Música

Astor Piazzolla: No solo Tango

© YIN Renlong / La Civiltà Cattolica
© YIN Renlong / La Civiltà Cattolica

Astor Piazzolla nació en Mar del Plata, Argentina, el 11 de marzo de 1921; murió el 4 de julio de 1992, en Buenos Aires. Al cumplirse 30 años de su muerte, queremos recordar algunas iniciativas y grabaciones discográficas póstumas, entre ellas Duettango[1] y, sobre todo, Escualo[2], promovidas por dos sellos que operan en Italia, donde el músico, nacido de padres italianos (el padre, de Apulia, y la madre de Garfagnana), tuvo prolongadas estancias.

Música popular y clásica

Piazzolla vivió en Nueva York desde los cuatro hasta los dieciséis años, y allí, al comenzar a tocar varios instrumentos musicales —incluido el bandoneón, un acordeón de timbre particular—, respiró de manera natural un clima en el que la música popular de su país, llevada por los inmigrantes, se fundía con el jazz y con otras músicas de todo el mundo.

En Nueva York conoció a Carlos Gardel, unánimemente reconocido como el alma del tango a nivel mundial. A cambio de sus servicios como chico de los recados, Piazzolla consiguió consejos y un pequeño papel en la película El día que me quieras (1935). Esta experiencia dejó en él huellas que volvieron a aflorar en sus múltiples actividades posteriores.

Entre las muchas personalidades que conoció en Nueva York se cuenta Béla Wilda, discípulo de Rajmáninov, que le dio algunas lecciones de piano y contribuyó a fundar en él aquella alma dividida entre la pasión por variados géneros de música popular y el espíritu y la cultura que dan contenido a la música clásica.

Tras regresar a su ciudad natal, en 1937, y mudarse a Buenos Aires en 1939, Piazzolla fue recibido en las orquestas de música ligera, donde comenzó a hacerse conocer también como compositor. A partir de 1943 prosiguió también durante casi seis años sus estudios clásicos con el célebre músico argentino Alberto Ginastera, uno de los autores más representativos de América Latina.

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La evolución de Piazzolla como instrumentista y compositor es tan rápida que pronto debe abandonar la famosa orquesta de Aníbal Troilo —hacia el cual seguirá teniendo siempre un gran reconocimiento— e intentar recorrer caminos personales con su propia Orquesta Típica. Inicialmente, esta no obtuvo el favor del público, porque sus tangos y milongas[3] asumían una estructura musical cada vez más clasicista, en tres secciones, con una alternancia de tiempos lentos y rápidos, la introducción de acordes disonantes y otros elementos, también propios del jazz, características todas que no facilitaban el empleo de sus composiciones como música bailable.

Alcance internacional

Gracias a una beca de estudio del Gobierno francés, Astor se fue a vivir a París para estudiar con Nadia Boulanger, que en ese momento era considerada como la máxima autoridad mundial en composición musical. Es curioso que a partir de ese contacto Piazzolla tomó conciencia de que ya había madurado una fuerte personalidad propia inclinada a superar las barreras de los géneros musicales para dedicarse con libertad no solamente a piezas clásicas, sino también a sus adorados tangos, a la canción y a la música de películas.

Habiéndose desembarazado de una suerte de bloqueo psicológico, Astor se sintió libre para colaborar de vez en cuando con artistas muy diversos —desde Gerry Mulligan, el gran músico estadounidense de jazz, hasta las cantantes italianas Mina y Milva— y llegó a componer en total cerca de seiscientas partituras, aún no estudiadas y catalogadas en su totalidad, y a grabar unos cuarenta discos de características muy variadas. Además, resulta difícil llevar la cuenta de las grabaciones de su música por parte de numerosos intérpretes: algunas de sus piezas se prestan de manera particular a ser ejecutadas como bises, ya sea por solistas, por conjuntos de cámara o por orquestas.

Si bien tal vez es más conocido en Europa y en América del Norte, Astor Piazzolla es considerado el músico argentino más grande de la segunda mitad del siglo pasado, mientras que el ya recordado Carlos Gardel lo es de la primera mitad. En 2008 la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner dio el nombre de Astor Piazzolla al aeropuerto internacional de Mar del Plata. En Pesaro, Italia, se le dedicó un centro para promover su música, así como también un importante archivo de libros, vídeos, discos y fotografías. El nombre de Piazzolla es sinónimo de libertad, imaginación, colaboraciones artísticas dispares, sentimiento e inmediatez comunicativa.

Músico a 360 grados

Los dos discos compactos arriba citados, de los sellos Fonè y Decca, son testimonios de programas ideales y complementarios entre sí. El primero, titulado Duettango[4], se basa en el dúo entre el bandoneón y el piano, al que se confiaban habitualmente solo partes de acompañamiento. La idea de valorar el piano había venido de Filippo Arlia, profesor de conservatorio, justamente haciendo divagaciones y consideraciones entre una lección y la otra.

De este punto de partida se pasó a proponer un programa para la grabación en el sello Fonè, ya abierto al jazz y a otros repertorios, e involucrar a Fernando Suárez, el histórico violinista del Quinteto Nuevo Tango, que colaboró con Piazzolla entre 1978 y 1988. La elección de Suárez implicó la voz, cálida y potente, de su hija Cecilia, mientras que la selección de las piezas estuvo dirigida también al repertorio menos frecuentado, con Violentango, Tanguedia y Poema valseado. Un elemento que une ambas grabaciones es el bandoneón de Cesare Chiacchiaretta, verdadero virtuoso del instrumento.

El disco compacto de Decca, Escualo[5], se basa en otro dúo: el de guitarra y bandoneón, que Piazzolla quiso para su Doble Concierto clásico, del año 1985, que, en su estreno, lo tuvo a él mismo como solista en guitarra y a Cacho Tirao en bandoneón, bajo la dirección de Leo Brouwer. En la lista de las piezas elegidas para la grabación aquí también está la Milonga del ángel (1965), una pieza lenta que forma parte de las músicas de escena para El tango del ángel, de Alberto Rodríguez Muñoz.

El disco comienza con la incisiva y vivaz pieza Escualo (1978), que da el título al álbum y documenta la pasión de Piazzolla por la pesca de alta mar. Sigue una emotiva Ave María, originalmente pensada para oboe y piano y tomada, como Oblivion, de la banda sonora de la película Enrique IV (1984), de Marco Bellocchio. Después tenemos la ya citada Milonga del ángel, precedida por Muerte del ángel, que también integra la obra de Rodríguez Muñoz.

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A continuación se quiso insertar la rara Suite Troileana (1975), compuesta por cuatro piezas muy bien caracterizadas. En el primer lugar, como no podía ser de otro modo, encontramos Bandoneón, compuesta, a su vez, por una cadencia y una fuga. En el segundo —de la secuencia original, mientras que en el disco el orden es distinto—, está Zita, un homenaje a la esposa de Troilo; y después, Whisky y Escolaso —nombre, en lunfardo de Buenos Aires, de un juego de azar—. El tono general es ingenioso, no tiene momentos tristes: es, tal vez, la suite más bella de Astor Piazzolla.

Conclusión sugerente

Estamos más allá de la mitad del programa, y nos encaminamos hacia la conclusión con algunas piezas particulares.

Chiquilín de Bachín (1968) es una canción en tiempo de vals con texto de Horacio Ferrer, escrito en el lenguaje popular de Buenos Aires. Ferrer firma ese mismo año el libreto de María de Buenos Aires, la única ópera compuesta por Piazzolla. Milonga para Astor (1988), para guitarra, bandoneón y quinteto de arcos, es una pieza que Roberto Molinelli (Ancona, 1963) dedicó al maestro, entonces en vida.

Afín a todo lo escuchado es el emotivo tema de Luis Bacalov (1933-2017) para la película Il postino [El cartero], de Michael Radford, que le valió un Óscar por la música en 1996 y es recordado como la última interpretación de Massimo Troisi. Antes de esta digna y sugerente conclusión, escuchamos también Oblivion y Libertango, dos de las composiciones más famosas de Astor Piazzolla.

  1. Un SACD del sello Fonè distribuido por New Communication.
  2. Un CD del sello Decca distribuido por Universal Music.
  3. La milonga es una danza de origen afroamericano, precursora del tango.
  4. Véase la crítica en Amadeus, n. 331, 1 de junio de 2017, p. 118.
  5. Entre las críticas publicadas proponemos la de Il Venerdì, del diario Repubblica del 16 de junio de 2017, p. 104, que contiene partes de una entrevista a Giampaolo Bandini, guitarrista.
Giovanni Arledler
Es un sacerdote jesuita, escritor de nuestra revista. Es el autor de varias biografías y de numerosos artículos, entre los que destacan aquellos dedicados a la música. Entre sus libros se puede mencionar: Pedro Arrupe. «Un uomo per gli altri» (Velar 2020); San Luigi Gonzaga (Elledici 2012) y Santa Ildegarda di Bingen. Teologa, artista, scienziata, en cautoría con Anna Maria Cànopi (Velar 2014).

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