Hace un año nos dejaba Akira Toriyama, mangaka conocido en todo el mundo por los personajes de trazo suave nacidos de su fantasía, desde Arale hasta Dragon Quest. Es el momento para celebrar su memoria, sobre todo con ocasión de los cuarenta años de uno de los mangas más famosos del mundo, del cual es autor: Dragon Ball[1].
El «manga» en Japón
En la versión italiana de esta revista ya se han presentado varios mangas publicados recientemente en Japón[2]. Ahora podemos detenernos un poco más en un sector editorial que en los últimos años se ha desarrollado mucho en Occidente[3].
El término manga designa un cómic producido en Japón, pero ¿qué significa? Muchos estudiosos remontan el uso de este término a Hokusai, aunque ya había sido usado anteriormente[4]. En general, se adopta la definición de «imágenes en movimiento» o «imágenes humorísticas», utilizando los dos ideogramas que componen la palabra y que se encuentran representados en la célebre publicación del mismo Hokusai. Con la apertura de Japón al mundo occidental a finales del siglo XIX, se descubrió el uso satírico de las imágenes, dando así un significado diferente a la definición. La unión del dibujo con el texto escrito, ya utilizada en la imprenta japonesa de siglos anteriores, tuvo entonces un mayor florecimiento y fue usada tanto como instrumento político como medio de entretenimiento.
La gran revolución en la producción y concepción del manga se dio con Osamu Tezuka. Con él se pasó a un uso «cinematográfico» de la viñeta, dando expresión y movimiento a la historia[5]. De hecho, si antes no había una descripción del movimiento y se dejaba a la imaginación del lector la tarea de llenar el espacio entre una escena y otra, ahora la acción queda impresa en la página, dando una nueva sensación de dinamismo.
Esta evolución gráfica y esta implicación activa del lector se mantienen aún hoy; tanto es así que en los cómics japoneses no hay «recuadros de texto con función explicativa de pie de imagen. En otras palabras, desaparece la voz narrativa de tipo extradiegético». Además, «la viñeta es un icono que encierra el tiempo y su transcurrir: moviendo el ojo nacerá la impresión de leer eventos que se suceden a nivel narrativo»[6].
Esta particularidad del manga, nacida en los años cincuenta, caracteriza sobre todo a los shōnen manga, como Dragon Ball: cómics dirigidos a un público adolescente masculino, en los que es importante dar movimiento, acción, especialmente si se trata de un battle shōnen, cómic con temáticas de lucha y combate. En cambio, en los shōjo manga, cuyo público de referencia es la adolescente de sexo femenino, lo importante es la connotación emocional, tanto a través de la expresividad de los ojos como en la composición del encuadre, que tiene el propósito de hacer entender lo que pasa en el corazón del personaje, más que el ambiente externo o el movimiento.
Juventud, «manga» y «kawaii»
El manga es un producto cultural y, como tal, refleja la situación social de la época en que se publica, pero también incide en ella. Dragon Ball no es una excepción. Aparece a finales de los años ochenta, y no es el único manga o animé (palabra que hace referencia al dibujo animado) con temática de «combate»: muchos representantes de la generación Millennial o de la anterior recordarán títulos como Hokuto no Ken o Saint Seiya (en español, Los Caballeros del Zodiaco). Las diferencias no conciernen solo a la trama, sino también al estilo: deudor del estilo «suave» de Tezuka (quien se inspira en su gran ídolo, Walt Disney[7]), Toriyama crea un elenco de personajes kawaii. Ya con Dr. Slump, su primera serialización para la editorial Shueisha, encuentra esta forma de caracterizar al personaje: cabeza desproporcionada respecto al cuerpo, ojos grandes, formas redondeadas.
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No es casualidad que esto ocurra en Japón en este periodo histórico, en el que la empresa Sanrio está haciendo negocios aprovechando este tipo de producto[8]: «El kawaii es una peculiaridad del Japón contemporáneo. Atraviesa los medios de comunicación, los bienes de consumo, la industria cultural y las tendencias juveniles, y penetra profundamente en los discursos y debates sobre la actualidad de ese país. Kawaii es un adjetivo derivado del sustantivo kawaisa, que significa “dulzura”, “ternura”. El término, en su uso actual, indica un apego emocional hacia criaturas como cachorros regordetes y objetos redondeados, de tamaño reducido, que evocan algún tipo de reminiscencia, incluso inconsciente, tanto de la infancia como de la cultura tradicional japonesa. […] Hoy el kawaii, entendido como estilo de pensamiento juvenil, en sus expresiones más profundas se basa en una actitud infantil y en un rechazo de las responsabilidades que conlleva el paso de la adolescencia a la vida adulta. Un tipo de conducta que se ha reflejado en y se ha nutrido de un vasto corpus de objetos con diseño atractivo, colores vivos, equivalente estilístico de un regreso al mundo de la infancia»[9]. Este retorno a la infancia se debe al cambio cultural, a la presión competitiva, por lo cual los jóvenes buscan un mundo en el que refugiarse.
Los jóvenes japoneses ya buscaban una vía de escape en el manga a principios del siglo XX, pero ahora lo hacen cada vez más gracias a la oferta del mercado, con la aparición, en 1959, de las primeras revistas especializadas[10]. En comparación con el uso de los personajes como emblema de lucha social —como fue el caso de Rocky Joe en los años setenta del siglo pasado[11]—, ahora «en Japón la comicidad, al igual que el estado de embriaguez, es una condición en la cual uno puede permitirse abandonar, por un tiempo limitado, el respeto del rígido marco de las posiciones sociales, un ikinuki [“tomarse un respiro”] que a veces es indispensable para poder recuperar algo de serenidad y protegerse de las tensiones de la vida cotidiana. En una sociedad que se configura con estos supuestos, resulta lógico comprender cómo también —y sobre todo— en el ámbito del manga, cuya accesibilidad es la más inmediata entre los productos del entertainment system nipón, la producción cómica adquiere una dimensión de gran relevancia»[12].
El éxito de Dr. Slump entre los lectores de Weekly Shōnen Jump de Shueisha[13] y la realización de la serie animada con Toei Animation llevaron a Akira Toriyama a lanzar un nuevo producto, que pudiera unir la función cómica con una iconografía kawaii, sin dejar de lado el sentido de aventura y desafío que puede experimentar un adolescente. Todos los ingredientes están presentes, el público está preparado y el momento es propicio para uno de los mangas más icónicos de los años ochenta y noventa.
«Dragon Ball»
Como todos los mangas publicados en Japón, Dragon Ball se apareció por entregas, dentro del fascículo semanal Weekly Shōnen Jump, desde el 20 de noviembre de 1984 hasta el 23 de mayo de 1995. Como sucede con todas las series de éxito, los diferentes capítulos fueron recopilados posteriormente en tankōbon, es decir, en volúmenes individuales, cada uno con una portada a color y que contiene unos diez capítulos. A menudo incluyen también agradecimientos del mangaka, dibujos adicionales, resultados de encuestas sobre los personajes más queridos de la serie, etc.
En el caso de Dragon Ball, se trata de 519 capítulos, divididos en 42 volúmenes.
Dragon Ball se inspira en un relato de la tradición china del siglo XVI, El viaje al Oeste, que comienza con la historia del Rey Mono Sun Wukong (en la versión japonesa, Son Goku). De hecho, en los primeros 23 capítulos asistimos precisamente a un viaje en el que Goku —muy distinto en carácter y virtudes tanto del original chino como de la versión de Tezuka de unas décadas antes— acompaña a Bulma en la búsqueda de siete esferas, así como Sun Wukong acompaña a Sanzang en su viaje en busca del Buda. El objetivo es invocar a un dragón que pueda conceder cualquier deseo.
A partir del capítulo 24 comienza una nueva narración con una estructura helicoidal[14]; el protagonista ya no busca el objeto deseado, sino que ahora el objetivo es convertirse en el más fuerte. Se suceden así distintos arcos narrativos cuyo eje central es el Torneo Tenkaichi (que también servirá de telón de fondo para la última saga y el capítulo final de la serie). Esta elección fue motivada más por la demanda de los lectores y del editor que por un deseo del autor. Gran apasionado de las artes marciales y de las películas de Bruce Lee y Jackie Chan, Toriyama crea una dinámica en la que la lucha se convierte en una forma de verificar la propia preparación, el propio lugar en el mundo.
De esta manera, «siguiendo las aventuras de Goku y sus amigos, no se puede evitar notar cómo los diversos y frecuentes incrementos de poder (power scaling) han conducido a una escalada que aún no tiene comparación en ningún otro manga o cómic»[15], en el que no existe un límite real más allá del nuevo adversario.
Además, incluso en la búsqueda del deseo a cumplir se observa un cambio: si en la primera parte la petición es ligera o incluso cómica (Pilaf quiere ser más alto), en la segunda parte aparece el deseo de perseguir el poder, ya sea físico, económico o moral.
Un acontecimiento importante marca el capítulo 135, en el que asistimos a un cambio radical de paradigma: el mal irrumpe con fuerza en el mundo de Dragon Ball con la muerte de Krilin. El Rey Demonio (padre del gran mago Piccolo) representa el mal de forma radical, tanto que se revela como la parte malvada de Dios, el creador de las siete esferas del dragón. Muerte y vida son dos temáticas tan estrechamente vinculadas desde el punto de vista antropológico que en Dragon Ball no son antitéticas. En un mundo hipertecnológico, todavía hay espacio para la magia, por lo que el dragón puede devolver la vida tanto a Krilin como a las muchas víctimas de la destrucción sufrida.
La vida adquiere un significado tan profundo que Goku es el primero en perdonar a sus adversarios, incluso a los más temibles y peligrosos, ya sea el Rey Demonio o Vegeta, el príncipe de los Saiyajin. Y es que a partir del capítulo 195 comienza la historia de los orígenes de Goku. Toriyama no oculta en absoluto la referencia a Superman[16]: el protagonista es un alienígena Saiyajin que llega a la Tierra y es criado por un anciano sabio, Son Gohan; sus padres lo ponen a salvo poco antes de la destrucción de su planeta natal, Vegeta. Como en otros mangas, tanto del pasado como del presente, estamos ante un héroe huérfano, imagen de una generación cuyos padres están ausentes por motivos de trabajo y que debe encontrar en otras figuras adultas (abuelos, profesores, entrenadores…) a alguien que cuide de él[17].
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En la saga de Namek, que comienza justo después, asistimos a un nuevo salto cualitativo: el «Super Saiyajin», una forma potenciada del protagonista, un guerrero legendario, una transformación que ocurre tras la segunda muerte del gran amigo del alma, Krilin. Aquí nos encontramos con el villano más querido por todos: Freezer, «un prototipo futurista de capitalista intergaláctico con características de monarca absoluto. […] Freezer es el ideal-tipo del capitalista, en contraposición con un protagonista (o mejor dicho, con toda una especie, los Saiyajin) completamente incapaz de concebir el concepto de dinero»[18]. Toriyama parece casi profético: pocos años después, de hecho, Japón vivirá una gravísima crisis financiera, provocada por la especulación bursátil, que arrastrará a la economía del país a la recesión.
Las dos últimas sagas pierden un poco la dinámica del perfeccionamiento personal. De hecho, con Cell se llega a enfrentar a un «ser perfecto», un bio-androide cuyo ADN ya contiene a todos los grandes guerreros. Pero esta predisposición se convierte también en una jaula: no solo cae víctima de su propia soberbia, sino que además se vuelve vulnerable frente a alguien como Gohan (primogénito de Goku), que posee un potencial aún no expresado.
La última saga, la de Majin Buu, ejemplifica y condensa todo el pensamiento del autor: hemos llegado a un punto en el que solo unos pocos «elegidos» pueden combatir, porque el power scaling, como una especie de selección natural, ha eliminado a todos los personajes que no lograron mantenerse al nivel; se produce una redención plena del antihéroe por excelencia, Vegeta[19]; no es posible pasar el relevo a Gohan, que se ha vinculado de forma indisoluble con Piccolo; no existen atajos frente al mal, que debe ser enfrentado y superado únicamente entre todos; solo la Genkidama, la esfera que concentra la energía espiritual de todos los seres vivos, puede vencer.
Los años posteriores
Toriyama nos ofrece una narración sencilla, que puede disfrutarse a distintas edades y que, aunque no tiene la ligereza de Dr. Slump, brinda múltiples oportunidades de identificación: una mirada positiva sobre la realidad, donde la tradición (representada por la magia) y la innovación (tecnología futurista) pueden convivir; un estímulo al trabajo sobre uno mismo para afrontar los desafíos de la vida[20]; la importancia de las relaciones y de una red de amistades que pueda sostenernos y dar sentido a la existencia (no olvidemos la muerte de Krilin como cliché que desencadena cambios).
Tras el éxito de Dr. Slump, Toei Animation propuso también la adaptación animada de Dragon Ball, y fue precisamente este el medio por el que se dio a conocer en el mundo. Fue en los años noventa cuando comenzó el verdadero éxito fuera de Japón. En Italia, por ejemplo, tras la emisión de los episodios en Mediaset, el manga fue publicado en traducción italiana en 1995 y, por primera vez, se introdujo la lectura de derecha a izquierda. Hasta ese momento, de hecho, las viñetas se espejaban para ofrecer el orden de lectura occidental, de izquierda a derecha. Esta apuesta editorial —tanto por parte de Shueisha como de Star Comics— no solo fue ampliamente recompensada en términos de ingresos, sino que estableció el nuevo estándar, manteniendo la apertura japonesa en los títulos publicados posteriormente y dando una mayor identidad a la experiencia de lectura del manga como producto diferente del cómic tradicional.
Cuando finalizó la publicación por entregas en Shōnen Jump, Toei Animation creó un spin-off llamado Dragon Ball GT, que no se basa en ningún texto original. En los últimos años, el maestro Toriyama, junto con su discípulo Toyotarō, dio vida a una nueva serie titulada Dragon Ball Super, que se inserta dentro de la serie «canónica» entre los dos últimos capítulos, explorando esos diez años que conducen al epílogo de la serie.
En Italia, también se produjo una seria protesta por algunas viñetas del manga, acusadas de ofrecer a los niños modelos erróneos de erotismo y pedofilia, aunque las acusaciones se desestimaron tras las investigaciones[21]. Este episodio, sin embargo, invita a reflexionar sobre la recepción del manga y su versión animada como un relato infantil, cuando, como ya hemos señalado, el público objetivo es en realidad adolescente. No han faltado emulaciones, análisis o estudios más imaginativos centrados en el universo de Dragon Ball[22].
Conclusión
Escribe Alberto Rossetti: «Los mangas y las series de televisión para adolescentes muestran, por tanto, que la crisis es necesaria, inevitable. Porque la vida no es lineal, no todo fluye con facilidad, el camino nunca es cuesta abajo. Esta es, en el fondo, una de las claves del éxito de estos productos culturales: muestran a los jóvenes la complejidad de la vida, extremando en algunos casos el bien y el mal, pero obligándolos a enfrentarse con la realidad y poniéndolos ante elecciones éticas más o menos importantes. Lo que nos mantiene pegados a estas historias, sin embargo, es otro ingrediente que nunca como ahora se ha vuelto tan raro como valioso: el futuro. Siempre presente en la ficción, puesto en duda en la vida cotidiana»[23]. En el caso de Dragon Ball, se crece junto al protagonista, al que vemos primero como niño y luego cada vez más adulto, hasta convertirse en abuelo. Una vida entera vivida en la búsqueda de superar los propios límites físicos y espirituales, entregándose por completo a la defensa de los demás: amigos, enemigos, inocentes, culpables, llegando incluso a salvar el Universo entero.
El medio del cómic ha atraído a varios millones de lectores en todo el mundo, ayudándoles, consciente o inconscientemente, en la búsqueda de sentido para sus propias vidas, teniendo como referencia la historia de Son Goku, un Superman simiesco capaz de luchar tanto con los puños como con la pureza del corazón. Una búsqueda que va más allá de las «siete esferas del dragón», hacia los deseos profundos de cada uno, en aventuras enriquecidas por un mundo de relaciones y de héroes.
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Para tener una idea del alcance internacional, además de las muestras e iniciativas organizadas, remitimos a la página oficial del manga: https://en.dragon-ball-official.com ↑
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Cf. G. Andreetta, «“My hero academia”, di Kohei Horikoshi», en Civ. Catt. 2024 IV 195; Id., «“Blue box”, di Kouji Miura», en Civ. Catt. 2024 I 298 s.; Id., «“Full-Metal Alchemist”, di Hiromu Arakawa», en Civ. Catt. 2023 IV 97. ↑
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En Italia, por ejemplo, el sector del cómic representaba el 0,4% del mundo editorial en 2010. Hoy se habla del 17%, con cerca de siete millones y medio de lectores y un volumen de negocio de alrededor de 260 millones de euros. Cf. R. Ferrero Camoletto, «Prefazione», en F. Calderone, Universo manga. Indagine sui lettori di fumetto giapponese in Italia, San Marco Evangelista (Ce), La Torre, 2011, 11; Cf. los datos AIE en www.aie.it/Cosafacciamo/Studiericerche/Approfondimento.aspx?IDUNI=ve2o41cbs5mlyidiprc3wnju9029&MDId=17800&Skeda=MODIF105-10165-2024.12.7 ↑
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Para una visión panorámica del fenómeno, cf. M. Pellitteri, I manga. Introduzione al fumetto giapponese, Roma, Carocci, 2021, 16-21. ↑
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Para profundizar en el tema, cf. A. Cavallaro, Comics e manga. La storia del fumetto in dieci racconti, Milán, Feltrinelli, 2024, 42-57; M. Alt, Pop ポップ. Come la cultura giapponese ha conquistato il mondo, Turín, add, 2023, 55-72. ↑
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D. Sarti, Capire il manga. Caratteristiche grafiche e narrative del fumetto giapponese, San Marco Evangelista (Ce), La Torre, 2018, 71. ↑
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Cf. M. Pellitteri, Il Drago e la Saetta. Modelli, strategie e identità dell’immaginario giapponese, Latina, Tunuè, 2008, 198 s. ↑
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Cf. M. Alt, Pop…, cit., 104-131. Sanrio es la creadora, entre otros, de Hello Kitty, cuyos derechos tiene bajo su propiedad. ↑
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M. Pellitteri, Il Drago e la Saetta…, cit., 192. ↑
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Cf. A. Cavallaro, Comics…, cit., 82 s. ↑
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Cf. M. Alt, Pop…, cit., 72-78. ↑
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S. Lucianetti – A. Antonini, Manga. Immagini del Giappone contemporaneo, Roma, Castelvecchi, 2001, 65. ↑
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Para una introducción al mundo editorial, cf. A. Cavallaro, Comics…, cit., 133-135. ↑
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Cf. M. Pellitteri, Conoscere l’animazione. Forme, linguaggi e pedagogie del cinema animato per ragazzi, Roma, Valore Scuola Cooperativa, 2004, 113. Hay un relato de este cambio en el volumen conmemorativo de los cincuenta años de la publicación del Weekly Shōnen Jump de Shueisha: AA.VV., Weekly Shōnen Jump Exhibition, vol. 2, Tokyo, Shueisha, 2018. ↑
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C. Kulesko, Il più forte del mondo. La filosofia di Dragon Ball, San Giuliano Milanese (Mi), Moscabianca, 2024, 5 s. ↑
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Ya en Dr. Slump había una insinuación, con una versión cómica y divertida, en el personaje de Suppaman. Aunque retoma la historia de Siegel y Shuster, Toriyama conserva su propia identidad y narrativa. ↑
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Cf. M. Pellitteri, Il Drago e la Saetta…, cit., 228 s. ↑
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C. Kulesko, Il più forte del mondo…, cit., 59. Freezer, en su forma final, se aleja de la idea clásica del villano («malvado»): esbelto, grácil y de cuerpo aristocrático. Sin embargo, es totalmente malvado e infantil en sus maneras: caprichoso, testarudo, bullicioso. Llega a ser tan querido que también reaparece en la continuación de Dragon Ball, cambiando únicamente de color: de blanco pasa a dorado y, finalmente, a negro. Existe un vínculo con la idea del capitalismo intergaláctico desenfrenado, porque recuerda a las tres versiones de tarjetas de crédito: la MasterCard Titanium, Black y Gold. ↑
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«Vegeta está ahí para recordarnos lo fascinados que estamos por el mal y la violencia, pero también para hacernos regodear en la ilusión de que un individuo tan corrompido y tan acosado por su propia sociedad pueda, tarde o temprano, cambiar y pasarse al bando del bien. […] El tema fundamental de la obra: la idea de que sólo un ser desprovisto de limitaciones físicas y morales es capaz de defender al mundo de los peligros procedentes de las regiones más remotas y enrarecidas del multiverso» (C. Kulesko, Il più forte del mondo…, cit., 51). ↑
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Dragon Ball ha sido incluso citado como modelo por la población afroamericana en EE.UU., cf. https://kotaku.com/why-black-men-love-dragon-ball-z-1820481429 ↑
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En el año 2000, en Italia, el movimiento de consumidores Cittadinanzattiva, bajo el impulso de una mamá de la región de Umbria, presentó una denuncia a la Procura de la República de Roma. Al respecto, cf. M. Pellitteri, Conoscere l’animazione…, cit., 115-122. ↑
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Basta imaginar la búsqueda de una forma en la vida real de la Kamehameha («Onda Energética»), en A. Delnegro, La fisica dei manga, Milán, Mondadori, 2022, 9-17. ↑
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A. Rossetti, Le persone non nascono tutte uguali. Perché manga e serie TV contribuiscono a definire l’identità dell’adolescente, Roma, Città Nuova, 2022, 36. ↑
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