Biblia

Dedicación de la Basílica del Salvador y de San Juan de Letrán

Archibasílica de San Juan de Letrán

Este domingo la Iglesia nos invita a celebrar la dedicación de la Basílica del Salvador y de San Juan de Letrán. La fiesta, que se celebra el 9 de noviembre, aniversario de su consagración, es tan importante que prevalece incluso sobre la liturgia dominical.

¿Por qué tanta solemnidad por esta Iglesia? ¿No sería más lógico celebrar la dedicación de la Basílica de San Pedro, que da testimonio del martirio del Apóstol, llamado por el Señor «piedra fundamento de la Iglesia»? (cf. Mt 16,18).

San Pedro es la basílica de los papas desde hace un par de siglos, pero originalmente era considerada una iglesia de mártires. En Roma, sin embargo, la iglesia más antigua es la Basílica de Letrán, catedral y «Madre» de todas las iglesias. Es la primera construida en Roma, la primera en Occidente, la primera del Imperio Romano. Hasta el siglo IV las iglesias eran casas, domus ecclesiae, donde se celebraba la Eucaristía.

Después de que Constantino, en el año 313, concediera a los cristianos la libertad de culto y donara al Papa el palacio de Letrán, la iglesia construida junto a él pasó a formar parte de la ciudad, asumiendo así un papel visible en la sociedad. Entre los palacios, las casas, las termas y los teatros, ahora aparece también la Iglesia. La vida de los cristianos adquiere un rostro en la vida pública y revela la presencia del cristianismo en la historia.

Debemos tener también presente lo que significaba levantar una obra tan imponente. Era una empresa que involucraba a todo el pueblo: padres e hijos, durante varias generaciones, con el esfuerzo de decenios, todo hecho a mano, sin medios técnicos. Era una obra colectiva, y todos veían crecer los muros de la Iglesia, su solemne fachada, el techo altísimo, la majestad de la basílica catedral.

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He aquí el significado de la celebración de hoy: recordamos la primera iglesia en la capital del cristianismo, la entrada del cristianismo en la vida pública.

La liturgia de la Misa de hoy no quiere solo recordar un edificio hecho de piedra, sino también la fiesta de aquella «iglesia» que somos nosotros. En efecto, «iglesia» no significa principalmente un edificio, sino que –del griego y del latín ecclesia– indica la asamblea de los que son «llamados» por el Señor. «Iglesia» significa solo en un segundo sentido el «edificio» en el que se encuentran y se reúnen, pero en su esencia es la respuesta al Señor que llama y que nos constituye en familia, comunidad, asamblea.

He aquí entonces el sentido de la iglesia y del «ser iglesia»: es el lugar del encuentro con Dios, el lugar de la oración, de la acción de gracias, de la petición de perdón, de la acogida de la bendición del Señor, que se manifiesta en el pan de la Palabra y en el pan de vida que es la Eucaristía.

Esto aclara el significado de las lecturas. La primera: desde el Santuario reconstruido y reconsagrado, el Señor hará brotar un agua tan abundante que dará vida y frutos en abundancia, y saneará incluso el desierto y el Mar Muerto (Ez 47). La segunda lectura proclama que nosotros somos las piedras vivas «del templo santo de Dios y el Espíritu habita en nosotros» (1 Co 3,16). El Evangelio narra el episodio de la purificación del Templo: quien quiere venerar a Dios en espíritu y verdad (cf. Jn 4,24) debe adorarlo en Cristo Jesús, el templo de su cuerpo muerto y resucitado (cf. Jn 2,22).

Esta transformación, de la materialidad de la basílica a la espiritualidad de la comunidad de los fieles, nos recuerda que la verdadera Iglesia no reside en los muros, sino en el pueblo de Dios, llamado a vivir la fe cotidianamente a través de la oración, la caridad y la comunión fraterna.

León XIV: «En el mundo que sufre por las guerras, convirtámonos en constructores de humanidad».

Giancarlo Pani
Es un jesuita italiano. Entre 1979 y 2013 fue profesor de Historia del Cristianismo de la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de La Sapienza, Roma. Obtuvo su láurea en 1971 en letras modernas, y luego se especializó en la Hochschule Sankt Georgen di Ffm con una tesis sobre el comentario a la Epístola a los Romanos de Martín Lutero. Entre 2015 y 2020 fue subdirector de La Civiltà Cattolica y ahora es escritor emérito.

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