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FERMATEVI!

«¡La guerra es una locura! ¡Deténganse, por favor! ¡Miren esta crueldad!».

Son las palabras pronunciadas por el papa Francisco en el Angelus del domingo 6 de marzo, tras la invasión rusa de Ucrania. La Civiltà Cattolica vuelve a lanzar el llamado a través de todas las redes sociales de su revista, con el hashtag #Fermatevi (Deténganse), sobre todo en Twitter, Facebook e Instagram. En el Angelus del 13 de marzo, el Pontífice añadió: «No hay razones estratégicas que resistan: hay que acabar con la inaceptable agresión armada, antes de que las ciudades queden reducidas a cementerios». Y al final reiteró el llamado: «En nombre de Dios, les pido: ¡detengan esta masacre!».

Hoy, a nueve años de su elección, comprendemos plenamente cuan acertada es la definición de «Tercera guerra mundial a pedazos» que el Papa ha acuñado: una guerra progresiva, que involucra otros escenarios ensangrentados como Yemen, Siria y Etiopía, y que parece imparable.

El llamado de Francisco es a tomar conciencia frente a un conflicto que no perdona a nadie, ni siquiera a los niños. Es necesario detenerse porque la escalada podría llevar a la humanidad a un callejón sin salida. Mientras más cruel se vuelva la guerra, más crecerá el río de lágrimas y de sangre, más tortuoso será el camino hacia una posible reconciliación. Y en el trasfondo, por primera vez después de la crisis cubana de 1962, aparece el espectro de la amenaza atómica.

Vale la pena recordar que el papa Francisco se ha reunido tres veces con el presidente ruso Putin (2013, 2015 y 2019), una vez con el presidente Poroshenko (2015), y otra con su sucesor, el presidente Zelenski (2020). Con Putin siempre ha puesto sobre la mesa la situación de Ucrania. Y en 2020, las conversaciones con Zelenski estuvieron dedicadas – como reza un comunicado de entonces – «a la búsqueda de la paz en el contexto del conflicto que aflige a Ucrania desde 2014».

La diplomacia vaticana observa el momento actual, pero también el futuro próximo. En ese sentido, es clara en la condena, pero busca tejer y reparar, no cortar. No ataca a jefes religiosos o políticos, para seguir siendo útil. Llama a solucionar los conflictos y condena las acciones y decisiones políticas o estratégicas malignas. En general, trabaja siempre por la reconciliación y por una estabilidad que permanezca en el tiempo. Por eso el Papa habla claro, al afirmar que no se trata de una «operación militar» – como Putin querría que se la llamase – sino una verdadera «guerra», una «agresión armada inaceptable», fruto de la miopía estratégica. Pero, por otro lado, pide apostar «verdadera y decisivamente por la negociación» entre las partes, poniéndose a disposición si es necesario. La alternativa a la negociación parece ser una violencia sin fin.

Por supuesto, frente al horror de la invasión es natural sumergirse en estrategias militares y políticas. Asignamos culpas y prodigamos alabanzas, sopesamos causas y justificaciones, y dividimos el mundo en amigos y enemigos. Pero hoy también estamos llamados a considerar que lo que destruye tanto a los amigos como a los enemigos es la guerra. El dolor de esta guerra de invasión incluye los efectos de la rabia en el corazón humano: la incapacidad de reconocer la humanidad de las personas reunidas bajo una bandera diferente. Por eso es tiempo de gritar con el Papa Francisco: ¡Deténganse!

Antonio Spadaro
Obtuvo su licenciatura en Filosofía en la Universidad de Mesina en 1988 y el Doctorado en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana en 2000, en la que ha enseñado a través de su Facultad de Teología y su Centro Interdisciplinario de Comunicación Social. Ha participado como miembro de la nómina pontificia en el Sínodo de los Obispos desde 2014 y es miembro del séquito papal de los Viajes apostólicos del Papa Francisco desde 2016. Fue director de la revista La Civiltà Cattolica desde 2011 a septiembre 2023. Desde enero 2024 ejercerá como Subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación.

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