Religiones

Francisco y los movimientos pentecostales

© Steve Johnson/Unsplash

El 15 de mayo pasado, en ocasión de la Consultación Carismática Italiana, formada por católicos y protestantes, el Papa Francisco envió a los participantes un telemensaje recordando el camino de diálogo comenzado en Bari en el año 1992. De aquella ocasión Francisco destacó un acontecimiento del Espíritu que sucedió cuando el pastor Traettino, su amigo personal, como invitado a aquel primer encuentro, tuvo aquel gesto feliz y sanador – que también por aquella época Bergoglio practicaba como párroco y como obispo – de lavarle los pies a uno de los responsables del Renovamiento[1]. Es bajo el poder simbólico de este gesto que a continuación indagaremos en la relación de Francisco y los movimientos pentecostales.

El archipiélago Pentecostal

Para comprender el complejo y rico mundo «pentecostal» hay que recordar que pueden distinguirse tres formas de protestantismo: el protestantismo «histórico», constituido por las comunidades nacidas directamente de la Reforma; el protestantismo «evangélico» o «del despertar», que nace poniendo el acento en el encuentro personal con Cristo y suscita un fuerte impulso misionero, como en el caso de los metodistas y de los bautistas; y el protestantismo de los movimientos «de santidad», constituidos por una ola transversal con varias denominaciones, entre ellas los pentecostales.

Si bien todos los que creen en el bautismo en el Espíritu pueden definirse como pentecostales, este término identifica propiamente a aquellos grupos, Iglesias o movimientos que sitúan su origen histórico en el gran despertar que asumió este nombre a comienzos del siglo XX. Su rama más reciente es el llamado «neopentecostalismo» o «Renovación Carismática» (1950), a la que pertenece también la Renovación Carismática Católica (RCC), que nació en Pittsburgh en 1967 y experimentó una rápida difusión.

En el fin de semana del 17 al 19 de febrero de 1967 una treintena de estudiantes católicos estadounidenses de la Universidad de Duquesne acudieron a una convivencia en la casa de retiros The Ark and The Dove [El arca y la paloma], cerca de Pittsburgh (EE.UU.). Meses antes, algunos de ellos habían conocido a personas pentecostales, con las que habían orado y habían tenido la experiencia del encuentro con Dios. Allí oraron para pedir el bautismo en el Espíritu.

Casi todos esos jóvenes vivieron una experiencia trasformadora de Dios y comenzaron a difundirla con frecuentes reuniones de oración. A través de personas activas en los Cursillos de Cristiandad y en otras redes católicas, la iniciativa se difundió en los Estados Unidos y en el mundo. Los llamaban «pentecostales católicos» o «católicos carismáticos». Así nació la Renovación Carismática Católica[2].

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Los pentecostales constituyen uno de los movimientos más amplios de renovación en la historia del cristianismo: en menos de un siglo desde su origen, este movimiento ha llegado casi a un tercio de los cristianos que hay en el mundo. Las estadísticas permiten prever que en 2050 los 2170 millones de cristianos actuales pasarán a ser 2900 millones. Los pentecostales deberían alcanzar los 1000 millones hasta el año 2030. En el último cuarto del siglo XX se difundieron en África, América Latina y Corea del Sur. En América Latina pasaron entre 1970 y 2014 del 4 al 19 por ciento de la población[3].

El 50º Aniversario de la Renovación Carismática Católica

Un acontecimiento importante fue la participación del papa Francisco en la vigilia de oración realizada el sábado 3 de junio de 2017 en el Circo Máximo, en Roma, en ocasión del 50º Aniversario, el «Jubileo de oro» de la Renovación Carismática Católica. Junto al papa estaban presentes en el palco los líderes de la Renovación y los representantes de las Iglesias evangélicas, pentecostales y de otras confesiones religiosas. Antes que el papa Francisco hablaron el padre Raniero Cantalamessa, capuchino, predicador de la Casa Pontificia, y el pastor Giovanni Traettino, de la Iglesia Evangélica de la Reconciliación[4].

El santo padre dijo: «Hoy estamos aquí como en un Cenáculo a cielo abierto, porque no tenemos miedo: a cielo descubierto, y también con el corazón abierto a la ‎promesa del Padre. Estamos reunidos “todos los creyentes”, todos los que ‎profesamos que “Jesús es el Señor”, “Jesus is the Lord”. Muchos han venido de distintas partes del mundo y el Espíritu Santo nos ‎ha reunido para establecer lazos de amistad fraterna que nos alienten en el camino ‎hacia la unidad, la unidad para la misión: no para estar quietos, ¡no!, para la misión, para proclamar que Jesús es el Señor —“Jesus is the Lord”—, para anunciar juntos el amor del Padre por todos sus ‎hijos. Para anunciar la Buena Nueva a todos los pueblos. Para demostrar que la paz es ‎posible. No es fácil demostrar al mundo actual que la paz es posible, pero en el nombre de Jesús podemos demostrar con nuestro testimonio que la paz es posible».

Frente a cerca de 50 000 fieles reunidos bajo un sol deslumbrante —«como la gloria del Señor», dijo el P. Cantalamessa—, Francisco insistió en la «diversidad reconciliada» que hace la paz entre las diversidades presentes entre las diferentes confesiones cristianas.

Por eso los cristianos de las diferentes Iglesias y comunidades eclesiales se reúnen para orar juntos, para pedir la venida del Espíritu Santo, «para salir a los caminos de la ciudad y del mundo a proclamar ‎juntos el señorío de Jesucristo». El papa identificó la Renovación Carismática, nacida cincuenta años atrás, como «una corriente de gracia» que desde el comienzo se connota como ecuménica.

En la víspera, a las 11:30 h, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, Francisco había recibido en audiencia a los líderes evangélicos que habían venido para la vigilia de Pentecostés. El papa les dirigió un saludo y los alentó: «Gracias por lo que hacéis trabajando por la unidad de los cristianos, todos juntos, como el Señor quiere. Caminemos juntos, ayudemos juntos a los pobres, la caridad juntos, la educación juntos… Todos juntos. Y que, por su parte, los teólogos trabajen y nos ayuden. Pero nosotros siempre en camino, nunca quietos, nunca quietos… y juntos».

Los pentecostales y Bergoglio

La relación entre Jorge Mario Bergoglio y el movimiento pentecostal tiene una historia que viene de lejos[5]. Evangelina Himitian, periodista argentina, hija del pastor evangélico Jorge Himitian, amigo del papa, titula uno de los capítulos de su libro sobre Francisco «Un hombre de todas las religiones»[6]. La relación fraterna y las iniciativas ecuménicas del cardenal Bergoglio con judíos, musulmanes y cristianos de otras confesiones constituyen el marco amplio para comprender y apreciar su especial relación con los pentecostales.

Dice Himitian: «Casi todos los representantes de los distintos credos afirmaron que fue durante la última debacle económica de 2001 cuando comenzaron a avanzar por los senderos del diálogo interreligioso»[7]. Al año siguiente, con el aliento de Bergoglio, se fundó el Instituto de Diálogo Interreligioso[8].

El 28 de julio de 2014, durante su visita privada a Caserta a la Iglesia Evangélica de la Reconciliación — motivada por la profunda amistad que lo vincula a su pastor, Giovanni Traettino —, el papa explicó que su relación con los pentecostales nació a partir del hecho de que fueron ellos los que primero vinieron a visitarlo: «Estamos en este camino de la unidad, entre hermanos. Alguno se asombrará: “El Papa visitó a los evangélicos”. ¡Fue a encontrarse con los hermanos! ¡Sí! Porque — y esto que diré es verdad — son ellos los que vinieron primero a verme a mí a Buenos Aires. Y aquí hay un testigo: Jorge Himitian puede contar la historia de cuando vinieron, se acercaron… Y así comenzó esta amistad, esta cercanía entre los pastores de Buenos Aires, y hoy aquí»[9].

La historia de la que habla el papa fue relatada por el pastor Jorge Himitian en un diálogo entre pastores pentecostales en Brasil que citaremos enseguida[10]. Himitian recordaba que, en los años setenta, Bergoglio, que era provincial de la Compañía de Jesús, no había favorecido al movimiento carismático, al que adherían algunos jesuitas. Tanto más fue para ellos una sorpresa la buena acogida que les dio Bergoglio en 2004, cuando fueron a pedirle, en cuanto cardenal, la autorización para celebrar el II Encuentro CRECES[11], en la Universidad Católica. El mediador del encuentro fue Matteo Calisi[12], laico fundador de comunidades católicas carismáticas de alianza en Italia.

En 2006 se realizó un gran encuentro en el Luna Park, el estadio cubierto más importante de la ciudad de Buenos Aires. También Bergoglio participó[13]. Los predicadores invitados eran Raniero Cantalamessa y el pastor Giovanni Traettino. Himitian recuerda: «Ese encuentro comenzó a las 9 de la mañana y concluyó las 7 de la tarde. Normalmente un arzobispo va a un encuentro de ese tipo por quince minutos, saluda y se marcha. Pero él llegó a las 9 de la mañana y se quedó hasta las 7 de la tarde. Y dijo: “Voy a participar, pero con una condición: que los pastores oren por mí” —en esa reunión—. Entonces, ese sábado a la tarde, con todos los medios de comunicación presentes, Bergoglio se puso de rodillas delante de la multitud y pidió a los pastores que le impusieran las manos y oraran por él. Después él compartió unas palabras, quince minutos. “Abrazo, llaga y viento”, fueron los conceptos centrales de su discurso. Entre ovaciones y aplausos afectuosos, dijo él: “Que el Padre nos tape la boca con su abrazo y nos una más y más”. Exhortó: “Apropiémonos de la llaga de Cristo, que nos salvó de nuestros pecados” y definió al Espíritu-Viento como aquel que “nos amasa en la unidad, nos arremolina como Iglesias reconciliadas en la diversidad”. Al final, expresó un deseo: “Quiero orar por lo menos una vez por mes con los pastores”. Y lo hacían: cuatro o cinco pastores de CRECES iban a rezar con él».

Fueron seis años de encuentros multitudinarios en el Luna Park[14] y de encuentros de oración. En el último en el que participó, en 2012, Bergoglio predicó, aclamado por la multitud. Recordó que «Jesús estuvo fundamentalmente en la calle, caminaba en medio de la gente y pasaba haciendo el bien. Todavía hoy sigue pasando, y no vaya a ser que no lo reconozca. Hoy le quiero pedir al Señor, tener ese santo miedo de no reconocerlo entre nosotros. Que no nos acostumbremos a ver en la calle a niños desnutridos, gente abandonada, gente a la que le falta comida y abrigo. Señor que cada vez que veamos una llaga nos sorprendamos y nos acerquemos con ternura»[15].

Bergoglio-Francisco desde la perspectiva de los pentecostales

Himitian describe así a Bergoglio: «Es un hombre de oración, un hombre espiritual, que tiene experiencia con Cristo, experiencia de salvación. Nos encontramos con un hombre extraordinario, un hombre que, cada día, a las 4:15 de la mañana, ya está de rodillas orando al Señor, hasta las 7 de la mañana». Y relata que en sus encuentros mensuales oraban por la ciudad, por Argentina, por el Gobierno: «Era un tiempo de comunión entre nosotros. No conseguimos mantener ese ritmo mensual, pero nos encontramos con alguna frecuencia». Después recuerda: «El primer encuentro fue en su escritorio en el arzobispado de Buenos Aires. Para el segundo vino él a nuestra sede. “Está a la misma distancia” — nos dijo —, y vino él a la calle Condarco. Vino en autobús, caminó a pie cuatro o cinco cuadras. Al final, le dije: “Jorge (no nos permite tratarlo de cardenal; nos tratamos como hermanos), ¿te llevo con mi coche?”, “No, por favor. No es necesario — me respondió —, yo necesito vivir como la gente del pueblo sencillo, estar tocando a la gente, tener olor a pueblo…”. Y… ¡yo no sabía ya más que hacer con mi auto! Así fue nuestra amistad. […] Para nosotros fue un impacto muy grande que un amigo nuestro, compañero de oración, llegara ahora a papa».

Himitian se pregunta: «¿Cuál es nuestra culpa al respecto? … Dos, tres semanas más tarde fui a una reunión. Y una hermana me dijo: “Jorge, felicitaciones por su discípulo”. No entendía a qué se refería (pero era al papa). Esta hermana me dijo: “¡Usted predica como él!”». Y después el pastor reflexiona así sobre la relación con el papa: «Que hay una influencia mutua es verdad. Yo he sido muy bendecido por él. Mucho. Si yo orase cada día como él, … Si yo viviese una vida cerca del pueblo sencillo como él… Nadie sabía las cosas que él hacía [por el bien de la gente], porque las hacía en secreto. Cuando fue elegido papa todo el mundo que había recibido algún beneficio de él comenzó a hablar, a contar. ¡Qué obras! ¡Qué humildad! Es un ejemplo de vida. El mismo Matteo Calisi, dice que vio la evolución de Bergoglio desde que él se vinculó con ustedes [los pentecostales]».

Himitian relata que, cuando mantuvieron un encuentro con Bergoglio ya papa el 31 de marzo de 2013, él —con el consenso de los otros pastores— y el pastor Norberto Saracco le presentaron, sin saberlo, la misma palabra de Dios como mensaje del Señor al papa de parte de los pentecostales, a saber, el pasaje de Jeremías 1: «Te constituí profeta de las naciones…». Himitian recuerda: «Después de haber oído esto, nos confió lo siguiente: “Dos días antes de salir de Buenos Aires, un empleado del arzobispado —era evangélico— cuando me vio pasar corrió detrás de mí y me dijo: Padre, ayer estaba orando por usted y Dios me dio una palabra que me gustaría comunicarle: Jeremías capítulo 1”». Himitian agrega: «¡Fuimos crucificados [por otros pentecostales] por recibir una palabra y comunicarla! Es interesante que fue confirmada por tres que no tenía conocimiento uno del otro. Nos pidió que rezáramos por él: “oren por mí, para que no caiga en la vanidad. Porque la vanidad es como pelar una cebolla: siempre hay otra hoja, y cuando has quitado la última, todavía te queda el olor de la cebolla en las manos”. Traettino se encuentra con él cada dos o tres meses para orar con él».

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La relación de Bergoglio con los pentecostales se ha caracterizado desde el comienzo por tres aspectos fundamentales: el de la amistad personal; el de la oración en común, en la que, para decirlo de forma paulina, Bergoglio «se hacía todo para todos» y no interponía distancias respecto de la manera de orar pentecostal; y el del compromiso en obras de misericordia, punto sobre el cual el cardenal estimulaba a los pentecostales, del mismo modo como lo hacía con los católicos. En todos los encuentros, todo lo que se recaudaba se destinaba a obras de misericordia.

En Buenos Aires existe desde hace más de 35 años una estrecha colaboración entre católicos y protestantes para el servicio a los sin techo.

Dos encuentros privados del papa Francisco

Entre los diversos encuentros del papa Francisco con comunidades pentecostales, el de Caserta fue el que más resonancia tuvo. El pastor Traettino atribuye gran importancia a la amistad. Él afirma: «Nos encontramos conversando amigablemente. Éramos conscientes de ser testigos y, por un designio misterioso de la Providencia, también protagonistas de un acontecimiento que iba a hacer historia»[16].

En realidad, se dieron otros encuentros más, pero tuvieron un carácter más privado, y de ellos no se han publicado discursos ni diálogos. Con autorización del santo padre hemos transcrito algunos pasajes de uno de esos encuentros privados y los citamos a continuación. Servirán para reflexionar sobre la relación entre los pentecostales y el papa desde una perspectiva existencial, poniendo de relieve tres temas principales: el caminar, la diversidad y la encarnación.

Caminar

Caminar es el primer gran tema en el que el papa insiste[17]. La unión entre católicos y pentecostales se hará caminando juntos. No se trata de una fórmula cualquiera. El papa la expresa después de que él mismo fue a visitar a la comunidad de Caserta y la casa del pastor Traettino y de su esposa Franca. Fueron encuentros «en camino», en el sentido de que no hubo ningún protocolo, y el diálogo se fue dando a medida que avanzaba la jornada, de manera familiar.

El caminar del cual habla el papa es, en primer lugar, un mandamiento, el mandamiento que Dios da a Abrahán: «camina en mi presencia y sé perfecto» (Gén 17,1). Este caminar caracteriza al cristiano y, aunque pueda parecer evidente, se define por el «avanzar». «No entiendo a un cristiano inerte», dice el papa.

Pero igualmente importante es evitar la otra tentación, la de «dar vueltas y vueltas». Y este es el signo concreto: «Cuando se camina en la presencia de Dios y se avanza, surge la fraternidad. En cambio, las divisiones son el producto de los chismes y nacen cuando nos detenemos».

El discernimiento de Francisco es claro: división y discusiones caracterizan a una Iglesia estática o que gira en torno a sí misma. Y esto vale tanto para las grandes divisiones, como han sido todos los grandes cismas, como para las divisiones internas a todos los niveles.

La diversidad no es división

Otro tema en el que el papa insiste es la importancia de la diversidad. Francisco lo puso de relieve poco después de haber sido elegido, en la misa de Pentecostés con los movimientos eclesiales: «El Espíritu Santo, aparentemente, crea desorden en el Iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones; sin embargo, bajo su acción, todo esto es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía»[18].

En Caserta el papa retomó esta intuición fundamental: «¿Qué hace el Espíritu Santo? He dicho que hace otra cosa, que se puede pensar tal vez que sea la división, pero no lo es. El Espíritu Santo construye la “diversidad” en la Iglesia. La primera Carta a los Corintios, en el capítulo 12. Él construye la diversidad. Y verdaderamente esta diversidad es muy rica, muy hermosa. Pero luego el Espíritu Santo mismo construye la unidad, y así la Iglesia es una en la diversidad. Y, para usar una hermosa palabra de un evangélico que yo quiero mucho, una “diversidad reconciliada” por el Espíritu Santo»[19].

Debemos señalar que el papa une el mandamiento del caminar con esta unidad poliédrica construida por el Espíritu: «Es por este camino que los cristianos realizamos lo que llamamos con el nombre teológico de ecumenismo: tratamos de que esta diversidad esté más armonizada por el Espíritu Santo y se convierta en unidad; tratamos de caminar en la presencia de Dios para ser irreprensibles; tratamos de ir a buscar el alimento que necesitamos para encontrar al hermano. Este es nuestro camino, esta es nuestra belleza cristiana»[20].

En uno de los encuentros con las comunidades evangélicas, pentecostales y carismáticas, en la pequeña aula contigua al aula Pablo VI[21], respondiendo a la pregunta sobre lo que significa para él el pluralismo, el papa precisó su pensamiento: «Para mí, el problema no es el pluralismo, las diferencias. El problema es la amenaza de la uniformidad. El pluralismo es una riqueza. Si leemos 1 Cor 12 encontramos el himno al pluralismo. En la Iglesia los carismas son aquello que hace que las Iglesias sean ricas. Y así como existe este pluralismo, hay lugar para la profecía. […] Pero ¿qué hace el espíritu del mundo, aquel del que Jesús dijo: «Resistid al espíritu del mundo»? Quiere uniformarlo todo. […] Vosotros podríais decirme: pero tenemos que ser uno. Sí, pero con una figura diversa. A mí me gusta pensar en la figura del poliedro. […] Globalizar como una esfera va contra el plan de Dios, contra lo que Dios ha querido con la creación. Va contra la variedad con la cual el Señor ha creado este mundo. Y es también un pecado contra la redención, contra lo que el Espíritu Santo hace con los carismas».

Aquí vemos cómo Francisco enuncia claramente que el problema no es el pluralismo, sino la uniformidad de la esfera, del pensamiento único. Cuando el papa pregunta a su interlocutor si era eso lo que le había preguntado, el otro explica que su preocupación es el pluralismo que atenta contra la unicidad de Cristo. «¿Cómo cree usted que Cristo es único, de qué modo?», le pregunta entonces el papa, que precisa su pensamiento señalando la gran tentación de todo fundamentalismo: la de adueñarse de la unicidad del Señor.

Francisco lo dice de este modo: «Jesucristo es único porque es el único Señor. Él es el Señor. Lo digo así, humildemente. Es el Señor. Hay algunos que buscan siempre imitar al Señor, pero, en cambio, es precisamente el enemigo. Pensemos en las tres tentaciones en el desierto. Cuando no logra tentarlo, al final le muestra todo el mundo y le dice: “Yo soy el señor de todo esto. ¡Adórame!”. Y el Señor no responde con palabras propias, sino con la palabra del Padre: “Solo adorarás al Señor”. Está siempre esta tentación de adueñarse de la unicidad del Señor. Y él es el único Señor. Esta es la unicidad de Jesucristo, que se expresa en muchas formas diferentes»[22].

Alguno de los presentes regresa al tema del fundamentalismo: «En Caserta hablamos de que una de las dificultades en el camino de la unidad es el fundamentalismo». Y Francisco aclara: «El fundamentalismo […] se transforma en rigidez. Todos tenemos en nuestras Iglesias ejemplos de rigidez. Yo he sido criticado por haber hecho la visita a Caserta, por haber visitado a los valdenses en Turín, y estoy seguro de que mi hermano Giovanni fue puesto sobre la parrilla porque vino a visitarme. Son actitudes fundamentalistas. Significan encierro. Y Jesús nos manda salir. […] Hay fundamentalistas entre los católicos, entre los evangélicos, en todas las religiones: judíos, musulmanes… Es un fenómeno transversal […]. Los fundamentalistas custodian su corazón; su corazón es más importante, y no piensan en el corazón de los otros»[23].

El criterio es la encarnación

El papa insiste en la doctrina de la encarnación: «[El pastor Traettino] habló de otra cosa, de la encarnación del Señor. El apóstol Juan es claro: “Quien dice que el Verbo no vino en la carne, no es de Dios. Es del diablo”. No es de los nuestros, es enemigo. Hubo una primera herejía —digamos la palabra entre nosotros— y fue esto lo que el Apóstol condenó: que el Verbo no haya venido en la carne. ¡No! La Encarnación del Verbo está en la base: es Jesucristo. Dios y hombre, Hijo de Dios e Hijo del hombre, verdadero Dios y verdadero hombre. Así lo entendieron los primeros cristianos y tuvieron que luchar mucho, mucho, mucho para mantener estas verdades: el Señor es Dios y hombre; el Señor Jesús es Dios hecho carne. Es el misterio de la carne de Cristo: no se comprende el amor al prójimo, no se comprende el amor al hermano, si no se comprende este misterio de la Encarnación. Yo amo al hermano porque también él es Cristo, es como Cristo, es la carne de Cristo. Yo amo al pobre, a la viuda, al esclavo, a quien está en la cárcel… Pensemos en el “protocolo” a partir del cual seremos juzgados: Mateo 25. Amo a todos ellos porque estas personas que sufren son la carne de Cristo, y a nosotros que vamos por esta senda de la unidad nos hará bien tocar la carne de Cristo. Ir a las periferias, precisamente donde hay tantas necesidades, o hay —digámoslo mejor— tantos necesitados, tantos necesitados… También necesitados de Dios, que tienen hambre —pero no de pan, pues tienen mucho pan— de Dios. Ir allí, para anunciar esta verdad: Jesucristo es el Señor y Él te salva. Pero ir siempre a tocar la carne de Cristo. No se puede predicar un Evangelio puramente intelectual: el Evangelio es verdad, pero es también amor y es también belleza. Esta es la alegría del Evangelio. Esta es precisamente la alegría del Evangelio»[24].

¿Ha cambiado algo?

¿Ha cambiado algo en la relación entre pentecostales y católicos gracias a estos encuentros, diálogos y gestos que, condensándose en torno a la figura del papa Francisco, tienen un gran impacto y se amplifican a gran escala? Respondamos ante todo transcribiendo el diálogo entre un joven pastor de Nueva York y el papa.

El pastor le dice: «Usted nos ha inspirado. Le puse su nombre a mi hijo menor. ¿Qué sugerencias puede darle usted a un joven pastor para su vida?». El papa le responde: «Lo que voy a decirle parecerá lo contrario, porque un pastor debe proclamar la palabra: una cosa que usted ya sabe y no tiene necesidad de que se la diga. Pero como consejo diré: “Escuchar a las personas”. El ministerio de la oreja. La gente tiene necesidad de ser escuchada. Es tedioso, crucificante. Pero oír, escuchar y decir una pequeña palabra que es semilla que el Señor hará crecer, esta es la pastoral cuerpo a cuerpo. Y esto es importante hoy. Muy importante. Esto es lo que le digo»[25].

Si se considera este diálogo como «una situación particular, sin incidencia institucional», entonces nada ha cambiado. En cambio, si se lo considera como una gracia del Espíritu en personas concretas que se acercan con amistad y con fe, entonces la semilla de un cambio total de mentalidad se ha sembrado y dará fruto.

Los tres grandes temas en torno a los cuales el papa y los pentecostales dialogan en un ámbito de amistad en el Señor —caminar juntos, la unidad como diversidad reconciliada y tocar y servir la carne del Señor— son temas esenciales en los que el dinamismo supera la parálisis secular, la unidad se muestra más grande que todas las diferencias y la caridad prevalece sobre las disputas intelectuales.

* * *

Puede decirse que la dinámica de estos encuentros entre Francisco y los pentecostales ha sido y es la del «ecumenismo del poliedro», del cual habla siempre el papa. El espíritu de estos encuentros — el que tuvo lugar en el Circo Máximo, el que se dio en la pequeña comunidad de Caserta y el de los múltiples encuentros personales — ha hecho brillar la unidad en una diversidad que el Espíritu crea y al mismo tiempo armoniza. En su telemensaje Francisco afirmó: «El Señor nos acompaña como cristianos, sin explicitar las divisiones que existen todavía pero que no nos impiden trabajar juntos, caminar juntos, lavarnos los pies uno al otro (recordemos Bari)». En respuesta al mensaje del Papa el pastor Traettino dio testimonio de cómo el acercamiento de Francisco al mundo pentecostal ha sido «decisivo» y les ha dado «un nuevo impulso» reavivando la pasión y el celo por la unidad. La sensibilidad de Francisco para con el archipiélago pentecostal, como lo llama Traettino, es «una absoluta novedad» en la historia de las relaciones ecuménicas entre católicos y evangélicos. Lo que tenemos en común es tan grande y fundamental – afirmó – que las divisiones pasan a un segundo lugar[26].

  1. FRANCISCO, Videomensaje a la Consultación Carismática Italiana, 15 de mayo de 2021, en https://www.vatican.va/content/francesco/es/events/event.dir.html/content/vaticanevents/es/
    2021/5/15/videomessaggio-consultazione-carismatica.html
  2. La acogida de esta nueva espiritualidad en la Iglesia católica fue de inmediato prudente, pero abierta. En 1969 la Conferencia de los Obispos Católicos de los Estados Unidos publicó un documento que ponía de relieve los aspectos positivos, pero también algunos peligros de los que era preciso cuidarse. Ese mismo año se desarrolló un encuentro con 500 representantes de grupos católicos de oración carismática que nacían espontáneamente, como sectas, sin planificación ni organización centralizada. En 1970 había en los Estados Unidos 200 grupos; en 1972 los carismáticos católicos eran ya 12.000. En 1973 se habló de 1.200 grupos y de 200.000 carismáticos. En 1973 el papa Pablo VI recibió en audiencia privada a una docena de líderes de la Renovación Carismática Católica y les dirigió palabras de aliento. A estas primeras importantes aprobaciones siguieron otras numerosas, sea de los papas, como Pablo VI y, más tarde, Juan Pablo II, sea de conferencias episcopales y de obispos individuales de otros países. Fue Pablo VI el que confió la RCC al cuidado particular del cardenal L. J. Suenens. Cfr E. D. O’Connor, The Pentecostal Movement in the Catholic Church, Notre Dame, Ave Maria Press, 1971.
  3. Cfr Pew Research Center, «Religion in Latin America. Widespread change in a Historically Catholic Region», en http://www.pewforum.org/2014/11/13/religion-in-latin-america/.
  4. «La Iglesia Evangélica de la Reconciliación es el resultado de la fusión del Movimiento Evangélico Internacional Fiumi di Potenza y del Centro Italiano de Comunión y Restauración, fundado en Caserta a comienzos de la década de 1980 por Giovanni Traettino, un pastor bautista que había entrado en contacto con la experiencia pentecostal en Inglaterra» (M. Introvigne – P. Zoccatelli [eds.], Le religioni in Italia, Turín, Elledici, 2006, 306).
  5. Sobre la relación entre el papa Francisco y los movimientos pentecostales véase R. Nogaro – S. Tanzarella, Francesco e i pentecostali. L’ecumenismo del poliedro, Trapani, Il Pozzo di Giacobbe, 2015.
  6. E. Himitian, Francisco. El papa de la gente, Madrid, Aguilar, 2013, 227ss.
  7. Ibid., 239. En ese año las autoridades de la Conferencia Episcopal, de cuya Comisión Ejecutiva formaba parte Bergoglio, y el Consejo Nacional Cristiano Evangélico, que reunía a la mayoría de los cristianos evangélicos del país, se reunieron y firmaron un comunicado conjunto.
  8. Cfr «Cofundadores del Instituto de Diálogo Interreligioso», en www.dialogointerreligioso.org/.
  9. Francisco, Discurso en ocasión de la visita privada al pastor evangélico Giovanni Traettino, en Caserta, 28 de julio de 2014, en w2.vatican.va/.
  10. Cfr J. Himitian, Encuentro con pastores pentecostales en Brasil, publicado el 15 de febrero de2015, en www.youtube.com/watch?v=NWt0P7OACME. Las palabras citadas han sido transcritas del vídeo de este encuentro.
  11. Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo.
  12. Matteo Calisi fundó la «Comunidad de Jesús» en Italia, en Bari, en Pentecostés de 1983. Esta comunidad forma parte del florecimiento de las nuevas comunidades surgidas en el seno de la Renovación Carismática Católica.
  13. Cfr www.youtube.com/watch?v=NnMsXm9DMK8/.
  14. Cfr «Seis mil católicos y evangélicos celebran un culto ecuménico», en www.protestantedigital.com/internacional/28202/Seis_mil_catolicos_y_evangelicos_celebran_un
    _culto_ecumenico.
  15. Cita según Fuertes gestos por la unidad de los cristianos en el Luna Park, en www.aica.org/3631-fuertes-gestos-por-la-unidad-de-los-cristianos-en-el.html.
  16. A. Pavanello, Presentazione del libro «Francesco e i pentecostali» alla librería Feltrinelli di Caserta, 10 de diciembre de 2015, en www.associazionerut.it/francesco-e-i-pentecostali-presentazione-del-libro/
  17. Cfr Francisco, Discurso en ocasión de la visita privada al pastor evangélico Giovanni Traettino, en Caserta, op. cit.
  18. Id., Homilía en la santa misa con los movimientos eclesiales en la solemnidad de Pentecostes, 19 de mayo de 2013.
  19. Id., Discurso en ocasión de la visita privada al pastor evangélico Giovanni Traettino, en Caserta, op. cit.
  20. Ibid.
  21. Encuentro del papa con un centenar de pastores evangélicos pentecostales, 7 de mayo de 2015.
  22. Ibid.
  23. Ibid.
  24. Id., Discurso en ocasión de la visita privada al pastor evangélico Giovanni Traettino, en Caserta, op. cit.
  25. Encuentro del papa con un centenar de pastores evangélicos pentecostales, op. cit.
  26. Cfr Entrevista al pastore Giovanni Traettino, en https://www.vaticannews.va/it/papa/news/2021-05/papa-francesco-fratellanza-cristiani.html (trad. Nuestra).

 

Diego Fares
Fue un miembro del Colegio de Escritores de La Civiltà Cattolica, entre 2015 y 2022. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1976, se ordenó sacerdote en 1986: su padrino de ordenación fue el entonces Provincial de los jesuitas en Argentina, Jorge Mario Bergoglio. Tras graduarse en teología, obtuvo un doctorado en filosofía con una tesis sobre “La fenomenología de la vida en el pensamiento de Hans Urs von Balthasar” (1995). Antes de incorporarse a nuestra revista, fue profesor de Metafísica en la Universidad del Salvador (USAL), en Buenos Aires, y de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Entre los años 1995 y 2015 trabajó como Director de El Hogar de San José, para personas en situación de calle y pobreza extrema. El padre Fares falleció el día 19 de julio de 2022, dejando un valioso legado de escritos sobre diversos temas.

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