza consiste en que el pastor expone y entrega su propia vida por las ovejas (cf. Mc 14,27; Jn 21,15-19). El pastor conoce a las ovejas y da su vida por ellas, mientras que el asalariado no está verdaderamente interesado en ellas: cuando ve venir al lobo (cf. Mt 10,16; Hch 20,28-29), las «abandona».

El ejemplo del asalariado explica por contraste una característica del liderazgo de Jesús, que es la de cuidar el rebaño con su vida, a diferencia del mercenario, que está interesado ante todo en la propia ventaja y en la retribución por su trabajo (v. 13). Otra particularidad del liderazgo de Jesús es el conocimiento recíproco entre él y los suyos, como el que existe entre él y el Padre (vv. 14-15). Por último, una ulterior característica, que resume las dos precedentes, es el don de su vida (v. 15b). El don de la vida de Jesús es la comunicación de su vida, y permite una relación y un particular conocimiento recíproco con él, como el conocimiento recíproco que hay entre él y el Padre.

En Jn 10,16 Jesús habla de la unidad que deriva del conocimiento recíproco y que concierne también a «otras ovejas» (cf. Jn 17,20-21). La unidad del rebaño y del pastor (v. 16) es ante todo el «ser uno», más que el resultado de una suma aritmética entre dos sumandos. Además, la mención de otras ovejas que no son de ese redil es una indicación del aspecto futuro de la escatología del cuarto evangelio, en referencia al símil del pastor —y de la puerta— como un tiempo y un espacio en el que habrá «un solo rebaño y un solo pastor» (v. 16), es decir, un nuevo tipo de relación y un nuevo tipo de identidad relacional caracterizado por la comunión y por la participación de todo el rebaño en la vida del pastor.

Esta novedad relacional es el resultado de la donación de la vida de Jesús (cf. v. 15b) y de la escucha de la voz del pastor (cf. v. 16), es decir, de la especial relación con el «buen pastor» inaugurada por la donación de su vida.

La teología del capítulo 10 de Juan

Con la terminología de Jn 10 se explican la condición mesiánica de Jesús, algunos aspectos de su liderazgo sacerdotal, la participación en su sacerdocio y el cumplimiento de las expectativas de «renovación» del templo. En el contexto de las celebraciones y de los temas de la dedicación, Jesús hace referencia a las promesas mesiánicas de un pastor como David y a la tarea del Mesías en relación con la «renovación» del templo (1 Mac 1,10-11; 2 Mac 4,1-2. Cf. Jer 23,1-2).

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La condición mesiánica de Jesús y su liderazgo consisten en el don de su vida, que para el evangelio de Juan es la manifestación de la vida del Padre (cf. Jn 1,18). Este don hace posible el conocimiento recíproco entre Jesús y sus discípulos (vv. 14-15), comunica el conocimiento que Jesús tiene del Padre e inaugura un nuevo culto[9].

Jesús ha hecho cercana y accesible la salvación (cf. Rom 10,5-13), el conocimiento de Dios y la presencia de Dios y de su reino, más allá de los espacios sagrados reservados al culto, y de los tiempos establecidos por el culto. La «puerta» no es un lugar físico que delimita el acceso a un espacio reservado al culto, sino la relación con una persona que habla en la intimidad y comunica el conocimiento y la cercanía de Dios como Padre; su voz puede ser reconocida por el corazón que desea la cercanía y la intimidad con Dios, por el corazón que tiene necesidad de su amor.

La tarea del «pastor» no es ya una función que se desarrolla en tiempos establecidos, sino que es el don de la vida, que es comunión y participación en la vida de Dios, en la compartición de la vida donada. La terminología de la «puerta» y del «pastor» en el contexto de la fiesta de la dedicación explica la novedad de la experiencia religiosa inaugurada por Jesús y de la revelación de su condición mesiánica como cumplimiento de las esperanzas y de las expectativas de novedad de Israel.

Así se conectan los dos aspectos de la condición mesiánica de Jesús presentados con la terminología, los símiles y las imágenes de la «puerta de las ovejas» y del «buen pastor»: la relación de filiación especial y particular de Jesús con el Padre —que explica el carácter sacerdotal de Jesús— es compartida con los discípulos mediante el don de la vida e inaugura una novedad del encuentro con Dios, de la experiencia espiritual y del culto religioso profetizado por las Sagradas Escrituras (cf. Jer 31,31-32; Ez 36,24-25).

En Jesús se encuentran la misericordia de Dios y las oraciones de las mujeres y de los hombres, como en el templo; la revelación de la bondad paterna de Dios y la búsqueda, el clamor, las invocaciones, la súplica, la alabanza y la acción de gracias de muchas mujeres y de muchos hombres.

Conclusión

El evangelio de Juan explica la condición mesiánica de Jesús en los términos con los que en el judaísmo del segundo templo se expresaban y podían comprenderse las expectativas, las esperanzas de renovación del templo y las expectativas de un nuevo templo: palabra de Dios, cordero de Dios, hijo del hombre, esposo Mesías, pan de vida, luz del mundo, camino, verdad, vida, puerta de las ovejas, buen pastor, etc.

Jesús es el nuevo templo y la puerta de acceso al templo porque es «uno» con el Padre (v. 30) y porque hace accesible esta unidad a sus discípulos. Dicha identidad es la razón de la especial filiación de Jesús. La participación de esta especial unidad y filiación explica la participación en el sacerdocio de Jesús (v. 36; Cf. Heb 1,1-2) y la «renovación» del templo, es decir, realiza una nueva modalidad de encuentro y comunión con Dios: dinámica como la vida; una modalidad que involucra «interiormente» a la persona entera y que implica relaciones exentas de egoísmo y de intereses privados.

La presentación de Jesús como «puerta de las ovejas» y como «buen pastor» —hecha durante la Fiesta de la Dedicación— está destinada a los guías de la comunidad joánica, a los que se les recuerda que el liderazgo se explica en la donación de la vida, que es la participación y la comunión de la vida —y con la vida— de Jesús[10].

Para estas comunidades, creer en Jesús quiere decir concretamente acoger su palabra y permitir participar en su especial relación con el Padre. La comunión con el Señor no se limita a un lugar geográfico, sino que es posibilitada por la identificación con el «Hijo del hombre», por el reconocimiento de la voz del «pastor», por la unidad y unificación entre el rebaño y el pastor (cf. Jn 10,16).

El mensaje teológico del símil del «buen pastor» puede resumirse y simplificarse de la siguiente manera: Jesús ha venido para dar vida y para darla en abundancia (cf. Jn 10,10). Este mensaje ayuda a orientarse en tiempos de discernimiento y de crisis del liderazgo: en las sociedades, en las culturas y en las comunidades en las que la identidad y el liderazgo son autorreferenciales, y donde el criterio de las relaciones —no solo entre los jefes y los miembros del grupo— es la búsqueda de la ventaja y del interés personal y del grupo de pertenencia, de aquello que es bueno y mejor para sí mismo. El liderazgo del discípulo de Jesús no es de este tipo y no es «mundano», sino que consiste en la donación de la vida como comunicación del don de la vida de Jesús (cf. Lc 22,24-27).

  1. Cf. P. Di Luccio, Il futuro come mosaico. Saggi sul Tempio di Gerusalemme e sul sacerdozio di Gesù, Trapani, il Pozzo di Giacobbe, 2016.

  2. Cf. J. Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús. Estudio económico y social del mundo del Nuevo Testamento, Madrid, Cristiandad, 1980, p. 198.

  3. Cf. R. Schnackenburg, El Evangelio según san Juan. Versión y comentario. Tomo segundo, capítulos 5-12, Barcelona, Herder, 1980, p. 353.

  4. Primero con los vv. 7-10 y 11-15, luego con los vv. 16-21 y después con los vv. 22-30.

  5. El don abundante de la vida de Jesús, interpretado en función sacerdotal (cf. Heb 7,26-28) está expresado en contraposición con la obra del «ladrón», que viene para robar, matar y destruir (v. 10). Para C. W. Skinner, «“The Good Shepherd Lays Down His Life for the Sheep” (John 10:11,15,17): Questioning the Limits of a Johannine Metaphor», en The Catholic Biblical Quarterly 80, 2018, pp. 97-113, la identificación de Jesús con «la puerta de las ovejas» hace referencia a la costumbre de los pastores de aquella época de acostarse atravesados delante de la abertura de la cerca, que no tenía puerta ni techo, cumpliendo así una función de contención para impedir que las ovejas salieran (cf. p. 105).

  6. El pastor que apacienta a las ovejas en Jn 10,9 recuerda el papel de Josué en Núm 27,16-17 (cf. Mt 2,12-13). Para los paralelos sinópticos sobre el cuidado de Jesús como pastor cf. Mt 26,31; Lc 12,32.

  7. Cf. Ez 34,2.15-16.24. En la Biblia hebrea el pastor es Dios, cf. Gén 49,24; Sal 23; 78,52-53; 99; y los jefes del pueblo, cf. 1 Re 22,17; Jer 10,21; 23,1-2; Ez 34 (Mt 18,12-13 = Ez 34,16; Mt 25,32-33 = Ez 34,20). Cf. también Is 40,11; 1 Sam 17,34-35; y Mt 26,31; Mc 14,26 con Zac 13,7.

  8. Cf. Jn 2,10. En el Midrash Raba (2,2) a Éx 3,1, David es denominado «bello pastor». Cf. 1 Sam 16,12.

  9. Cf. Jn 4,23. La relación entre el buen pastor y las ovejas está expresada en términos de conocimiento, como el conocimiento que existe entre Jesús y el Padre (vv. 14-15). Cf. 1 Cor 8,3; Gál 4,9; 2 Tim 2,19.

  10. Al contexto neotestamentario de Jn 10,11 pertenecen, por ejemplo, los discursos con los que Jesús compara las muchedumbres extenuadas y abandonadas con «ovejas que no tienen pastor» (cf. Mt 9,35-38); cuando envía a los discípulos en misión «como ovejas entre lobos» (Mt 10,16); cuando relata la parábola de la oveja perdida (cf. Mt 18,12-14; Lc 15,4-7). Las palabras de Jesús a Pedro en Jn 21 también forman parte del contexto neotestamentario de Jn 10 y se refieren al papel de «pastor» que Pedro desempeñará en la comunidad de los discípulos de Jesús.

Pino Di Luccio
Pino Di Luccio es profesor de Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana. Ha enseñado Exégesis del Pentateuco y de los Profetas en el Instituto Teológico del Seminario de Shkodra (Albania), Historia del Nuevo Testamento en el PBI de Jerusalén, Exégesis del Nuevo Testamento en el PIB de Roma, Libros Sapienciales en la Pontificia Facultad de Teología del Sur de Italia (Sección San Luis). En sus investigaciones estudia la formación de las tradiciones en los textos fundadores de las religiones monoteístas.

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