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Cambio de rumbo para Colombia

© vaticannews.va

Por primera vez en su historia reciente, Colombia tendrá un gobierno nacional de izquierda. La hegemonía política uribista, que detentó el poder durante las últimas dos décadas, no logró mantenerse en la presidencia de la República y fue derrotada en las urnas. Este hecho inédito para un país tradicionalmente conservador como Colombia, refleja la existencia de nuevas realidades que vale la pena analizar, no sólo por su impacto a nivel nacional sino por las repercusiones que tendrá en el contexto latinoamericano. Chile, Perú, Bolivia y Honduras eligieron gobiernos alternativos el año pasado; países a los cuales se suman otros como México, Argentina, Nicaragua y Venezuela. Colombia, a partir de ahora se agrega a la lista. Queda pendiente Brasil, a la espera de las elecciones presidenciales previstas para octubre de este año, en las que Luiz Inácio Lula da Silva se fortalece como opción de posible nuevo gobierno.

La opción política de izquierda de Gustavo Petro, el nuevo presidente colombiano, no es exactamente igual a la de sus vecinos latinoamericanos, razón por la cual vale la pena examinar el tipo de izquierda que representa. Este artículo propone un análisis de lo sucedido en Colombia y de sus impactos más probables en América Latina. ¿En qué contexto gana Gustavo Petro? ¿Qué margen de gobernabilidad tendrá? ¿Cuál será la posición del uribismo? ¿Cuál es el tipo de izquierda que representa el nuevo presidente colombiano? ¿Qué contrapesos reales tendrá durante su gobierno? ¿Su gobierno tendrá algún impacto en América Latina? Las preguntas son, sin duda, abundantes, pero es importante detenerse en ellas para tratar de comprender mejor este nuevo escenario político.

El contexto electoral

Un escenario de elecciones altamente reñidas. Ese es tal vez el elemento más evidente de lo sucedido en Colombia durante este primer semestre de 2022. Había muchas cosas en juego: la continuidad o no del uribismo en el poder, el fortalecimiento de la izquierda política como opción de gobierno encarnada en Gustavo Petro, la reactivación económica del país luego de la pandemia, el debilitamiento de la democracia a raíz de la cooptación de organismos judiciales y de control del Estado[1] por parte del gobierno de Iván Duque, la intensificación de la violencia armada en varias regiones del país, la política internacional de Colombia en el ámbito de la lucha contra las drogas, el fortalecimiento de los movimientos sociales de protesta y el aumento del desempleo y la pobreza en el país.

En ese panorama, los diferentes partidos políticos decidieron agruparse en coaliciones para presentar candidatos a la presidencia de la República. Los más cercanos a los planteamientos de derecha y de continuismo se reunieron en el denominado «Equipo por Colombia»[2], cuyo candidato fue el exalcalde de Medellín Federico Gutiérrez. Los partidos considerados de centro se reunieron en la «Coalición de la Esperanza»[3], de donde surgiría como candidato el también exalcalde de Medellín Sergio Fajardo. Los partidos de izquierda se reunieron por su parte en una coalición llamada «Pacto Histórico»[4], cuyo líder natural y candidato fue Gustavo Petro. Los demás candidatos se presentaron a través de partidos independientes: el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández («Liga de gobernantes anticorrupción»)[5], el economista Enrique Gómez («Movimiento de Salvación Nacional»), el pastor evangélico John Milton Rodríguez («Colombia Justa Libres») y la candidata ex rehén de las FARC Ingrid Betancourt («Partido Verde Oxígeno»).

En este complejo panorama partidista, las opciones más fuertes que se avizoraban eran, en principio, las respaldadas por las grandes coaliciones: Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo y Gustavo Petro. Sin embargo, luego de los resultados de la primera vuelta realizada el pasado 29 de mayo, los dos candidatos elegidos para el balotaje fueron Gustavo Petro, con 8.527.768 votos (40.32%), y Rodolfo Hernández, con 5.593.209 votos (28,15%). En tercer lugar, se ubicó Federico Gutiérrez con 5.058.010 votos (23,91%), y en cuarto lugar Sergio Fajardo, con 888.585 votos (4,20%)[6]. Del resultado de la primera vuelta es importante resaltar tres elementos: 1) La derrota de Federico Gutiérrez, candidato del uribismo que no alcanzó a pasar a la segunda vuelta. Este hecho se puede entender, por una parte, como un voto de castigo frente al actual gobierno de Iván Duque, pero, por otra parte, como una muestra clara del desgaste político y de la fragmentación existente al interior del partido de gobierno, el «Centro Democrático». 2) Es importante subrayar que, con la derrota de Gutiérrez, también fueron derrotados los partidos políticos tradicionales, que apoyaban esta candidatura con todas sus maquinarias electorales en las regiones. 3) Fue muy significativo el ascenso vertiginoso del candidato Rodolfo Hernández que, contra todo pronóstico, logró pasar a la segunda vuelta con un discurso vehemente centrado en la lucha contra la corrupción, que caló en un porcentaje significativo de la población votante, pero que estuvo poco acompañado de un programa integral y realista para gobernar la Nación.

Las tres semanas que transcurrieron entre la primera y la segunda vuelta, del 29 de mayo al 19 de junio, estuvieron muy marcadas por estos tres elementos mencionados. Tanto en los medios de comunicación como en los ámbitos más académicos de debate, se coincidía en el hecho de que Colombia, en las urnas, pedía un cambio de gobierno. Una alternancia que permitiera dar curso a los desafíos del país desde miradas distintas a las actuales. Sin embargo, la gran pregunta giraba en torno al tipo de cambio que se elegiría. Una opción era la de un gobierno liderado por Rodolfo Hernández, muy centrado en la lucha anticorrupción, en la defensa de la libre empresa, en el uso de un lenguaje directo para denunciar a los corruptos y en la necesidad de promover un desarrollo económico enfocado en el fortalecimiento del sector industrial y de hidrocarburos. Otra opción era la de Gustavo Petro, que se presentaba como candidato a la presidencia por tercera vez consecutiva, líder de la oposición durante el gobierno de Iván Duque y con un proyecto de gobierno centrado en la democratización de la propiedad de la tierra, el cambio de un modelo económico centrado en la extracción de petróleo y carbón a uno centrado en el fortalecimiento de la productividad agrícola e industrial, y la lucha contra el cambio climático.

Las simpatías que este tipo de propuestas podían generar en el electorado también iban acompañadas de temores. Algunos medios de comunicación muy influyentes en el país, desafortunadamente, se centraron más en exacerbar esos temores, contribuyendo así a una fuerte sensación de polarización y de incertidumbre frente al futuro. Todas las encuestas publicadas coincidían en un empate técnico entre los dos candidatos, con una diferencia menor del 5% en todos los escenarios, tal como ocurrió en el resultado oficial. En cualquier hipótesis, la contienda sería muy reñida. Los temores frente a ambos candidatos giraban en torno a sus temperamentos autoritarios y se basaban en la amenaza que esto representaba frente a la institucionalidad democrática del país. Para el caso de Rodolfo Hernández, se sumaba el hecho de encontrarse procesado y tener un juicio pendiente por corrupción durante su período como alcalde de Bucaramanga (2016-2019). En el caso de Gustavo Petro, se agregaban los temores de un posible gobierno cercano ideológicamente al venezolano y el hecho de haber sido miembro del movimiento guerrillero del M-19[7] durante la década de 1980.

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En medio de estas tensiones tuvo lugar el balotaje presidencial el pasado 19 de junio. No obstante, la jornada electoral transcurrió en calma y sin mayores riesgos para el ejercicio del voto en la totalidad del territorio colombiano. En menos de tres horas la Registraduría Nacional del Estado Civil de Colombia dio los resultados del pre conteo, corroborado con el resultado del escrutinio oficial, publicado en la tarde del martes 21 de junio. En el resultado definitivo Gustavo Petro fue elegido como presidente de la República con 11.291.286 votos (49,77%), frente a Rodolfo Hernández con 10.604.337 votos (46,74%). El total de votantes en esta segunda vuelta fue de 22.687.910, de los 39.002.239 habilitados para votar, lo cual significa que el porcentaje de participación ascendió al 58,17%, el más alto registrado en Colombia desde 1998[8].

¿Qué significado histórico y político tiene este resultado?

Este resultado reviste un importante significado a nivel histórico y político, especialmente por la posibilidad real de alternancia en el gobierno nacional. Durante el siglo XX, Colombia fue gobernada por un régimen bipartidista en el que los partidos Liberal y Conservador se repartían los puestos y la burocracia estatal. Visto desde afuera, se trataba de una supuesta alternancia de partidos, pero en realidad se mantenía el poder en las manos de la misma clase política, las mismas élites y las mismas familias, que sencillamente se turnaban para gobernar. Apellidos notables como los Gómez, Pastrana, López, Valencia, Ospina, Holguín, Lleras, Santos, Samper, representan las dinastías gobernantes que tradicionalmente detentaron el poder del Estado. Luego de períodos intensos de violencia partidista como los ocurridos entre 1948-1957, estas mismas elites políticas propusieron una reforma a la entonces Constitución Política vigente de 1886, para crear una fórmula de alternancia en la presidencia, que debería durar 16 años (4 períodos presidenciales) y a la cual denominaron «Frente Nacional». Desde entonces los colombianos aprendieron que entre liberales y conservadores no había mucha diferencia y que se trataba de las mismas elites turnándose en el poder. En el siglo XXI, la tendencia se mantiene desde 2002 hasta 2022 con Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque, en lo que se podría denominar como «el período de la hegemonía uribista».

En este sentido, el hecho de que Gustavo Petro y Francia Márquez hayan ganado la presidencia y vicepresidencia de la República, evidencia una ruptura clara frente a la tendencia preponderante en Colombia desde el siglo pasado. Francia Márquez, una mujer afrocolombiana, líder ambiental, de origen campesino, que trabajó como empleada doméstica y con su trabajo logró estudiar y hacerse abogada para defender los derechos ambientales de su territorio, es un símbolo claro del cambio que busca el nuevo gobierno. De la misma manera, una persona como Gustavo Petro, antiguo miembro de la guerrilla del M-19, concejal de Zipaquirá (un pequeño municipio cerca de Bogotá) y, luego de la desmovilización de la guerrilla, representante de la Cámara, alcalde de Bogotá y Senador, siempre ha sido identificado con la oposición. El simple hecho de que Petro y Márquez hayan ganado estas elecciones es una evidencia de que, en esta ocasión, las elites políticas que han gobernado al país, no estarán en el Palacio de Gobierno. Sin duda, se trata de una oportunidad para que la democracia en Colombia se fortalezca, para que las elites políticas tradicionales se reestructuren y se renueven, y para que en esa nueva dinámica democrática tanto las opciones tradicionales como las alternativas puedan ser realmente competitivas. La perspectiva, en ese sentido, resulta positiva siempre y cuando el gobierno de Gustavo Petro siga respetando la institucionalidad estatal y las reglas democráticas que él mismo defendió desde la oposición.

Nivel de gobernabilidad y equilibrio de poderes

Una de las preguntas que más surgieron durante la campaña presidencial, era precisamente sobre el nivel de gobernabilidad que Gustavo Petro tendría en su mandato. El nuevo Congreso de la República, que fue elegido en los comicios del pasado 13 de marzo, dio como resultado un panorama fragmentado en el que siete partidos políticos se distribuyen la mayoría de los escaños tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes: «Colombia Humana», «Partido Liberal», «Partido Conservador», «Centro Democrático», «Cambio Radical», «Partido de la U» y «Alianza Verde». En este escenario, el desafío de obtener mayorías a favor del gobierno no era una tarea sencilla para ninguno de los candidatos en la contienda por la presidencia de la República. En Colombia, según el estatuto de oposición vigente, los partidos representados en el Congreso deben tomar posición durante los cuatro años de duración de la legislatura. Dicha posición abierta y oficial puede ser de oposición, independiente o a favor del gobierno.

Dado el grado de polarización durante la campaña presidencial, y los temores que tanto Rodolfo Hernández como Gustavo Petro suscitaban en la opinión pública, no se podía predecir con certeza el rumbo que los partidos políticos tomarían frente al nuevo gobierno. Para el caso de Gustavo Petro, su coalición del Pacto Histórico logró obtener 20 del total de 108 escaños en el Senado, y 27 de 188 escaños en la Cámara de Representantes. A pesar de ser la primera fuerza en el Senado y la segunda en la Cámara, después del Partido Liberal, este resultado no era suficiente para obtener mayorías. Las alianzas, en este sentido, eran necesarias. La gran novedad al momento de escribir este artículo, unos días después de la segunda vuelta presidencial, tiene que ver con las recientes declaraciones tanto del «Partido Liberal» como de la «Alianza Verde», en las que se declaran como partidos a favor del Gobierno para la nueva legislatura que entrará en funciones a partir del próximo 20 de julio.

En este escenario, las fuerzas gobiernistas estarían compuestas, por el momento, de la siguiente manera. En el Senado: «Pacto Histórico» (20 escaños), «Partido Liberal» (14), «Alianza Verde» (13), a la cual se sumarían los 5 senadores del «Partido Comunes» (ex FARC) y algunos senadores de partidos como «AICO y MAIS». Con esto, el gobierno nacional liderado por Petro estaría logrando el apoyo de un poco más de 54 senadores y obteniendo, de esa manera, las mayorías que necesita para tramitar las reformas que proponga en esta cámara alta del Congreso de la República. Por su parte, en la Cámara de Representantes contaría con: «Partido Liberal» (32 escaños), «Pacto Histórico» (27), «Alianza Verde» (11), sumándose también los 5 representantes del «Partido Comunes», los 16 de las «curules para la Paz», y otras fuerzas minoritarias que apoyaron a Petro en su campaña, con lo cual llegaría a contar con más de los 94 representantes que necesita para obtener mayorías en esta cámara baja del Congreso.

Se vislumbra, en este sentido, un panorama positivo para el gobierno recientemente elegido, teniendo en cuenta, además, que varias de las fuerzas políticas que se declararán independientes, en determinados momentos podrán apoyar también las propuestas del gobierno nacional. No obstante, el margen de gobernabilidad de la fórmula Gustavo Petro – Francia Márquez, que se mide por la posibilidad de traducir sus propuestas de campaña en leyes de la República, no es muy alto pues las mayorías con las que cuenta hasta el momento no son para nada apabullantes. Este fenómeno, visto desde una perspectiva más amplia significa que, dentro del equilibrio de poderes propio de las democracias occidentales, dicha configuración resulta positiva en tanto permite, por una parte, un margen de maniobra suficiente para el nuevo gobierno puesto que no lo bloquea, pero, por otra parte, le recuerda que no cuenta con un poder absoluto pues tendrá sin duda unas bancadas de oposición fuertes en el Congreso. El uribismo quedó debilitado en estas elecciones, pero no está derrotado. Su papel en el liderazgo de la oposición será un contrapeso significativo para el nuevo gobierno.

¿Qué tipo de izquierda es la de Gustavo Petro?

Si bien Colombia será gobernada durante los próximos años por un gobierno de izquierda, es importante plantearse el interrogante acerca del tipo de izquierda que Gustavo Petro representa, distinta de los planteamientos izquierdistas que defendió durante los años 1980 cuando hizo parte del M-19 y distinta también de izquierdas radicales como la venezolana o la nicaragüense. Para dar respuesta a esta cuestión conviene examinar, de manera breve, los puntos principales de sus propuestas de gobierno.

El tema más fuerte del programa de gobierno de Petro es el del cambio climático. En ello, valga la pena decirlo tal como él mismo lo hizo público en diversos escenarios, que una de sus fuentes inspiradoras se encuentra en las encíclicas del Papa Francisco; del amor político en Fratelli tutti y del cambio climático en Laudato si’[9]. Sobre este tema, se propone que Colombia, país exportador de petróleo y de carbón, disminuya progresivamente la exploración de nuevos pozos petroleros e impulse una transición progresiva a energías limpias como la solar y eólica. Esto, acompañado por un fortalecimiento del sector agroindustrial, textil y turístico del país, que permita una disminución del desempleo, un apoyo decidido a los sectores de población rural, una contribución clara en la disminución de emisiones de carbono en los países que importan el carbón y el petróleo colombianos –que avanzan hacia a modelos menos dependientes de energías fósiles–, y a fortalecer un modelo económico menos extractivista y más productivo.

Otro tema relevante es el de la lucha contra el hambre que, a pesar del crecimiento económico previsto para Colombia durante este año, no logra disminuir. Factores como el efecto post pandemia, el nivel de endeudamiento público actual y el encarecimiento de insumos agrícolas y cese de exportación de cereales como consecuencia de la guerra en Ucrania, ponen este tema sobre la mesa y lo subrayan como urgente[10]. A esto se suma la necesidad de una política de seguridad que disminuya los niveles de violencia armada y de inseguridad que se han intensificado a lo largo de los últimos años. Frente a ello se espera, por una parte, una decidida implementación del Acuerdo de Paz, que contempla una reforma en el sector agrario del país. Es de esperar, también en relación con este tema, una reapertura de los diálogos de paz con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y un apoyo claro a los procesos de diálogos regionales encaminados hacia la construcción de paz y el tratamiento democrático de las conflictividades sociales existentes.

En cuanto a política internacional, Gustavo Petro ha propuesto el restablecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela, rotas desde hace tres años. Este tiempo de cierre ha comprobado que dicha ruptura sólo ha contribuido a empobrecer a las poblaciones que se encuentran en la frontera y a fortalecer las mafias que controlan el paso clandestino de personas y mercancías. Esta propuesta, compartida también por el candidato Rodolfo Hernández, busca reactivar la economía entre los dos países, restablecer los vuelos directos y garantizar los derechos consulares de los ciudadanos colombianos y venezolanos, cuyos países no cuentan en la actualidad con embajadas ni consulados. La agenda internacional propuesta por el gobierno de Gustavo Petro, expuesta durante su discurso pronunciado el día de su elección y cada vez más clara por las conversaciones sostenidas recientemente con el presidente de los Estados Unidos Joe Biden y otros líderes de la región, estará mucho más centrada en los siguientes temas: 1) cambio climático con énfasis en el cuidado de la Amazonía, 2) transición energética hacia una menor dependencia de fuentes fósiles y, 3) América Latina como continente de paz.

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Con estos elementos, se trata de una izquierda más dialogante y menos confrontativa. Una izquierda claramente alejada de discursos antiimperialistas y antineoliberales más propios de las tendencias representadas por ejemplo por Hugo Chávez o Daniel Ortega a comienzos de este siglo. En este sentido, menos ideologizada y reactiva que hace veinte años. Se trata de una izquierda que se orienta más hacia una economía de mercado productiva, que dependa menos del extractivismo y fortalezca los sectores productivos de la sociedad. Por último, se podría hablar de una izquierda más de tipo humanista y «verde», por su énfasis en temas ambientales y de cuidado de la casa común. Una izquierda que, sin embargo, y paradójicamente, causa temor especialmente en los sectores industriales y productivos por la propuesta controvertida de una reforma fiscal que pretende eliminar los privilegios tributarios con los que estos sectores cuentan en la actualidad. Según estos sectores, a menores privilegios tributarios, menor generación de empleos pueden garantizar. No obstante, las cartas están sobre la mesa y habrá que esperar al 7 de agosto, cuando Gustavo Petro empezará a gobernar.

Posibles impactos en América Latina

Con la elección de Gustavo Petro como presidente, Colombia se suma a la lista de países latinoamericanos con gobiernos de izquierda: México, Honduras, Nicaragua, Venezuela, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Cada una de estas naciones intenta responder a sus desafíos locales, algunos con gobiernos de esta tendencia desde hace décadas, como Nicaragua, Venezuela y Bolivia, otros con elecciones más recientes como Honduras, Perú y Chile. Los tipos de izquierda de cada uno de estos Estados no son exactamente los mismos. Esto daría para otro artículo exclusivamente centrado en este interesante análisis. Sin embargo, hay algunos puntos en común para el continente, sobre los cuales la influencia de Colombia puede llegar a ser significativa.

Por una parte, la lucha contra las drogas. Este tema atraviesa la mayor parte de los países del continente, y luego de décadas de lucha frontal, promovida sobre todo desde los Estados Unidos, no se observan resultados contundentes. Por el contrario, son evidentes los niveles de violencia y de corrupción por los que atraviesan países como México, Honduras, Venezuela y Colombia. En este sentido, la posibilidad de una aproximación distinta de este fenómeno, en el que pueda existir un diálogo más amplio entre los países de la región y los Estados Unidos, resultaría de provecho mutuo. Colombia, que ha aplicado las políticas promovidas por los Estados Unidos con ciertos éxitos y fracasos, que ha fortalecido sus sistemas de inteligencia y militares para enfrentar este flagelo, pero que lo ha hecho de cierta manera aislada de los demás países en el continente, tiene ahora la oportunidad de sentarse a dialogar y proponer alternativas creativas que puedan sumarse y contribuir en el fortalecimiento de una agenda común sobre este tema.

Por otra parte, esto puede contribuir a la elaboración de una agenda de paz para el Continente. Colombia, luego de muchos esfuerzos ha estado cerca de crear nuevas condiciones para la consolidación de la paz mediante el diálogo y la negociación. Décadas de experiencia en la materia y aprendizajes adquiridos pueden resultar significativos en una alianza latinoamericana de cooperación en asuntos de paz. La paz al interior de cada Nación, pero también la paz entre los países que constituyen esta parte del planeta.

Por último y no menos importante, Colombia puede ser un aporte para formular una agenda común centrada en la protección y conservación de la casa común, especialmente enfocada en el cuidado de la selva amazónica y los diversos ecosistemas que actualmente se encuentran en riesgo por el aumento de la explotación minera y petrolera en la mayor parte de países de la región. Muy probablemente esos tres temas serán los que Colombia proponga en su agenda internacional.

Conclusión

Cabe afirmar, en conclusión, que el contexto actual de Colombia se percibe de manera positiva. Gustavo Petro y Francia Márquez tienen la oportunidad de demostrar con hechos concretos que su manera de asumir los enormes desafíos del país puede estar a la altura de lo que la sociedad colombiana les ha confiado y exigido en las urnas. También es un momento clave para que la izquierda colombiana, que ya no es oposición, ofrezca un mensaje claro de respeto por las instituciones y las reglas democráticas

  1. Fiscalía General de la Nación, Procuraduría General de la Nación y Contraloría General de la Nación; que, por principio, deben ser independientes.

  2. «Partido Conservador», «Centro Democrático», «Partido de la U», «Partido Mira» y «Cambio Radical». Semanas antes de la primera vuelta se uniría también el «Partido Liberal».

  3. «Movimiento Compromiso Ciudadano», «Nuevo Liberalismo», «Alianza Social Independiente», «Partido Dignidad» y «Colombia Renaciente».

  4. «Partido Colombia Humana», «Unión Patriótica», «Partido Comunista», «Polo Democrático Alternativo», «Movimiento Alternativo Indígena y Social». Días antes de la segunda vuelta se unieron varios líderes del «Partido Alianza Verde».

  5. A quien para la segunda vuelta se unieron los partidos del «Equipo por Colombia» y algunos de la «Coalición de la Esperanza», como el «Nuevo Liberalismo».

  6. Cfr Registraduría Nacional Del Estado Civil, «Resultados elecciones presidenciales 2022 – Primera vuelta», 29 de mayo de 2022 (https://resultadosprecpresidente1v.registraduria.gov.co/presidente/0/colombia).

  7. «Movimiento 19 de abril», desmovilizado en marzo de 1990 y partícipe en la redacción de la Constitución Política de 1991, en la que junto con el liberalismo y el conservadurismo conformó la Presidencia Tripartita de la Asamblea Nacional Constituyente. Esta presidencia tripartita estuvo constituida por Horacio Serpa («Partido Liberal»), Álvaro Gómez Hurtado («Movimiento de Salvación Nacional») y Antonio Navarro («Alianza Democrática M-19»).

  8. Cfr Registraduría Nacional Del Estado Civil, «En la segunda vuelta presidencial del 2022 se registró la abstención más baja de los últimos 24 años», 21 de junio (https://www.registraduria.gov.co/En-la-segunda-vuelta-presidencial-del-2022-se-registro-la-abstencion-mas-baja.html).

  9. Cfr «¿Se cumplió lo que predijo Gustavo Petro? Entrevista con Vicky Dávila días antes de las elecciones», en Semana 2022 (https://www.semana.com/nacion/articulo/se-cumplio-lo-que-predijo-gustavo-petro-lea-su-entrevista-con-vicky-davila-dias-antes-de-las-elecciones/202211/), 29 de mayo de 2022.

  10. I. Cota, «La OCDE ve ‘riesgo agudo’ de crisis alimentaria en América Latina», en El País (https://elpais.com/economia/2022-06-07/la-ocde-ve-riesgo-agudo-de-crisis-alimentaria-en-america-latina.html), 8 de junio de 2022.

José Darío Rodríguez Cuadros
Es doctor en Estudios Políticos de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) y coordinador del Programa Conflicto, Estado y Paz del CINEP (Bogotá). Entre sus escritos destacan sus libros “Génesis, actores y dinámicas de la violencia política en el Pacífico nariñense” (Cinep 2015) e “Iglesias locales y construcción de paz” (Cinep 2020).

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