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África Subsahariana y Magreb:

Crisis de identidad, racismo, conflictos

© james wiseman / unsplash

Durante el pasado Mundial de Catar (2022), Sofiane Boufal, un jugador de la selección marroquí, después de que su país se clasificara para las semifinales (por primera vez para un país africano) al vencer a España, fue criticado por los africanos por dedicar la victoria de su país a los árabes, musulmanes y marroquíes, sin mencionar a África ni a los africanos. Aunque se disculpó unas horas más tarde ante las numerosas críticas, esta polémica pone de manifiesto el problema de identidad entre magrebíes y subsaharianos. A ello se añade, lo veremos a lo largo de este artículo, el problema del racismo y la xenofobia hacia los subsaharianos, así como el problema de los conflictos entre algunos países del Magreb.

La identidad en cuestión

Los magrebíes suelen estar divididos respecto a su identidad. Muchos de ellos se consideran culturalmente más árabes que africanos. Pero estos países no son en absoluto monoculturales, como podría pensarse, ya que en su población hay bereberes o amaziges (40% de la población), árabes, judíos, negros, moriscos.

En África del Norte, la cuestión específica de los subsaharianos, y en particular de los negros, ha sido a menudo negada por la sociedad. Nativo o no, el negro en el Magreb sufre, según la realidad cotidiana, el descrédito y la discriminación. Se le percibe regularmente como perteneciente a un grupo exógeno, identificable con características étnicas y socioculturales supuestamente distintas. Se le etiqueta según estereotipos[1]. Es evidente que el problema de la identidad acompaña a todas las naciones, a todos los continentes. La historia nos lo ha demostrado.

Por lo que respecta a África, hay que distinguir entre los conflictos de identidad nacional y los conflictos regionales o continentales. Merece la pena mencionar rápidamente los conflictos de identidad religiosa nacional, que no son realmente el objeto de nuestra reflexión, que examina los conflictos de identidad entre África del Norte y el África subsahariana. El siglo XX en África nos trae a la memoria los dolorosos y macabros conflictos de identidad que han caracterizado y asolado a varios países[2]. En particular, los conflictos con víctimas humanas han sido provocados por la exclusión y la discriminación. En este sentido, cabe recordar la guerra en Liberia, que enfrentó a las etnias krahn y mandingo con las gio y mano. En gran parte de África Occidental (sur de Argelia, norte de Malí, Níger y Burkina Faso, Mauritania y Sáhara Occidental), los tuareg y los moros se rebelaron contra las potencias centrales para defender su identidad. En Sudán, el conflicto de Darfur también tiene implicaciones identitarias: las autoridades gubernamentales fueron acusadas de armar a las milicias árabes, llamadas djanjawids, para luchar contra la rebelión de las etnias fur, masalit y zaghawa, que no pudieron reprimir. De ahí la limpieza étnica llevada a cabo por estas milicias djanjawids. La extroversión y la etnización de la escena política provocaron conflictos de identidad y condujeron al extremismo también en Burundi y Ruanda. En este último país, el conflicto de identidad combinado con la política desembocó en el genocidio de 1994.

Se plantea, pues, un verdadero problema, tanto nacional como internacional: convivir con las diferencias culturales de cada grupo, mientras la globalización parece invitarnos a ello[3]. Es cierto que las diferencias de identidad crean antagonismos entre los seres humanos, con el fortalecimiento, en muchos casos, del sentimiento nacional, acompañado de una radicalización de los factores diferenciadores[4]. Pero la globalización debería más bien eliminar las barreras erigidas por los diferentes grupos, que se cierran sobre sí mismos en un intento de «negar» la existencia de los demás.

Y una identidad basada en la raza o el color de la piel resulta aún más aberrante hoy en día, cuando las mezclas creadas por los desplazamientos, los matrimonios entre personas de razas o culturas diferentes transforman o trastocan las realidades sociológicas, etnográficas e identitarias. En este contexto, uno esperaría que la apertura de las culturas a la conciencia reflexiva de los individuos permita alejar el peligro del fanatismo, así como el del aislamiento.

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Habría que dejar espacio a la identidad que resulta del encuentro de culturas diferentes, que se comprenden mutuamente en la apertura y la mezcla[5]. La situación en el Magreb, pero también en otras partes de África, debería orientarse más bien hacia una solución de coexistencia, que excluya las afiliaciones basadas en el color de la piel, el origen tribal o cualquier otra prerrogativa. Por desgracia, son estos factores de división los que dominan y determinan el comportamiento de los individuos en la sociedad. Entre los males más comunes están el racismo y el nacionalismo.

El racismo ordinario reina en la mayoría de los casos

En los últimos años, el racismo ha ido en aumento en el norte de África. Este duro resurgimiento complica la conciliación de la identidad africana y árabe. Sus raíces hay que buscarlas en el imaginario conceptual o lingüístico magrebí, que opone lo «blanco» a lo «negro». De hecho, la lengua árabe, en su uso actual, designa al blanco como «ser libre», mientras que la persona negra (oussif) es considerada un «esclavo»[6]. En este contexto, el discurso del presidente tunecino Kaïs Saïed, el 21 de febrero de 2023, durante la reunión del Consejo de Seguridad Nacional[7], no hizo más que echar leña al fuego, en una parte de África donde los subsaharianos ya se quejan de racismo en varios países norteafricanos. En su discurso, el Presidente acusó a los subsaharianos de formar parte de la conspiración para cambiar la composición demográfica del paisaje norteafricano, cuya cultura es predominantemente árabe-musulmana[8], al tiempo que los acusaba de ser fuente de violencia, crímenes y actos inaceptables[9]. Estas acusaciones, calificadas de «odiosas y discriminatorias» por Amnistía Internacional, han provocado una oleada de agresiones contra los inmigrantes negros africanos[10].

Los subsaharianos han sido agredidos con palos y cuchillos. Condenando estas acciones, la ONG Human Rights Watch argumentó que, tras fomentar la violencia contra los migrantes, el Presidente Saïed sólo propuso escasas medidas para intentar acabar con ella. Para Human Rights Watch, las autoridades tunecinas deben poner fin inmediatamente a las detenciones de extranjeros negros africanos, examinar los casos uno por uno para garantizar un juicio justo a todos los detenidos, poner en libertad a los detenidos arbitrariamente, investigar sin demora y hacer rendir cuentas a los responsables de agresiones y abusos racistas[11].

Ante esta situación vivida por los subsaharianos en Túnez, algunos países se han visto obligados a evacuar a sus ciudadanos. Es el caso de Costa de Marfil y Guinea, que han enviado aviones para trasladar a sus ciudadanos a sus países de origen.

Por su parte, la Unión Africana condenó enérgicamente las «escandalosas declaraciones» del Presidente Saïed, que van en contra de la letra y el espíritu de la organización y de sus principios fundacionales. La Unión Africana hizo un llamado a sus Estados miembros para que cumplan las obligaciones que les incumben en virtud del derecho internacional y de los instrumentos pertinentes de dicha organización, a saber, «tratar a todos los migrantes con dignidad, vengan de donde vengan, abstenerse de toda incitación al odio de carácter racista que pueda perjudicar a las personas, y dar prioridad a su seguridad y a sus derechos fundamentales»[12].

Sorprende que Túnez sea hoy un país donde se maltrata a los inmigrantes. En efecto, el 26 de septiembre de 2017, en la sede de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), durante el debate del Consejo sobre el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas de intolerancia, las autoridades de este país, en nombre de todo el continente africano, declararon su preocupación por las manifestaciones recurrentes de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas de intolerancia en diversas partes del mundo[13].

Aunque el discurso del Presidente del 21 de febrero de 2023 desencadenó una oleada de violencia racista, el fenómeno del racismo y la xenofobia no es nuevo en África. Una encuesta realizada entre finales de 2021 y la primavera de 2022 por la Arab Opinion Barometer Research Network para BBC News Arabic, reveló que la discriminación y el racismo son un problema real en varios países árabes, especialmente en el norte de África. Según esta encuesta, en Túnez, el 80% de los ciudadanos (el porcentaje más alto de la región) cree que la discriminación racial es un problema.

Los recientes acontecimientos en Túnez recuerdan lo ocurrido hace unos años en Libia, donde los medios de comunicación hicieron público un fenómeno que se creía desaparecido: la venta de seres humanos. Migrantes del África subsahariana en tránsito por Libia camino de Europa, eran vendidos en subasta, dos veces al mes, por entre 500 y 700 dinares libios (unos 435 euros).

Estos migrantes procedían principalmente de Nigeria, Senegal y Gambia. En su camino hacia el norte de Libia, estaban a merced de grupos armados y redes de contrabandistas que los utilizaban como jornaleros en la construcción y la agricultura o para la explotación sexual. La ONU, a través de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, había calificado esta situación de «esclavitud moderna», añadiendo que constituía un «ultraje a la conciencia de la humanidad»[14].

Túnez no es el único país que ataca a los inmigrantes subsaharianos. Lo mismo ocurre en Argelia y Marruecos. En Argelia, los medios de comunicación critican regularmente a los inmigrantes. Hace unos años, los periódicos argelinos los atacaban sistemáticamente[15]. Así, por ejemplo, en 2014, el diario Echorouk señalaba en su portada las plagas y enfermedades que los ciudadanos de los países subsaharianos habrían traído a Argelia. Y otro periódico, Algérie News, atacó a los ciudadanos nigerianos, acusándolos de invadir Argelia. Anteriormente, el diario Jazaïr News había publicado comentarios similares.

La aparición de las redes sociales incrementó los comentarios racistas en Argelia. No es casualidad que, en 2020, el presidente argelino Abdelmadjid Tebboune, tras constatar un recrudecimiento de la incitación al odio y a la fitna («discordia»), sobre todo a través de las redes sociales, diera instrucciones a su primer ministro, Abdelaziz Djerad, para que elaborara un proyecto de ley que penalizara todas las formas de racismo, regionalismo e incitación al odio[16]. Recientemente, se calcula que miles de «condenados» se encuentran en el «Punto Cero» del Sáhara. Desde principios de enero de 2023, casi 5.000 migrantes han sido devueltos de Argelia a Níger, en virtud de un acuerdo celebrado en 2014[17].

En Marruecos, la discriminación racial forma parte de la experiencia de los migrantes subsaharianos. A menudo viven en campamentos infrahumanos, similares a prisiones. En su informe de 2022, la ONG Human Rights Watch puso de relieve los diversos excesos y violaciones de derechos humanos cometidos por el Reino de Marruecos contra los refugiados y solicitantes de asilo[18]. El país aplica una ley de 2003, con disposiciones que consideran delito entrar ilegalmente en el Reino, sin excepción para los refugiados o solicitantes de asilo.

Las detenciones de migrantes y refugiados aumentaron en 2022. Algunos de estos migrantes y refugiados han sido enviados a lugares remotos del desierto o brutalmente asesinados. Por desgracia, Marruecos es un país donde el racismo está arraigado en la historia, según algunos analistas que afirman que la sociedad marroquí está tristemente dividida en función del color y la raza.

Además, los musulmanes también han esclavizado a otros musulmanes[19]. En 2019, la relatora especial de la ONU sobre las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia e intolerancia, E. Tendayi Achiume, en un informe al Consejo de Derechos Humanos, sostuvo que Marruecos debe implementar un plan integral para cumplir con sus obligaciones de eliminar la discriminación y lograr la igualdad racial[20].

El componente nacionalista en el centro del conflicto entre Argelia y Marruecos

En los últimos tiempos, el Norte de África no sólo se ha caracteriza por el problema de la africanidad y el racismo, sino que también está desgarrado por conflictos con tintes nacionalistas. Además del conflicto interno en Libia, está la tensión entre Argelia y Marruecos. Uno de los puntos en común entre estos dos países es haber sufrido la dominación francesa: 130 años de colonización para Argelia y 50 años de protectorado para Marruecos. Son, por tanto, en cierto modo, dos «hermanos enemigos» que se miran de reojo, en una competición por el poder y la influencia, marcada por los desencuentros. Hace muchos años que no se apoyan mutuamente.

Tras varios meses de disputas, la rivalidad entre Argelia y Marruecos se intensificó, provocando la ruptura de relaciones diplomáticas el 21 de agosto de 2021. La crisis comenzó con una nota difundida por el embajador marroquí ante las Naciones Unidas durante una reunión de países no alineados celebrada en Nueva York. Esta nota afirmaba que «el valiente pueblo cabilio merece, más que ningún otro, disfrutar plenamente de su derecho a la autodeterminación». Ahora bien, hablar de autodeterminación del pueblo cabilio[21] es una provocación y un intento de dividir Argelia.

Argelia ve, por tanto, en la actitud de Marruecos, un apoyo a la sedición en el seno de un Estado soberano y un atentado contra su unidad nacional[22]. Al mismo tiempo, la acción del gobierno marroquí es, para Argelia, una distracción para desviar la atención de la comunidad internacional del problema de la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental. Pero para Marruecos, la identidad marroquí del Sáhara Occidental (que, según el gobierno marroquí, es parte integrante de la identidad del país) es una cuestión existencial y no una cuestión de legitimidad. Así pues, los dos países se provocan mutuamente a través de la cuestión de la autodeterminación, de Kabilia, en Argelia, y del Sáhara Occidental, en Marruecos.

No sólo se han roto las relaciones diplomáticas, sino que Argelia también ha anunciado, el 22 de septiembre de 2021, el cierre de su espacio aéreo a todos los aviones civiles y militares marroquíes y a todos los aviones registrados en Marruecos. Según Pierre Vermeren[23], las causas inmediatas de la escalada de tensiones entre Argelia y Marruecos serían la firma, en 2020, de los Acuerdos de Abraham. Estos acuerdos multilaterales, firmados por Marruecos, Estados Unidos, Israel y las monarquías del Golfo, representan un reconocimiento explícito por parte de Estados Unidos de la identidad marroquí del Sáhara.

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Estos acuerdos ponen en dificultades, sin duda, al gobierno argelino. Es como una declaración de guerra, porque su «hermano enemigo», Marruecos, ha ganado muchos puntos diplomáticos. Además, el asunto Pegasus, en el que se reveló que muchos números de teléfono argelinos habían sido interceptados por Marruecos mediante programas informáticos israelíes, habría irritado a las autoridades argelinas[24].

No hay indicios de un acercamiento duradero entre ambos países, cuyos intereses divergen. El apoyo de Estados Unidos a Marruecos en la cuestión del Sáhara Occidental y la delicada posición de Francia en la disputa entre sus «antiguas colonias», no ayudan a encontrar una solución entre Argelia y Marruecos. De hecho, Francia ya está enfrentada con Argelia en varios asuntos. En primer lugar, en materia de inmigración. El 28 de septiembre de 2021, el gobierno francés anunció su intención de reducir en un 50% los visados concedidos a los argelinos, debido a la baja tasa de readmisión de ciudadanos argelinos en situación irregular. Por otra parte, la cuestión más sensible para Francia en la actualidad se refiere al papel de Argelia en Mali. Desde que Francia se retiró de este país, Argelia pretende desempeñar allí un papel clave[25]. Junto con Francia y Estados Unidos, presiona a los dirigentes malienses para que cumplan las exigencias de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) sobre la cuestión del rápido retorno de los civiles al poder[26].

Además del marco bilateral Argelia-Marruecos, el conflicto entre ambos países también socava las relaciones diplomáticas en el Magreb. En agosto de 2022, por ejemplo, Marruecos llamó a su embajador en Túnez después de que el presidente argelino, Kaïs Saïed, recibiera al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en una cumbre económica entre Japón y África. Marruecos vio en este gesto la afiliación de Túnez al bando pro argelino[27].

En particular, el conflicto entre Argelia y Marruecos repercute en la economía europea, ya que el gasoducto Magreb-Europa (Maghreb-Europe Gas Pipeline, MEG), que conecta Argelia y España, pasa por Marruecos. Además, Argelia aprovecha su condición de exportador de gas a Europa para ganar crédito en su duelo diplomático a distancia con Marruecos. Esto podría sugerir que la UE tiene interés en buscar un acuerdo, aunque sea parcial, entre Argelia y Marruecos. Pero, ¿sería posible una mediación, dado el nivel de antagonismo entre ambos países? Responder a esta pregunta significaría ya encontrar una solución. Y esto no es en absoluto algo que pueda darse por descontado.

Conclusiones

Es evidente que las crisis de identidad, el racismo, la xenofobia y los conflictos son problemas con los que ha convivido siempre la sociedad humana. Sin embargo, pueden evitarse o atenuarse, si rehuimos el tribalismo o la «tribalización», la regionalización y el nacionalismo, en los que cada grupo se encierra en un egoísmo que, en lugar de ennoblecerlo, lo aísla, lo limita y lo destruye.

En los casos concretos analizados a lo largo de este artículo, nos encontramos, pues, ante una responsabilidad que nos convoca al tribunal de la razón, invitándonos a encontrar soluciones adecuadas para superar una mentalidad de exclusión y conflicto, en un mundo cada vez más interconectado. Los conflictos de identidad, regionalismo y nacionalismo siempre han sido multidimensionales. Tienen consecuencias y plantean desafíos que no favorecen ningún tipo de desarrollo; al contrario, generan disputas, antipatías y odios que, a la larga, desembocan en guerras innecesarias.

Por lo tanto, es necesario poner en marcha una lógica, o mejor dicho, mecanismos que eliminen de nuestras sociedades y países las causas que impulsan el rechazo del otro a través del racismo, la xenofobia, el egocentrismo y los conflictos. Y, si queremos promover la cultura de la paz y la concordia, no hay otra solución que optar por superar lo que puede impedir la convivencia pacífica de pueblos con horizontes diferentes.

  1. Cfr. «Racisme anti-noir: “Comment le Maghreb en est-il venu à rejeter son africanité?”», en Le Monde (https://tinyurl.com/bdfn6m7e), 24 de febrero 2019.
  2. Cfr. A. -D. N’dimina-Mougala, «Les conflits identitaires ou ethnopolitiques africains au XXe siècle: caractéristiques et manifestations», en Guerres mondiales et conflits contemporains, n. 248, 2012/4, 97-119.
  3. Cfr. D. Ngono Lekoa, La vision postcoloniale de l’identité africaine, París, Les Éditions du Net, 2022.
  4. Cfr. G. Rossatanga-Rignault – F. Enoungoué, L’Afrique existe-t-elle? À propos d’un malentendu persistant sur l’identité, Chennevières-sur-Marne, Dianoïa, 2006.
  5. Cfr. G. Vinsonneau, L’identité culturelle, París, Armand Colin, 2002.
  6. Véase, al respecto, un interesante artícolo de C. Sadai, «Racisme anti-Noirs au Maghreb: dévoilement(s) d’un tabou», en Hérodote, n. 180, 2021/1, 131-148.
  7. Cfr. G. Sale, «La Tunisia di Kaïs Saïed», en Civ. Catt. 2023 II 147-155.
  8. Cabe señalar que Túnez tendría entre un 10% y un 15% de tunecinos negros, entre los que habría descendientes de esclavos. En Yerba todavía escriben «esclavo liberado» (atig) en sus partidas de nacimiento. Para Stéphanie Pouessel, autora en 2012 de Noirs au Maghreb. Enjeux identitaires, el racismo contra los negros tunecinos es un tabú aún mayor que el racismo contra los negros del extranjero. Cfr. C. Sadai, «Racisme anti-Noirs au Maghreb: dévoilement(s) d’un tabou», cit.
  9. Cfr. A. Versi, «Le président tunisien Kaïs Saïed suscite l’indignation», en New African Magazine de l’Afrique (https://tinyurl.com/2p8xwb4x), 4 de marzo de 2023.
  10. Cfr. «Tunisie. Le discours raciste du président déclenche une vague de violence contre les Africain·e·s Noirs», en Amnesty International (https://tinyurl.com/y4bzhfwh), 10 de marzo de 2023. El presidente Kaïs Saïed – afirma el artículo – ha declarado que «hordas de inmigrantes ilegales procedentes del África subsahariana» han desbordado Túnez y son el origen de «violencia, crímenes y actos inaceptables». Añade que se trata de una situación «anómala», que forma parte de un plan criminal para «cambiar la composición demográfica de Túnez» y convertirlo en «un sólo Estado africano, que ya no pertenece al mundo árabe-islámico».
  11. Cfr. «Tunisie: La violence raciste cible les migrants et réfugiés noirs», en HRW (https://tinyurl.com/jcuz64tb), 10 de marzo de 2023. Según esta ONG, «desde principios de febrero, la policía tunecina ha efectuado detenciones, aparentemente dirigidas contra extranjeros negros africanos por su aspecto o por los barrios en los que viven. Según la sección tunecina de Avocats sans frontières, al menos 850 personas fueron detenidas sin distinción, al parecer por su aspecto».
  12. Cfr. «Le Président de la Commission de l’Union Africaine condamne fermement les déclarations raciales sur des compatriotes Africains en Tunisie», en African Union (https://tinyurl.com/2r7encwd), 24 de febrero de 2023.
  13. Cfr. «Le Conseil débat du racisme, de la discrimination raciale, de la xénophobie et de l’intolérance qui y est associée», en Ohchr (https://tinyurl.com/3at4eyxt), 26 de septiembre de 2017.
  14. Cfr. «Libye: des migrants vendus aux enchères comme esclaves», en Le Monde (https://tinyurl.com/yef7bbb3), 15 de noviembre de 2017.
  15. Cfr. «Algérie: vague de racisme sans précédent dans les médias», en Terre d’asile Tunisie (https://tinyurl.com/rmthhn94), 14 de mayo de 2014.
  16. Cfr. A. Meddi, «Algérie: régionalisme, haine, racisme dans le collimateur de l’exécutif», en Le Point (https://tinyurl.com/2s46vucf), 22 de enero de 2020.
  17. Cfr. P. Lambruschi, «Tunisia. Migliaia abbandonati nel deserto del Niger. Piano Ue contro i trafficanti», en Avvenire (https://tinyurl.com/33sahj6d), 18 de marzo de 2023.
  18. Cfr. «Maroc: racisme, violence et insalubrité, l’insoutenable quotidien des migrants subsahariens», en Algérie Presse Service (https://tinyurl.com/2a6wbbbk), 18 de enero de 2023.
  19. Cfr. «Racisme anti-Noirs au Maroc: “Le Coran ne soutient pas la pratique de l’esclavage mais son abolition”», en Le Monde (https://tinyurl.com/4vamf2r2), 28 de julio de 2019. Este artículo destaca el trabajo de Chouki El Hamel, profesor de la Universidad de Arizona, que publicó el libro Le Maroc noir, une histoire de l’esclavage, de la race et de l’islam, editado por La Croisée de Chemins. El libro «exhuma el pasado esclavista de Marruecos y deconstruye los estereotipos sobre los negros para analizar el racismo que aún prevalece en el reino de Cherifa».
  20. Cfr. «Maroc: une experte de l’ONU appelle à agir pour lutter contre la discrimination raciale», en UN.ORG (https://news.un.org/fr/story/2019/07/1047031), 8 de julio de 2019.
  21. Este pueblo comenzó con reivindicaciones lingüísticas, luego reclamó la autonomía, antes de llegar a planes de autodeterminación, abogando por la organización de un referéndum en Cabilia que incluyera la independencia como opción.
  22. Cfr. J. -N. Ferrie, «Que se passe-t-il entre le Maroc et l’Algérie?», en Telos (https://tinyurl.com/2p86txpz), 15 de diciembre de 2022.
  23. Profesor de historia contemporánea del Magreb de la Universidad de París.
  24. Cfr. C. Cabot, «Avec la rupture des relations entre l’Algérie et le Maroc, le Maghreb durablement “fracturé”», en France24 (https://tinyurl.com/ycyavjzn), 25 de septiembre de 2023.
  25. Cfr. Á. Escalonilla, «L’Algérie et le Mali renforcent leur coopération militaire pour contenir l’avancée des djihadistes au Sahel», en Atalayar (https://tinyurl.com/yck9hy3j), 18 de enero 2023.
  26. Cfr. Le Monde – AFP, «Mali: la France, les États-Unis et l’Algérie font pression sur la junte militaire pour un retour rapide des civils au pouvoir», en Le Monde (https://tinyurl.com/wbbh79xk), 12 de enero de 2022.
  27. Cfr. Idd., «Sahara occidental: entre le Maroc et l’Algérie, la guerre diplomatique fait rage», en Le Monde (https://tinyurl.com/3pdpzdzs), 6 de septiembre de 2022.
Jean-Pierre Bodjoko
Jesuita congolés, obtuvo su licenciatura en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma y estudió teología en la Universidad Católica del Congo. Entre sus áreas de investigación destaca el estudio de los medios de comunicación en África, tema sobre el cual versa su libro Développement de la Radio Catholique en République Démocratique du Congo (L’Harmattan, 2010).

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