El Señor designó a otros setenta y dos y los envió para que, antes que él, fueran de a dos a todas las ciudades y lugares a donde iba a ir. Y les decía: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Por eso rueguen al dueño que envíe trabajadores para su cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven dinero ni bolsa con provisiones. No vayan calzados con sandalias ni se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren a una casa, primero digan: “¡Paz para esta casa!” Si hay alguien allí digno de la paz, la paz descenderá sobre él; de lo contrario volverá a ustedes. Permanezcan en la misma casa comiendo y bebiendo lo que les den, porque quien trabaja merece su salario. No anden de casa en casa. En la ciudad a la que vayan y los reciban, coman lo que les ofrezcan, curen a sus enfermos y díganles: “El Reino de Dios está llegando a ustedes”». «Cuando vayan a una ciudad y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “Nos sacudimos hasta el polvo de esta ciudad que se ha pegado a nuestros pies, pero sepan que el Reino de Dios está llegando”».
Después de haber formulado las exigencias del seguimiento, Jesús designa a 72 discípulos para enviarlos en misión. El número «72» indica la totalidad de las naciones de la tierra según el Génesis (cf. cap. 10, en griego), es decir, el mundo entero. Por eso, los discípulos son pocos en comparación con la «cosecha, que es abundante». De ahí la invitación a orar al Señor de la cosecha para que envíe trabajadores a su cosecha. La oración –siguiendo el ejemplo de Jesús (cf. Lc 6,12)– es el primer medio para anunciar el Evangelio y también el instrumento apostólico más eficaz: «Venga tu Reino» (Lc 11,2).
Las condiciones de la misión parecen preocupantes: «Los envío como corderos en medio de lobos…». Los discípulos son enviados a un mundo hostil; por eso debe afrontarse con verdad y con firmeza. Puesto que en el mundo cuentan la riqueza y el poder, los discípulos deben ser pobres: no llevan bolsa para el dinero, que es la seguridad del rico, ni siquiera alforja, que recoge las pocas cosas que dan seguridad al pobre. Paradójicamente, el único tesoro del discípulo es «dejarlo todo» para confiar en la Palabra del Señor: es la riqueza que nadie puede robar (cf. Lc 12,33). Lo que uno posee lo separa del otro; lo que uno dona lo une al otro; quien tiene cosas, dona cosas; quien no tiene nada, se dona a sí mismo: y donarse a sí mismo es el verdadero signo de quien ama y vive para el otro. La pobreza, entonces, es el signo de la autenticidad del discípulo y de la Iglesia: es el ejemplo del Señor Jesús, que «se hizo pobre siendo rico, para que ustedes, por su pobreza, se hicieran ricos» (2 Cor 8,9).
No sorprende la invitación a no saludar a nadie por el camino, pues quiere indicar el compromiso de dedicarse por completo a la misión, sin perder tiempo en otras cosas: es señal de su urgencia.
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Por último, se indica el fruto de la misión. Cuando entren en una casa, digan: «Paz para esta casa». La «paz» es el signo de la bendición divina, es la plenitud de la vida, es el don del Espíritu, es el signo de Dios. Además, toda casa que acoge la Palabra evangélica se convierte, a su vez, en presencia divina y bendición para los hermanos.
«Curen a sus enfermos». Este también es un signo del Reino de Dios que viene. Es importante estar cerca de los que sufren y necesitan ayuda, una palabra de consuelo, atención y afecto.
La misión también conlleva el fracaso y el rechazo; entonces es necesario sacudir el polvo de los pies. El Señor invita a transformar el fracaso en un nuevo comienzo, casi como para indicar que uno no debe cargar con ese rechazo. Para él, ningún rechazo es tan grande como para impedir amar al hermano.
La primera lectura nos recuerda la ternura del Señor que da la verdadera paz (Is 66). La segunda lectura afirma el orgullo del apóstol: es la cruz de Cristo, «por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo» (Gal 6,14). De la cruz, nace la nueva creación que trae la paz.
León XIV: «Sigamos orando para que en todas partes callen las armas y se trabaje por la paz a través del diálogo».