Personajes

Rafael Tello

Pensador creativo del cristianismo popular

foto: servicioskoinonia.org

El entonces cardenal Bergoglio elogió al teólogo Rafael Tello en un volumen dedicado al pensamiento original y creativo del autor[1] como «una de las mentes más brillantes de la Iglesia argentina en el siglo XX»[2]. Bergoglio destacaba allí, en particular, uno de los elementos clave de la herencia teológica de Tello, a saber, que su teología «nos aguijonea preguntándonos si les estamos dando a los pobres el lugar que merecen. Nos invita a que transformemos la Iglesia en la casa de los pobres»[3].

Rafael Tello: breve perfil

Rafael Tello (1917-2002) fue sacerdote de la archidiócesis de Buenos Aires. Sus raíces familiares se sitúan en la lejana provincia de Jujuy. Provenía de una familia importante y, a pesar de su origen español, tuvo la oportunidad de convivir con el pueblo mestizo de la vasta región del noroeste argentino, lindante con los Andes, donde en su juventud pasó muchos veranos en la antigua granja de su abuelo. Desde el comienzo de su ministerio sacerdotal y docente desarrolló una profunda consciencia del lazo entre Argentina y la «Patria grande», es decir, el ancho mundo de América Latina y de sus pobladores campesinos, como también con las clases trabajadoras urbanas que, a pesar de tantas fronteras nacionales y barreras étnicas y raciales, constituyen el núcleo mismo del catolicismo latinoamericano y del argentino.

Tello mantuvo una colaboración estrecha y llena de estima con Lucio Gera (1924-2012), otro sacerdote diocesano, en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA). Ambos tuvieron un papel importante en el cautivante período de renovación eclesial iniciado por el Concilio Vaticano II. Participaron en la elaboración de las revolucionarias conclusiones del Documento de Medellín de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM: Consejo Episcopal Latinoamericano) y fueron miembros clave de la Comisión Episcopal para la Pastoral (COEPAL) de los obispos argentinos, que en 1969 produjo el Documento de San Miguel. Este documento fue una verdadera divisoria de aguas, un fecundo plan pastoral para la Iglesia en Argentina que llevó a muchos cambios creativos en ese país y en otras naciones latinoamericanas.

Naturalmente, en la raíz de los cambios se encontraba la amplia acogida que había tenido en América Latina un método pastoral-teológico inductivo popularmente llamado «el círculo pastoral» —el enfoque «ver-juzgar-obrar» para la programación pastoral—, inicialmente apoyado por la Acción Católica y, en particular, por la Juventud Obrera Cristiana del cardenal Joseph-Léon Cardijn en los años que precedieron al Concilio Vaticano II[4]. Este método pastoral-teológico, que estuvo fuertemente apoyado por el Concilio mismo en la constitución pastoral Gaudium et spes y ampliamente adoptado por los obispos de América Latina, fue reafirmado por el Documento de Aparecida y recibe ahora un renovado énfasis en el ministerio petrino del papa Francisco, como se indica en su programática exhortación Evangelii gaudium (EG)[5].

Bergoglio conoció a Gera y a Tello en el tiempo de sus estudios en el seminario de Villa Devoto, antes de entrar a los jesuitas en 1959. A ambos se los considera los padres de la que terminó por llamarse «teología del pueblo», que prefirió un método teológico en el que se da relieve como punto de partida al análisis antropológico histórico y cultural frente al análisis marxista[6].

Tello tuvo algunas dificultades con su arzobispo, el cardenal Juan Carlos Aramburu, y fue suspendido a divinis a finales de los años setenta[7]. Durante los veinte años siguientes se abstuvo de todo ministerio público, pero siguió presentando discretamente sesiones de trabajo en su casa, encuentros con sacerdotes, religiosos y laicos que acudían en busca de su consejo y pusieron en práctica algunas iniciativas pastorales que alcanzaron un éxito extraordinario y siguen animando todavía hoy a la Iglesia argentina. Entre ellas recordemos las peregrinaciones juveniles anuales al santuario de Nuestra Señora de Luján y los concurridos servicios devocionales y sociales del santuario de San Cayetano del barrio bonaerense de Liniers. Estas iniciativas hunden sus raíces a fondo en la gran vitalidad religiosa de la cultura juvenil y popular y dan una respuesta a la insistencia de Tello en el hecho de que una Iglesia evangelizadora debe adoptar un enfoque pastoral auténticamente popular, que nace más desde abajo que desde arriba.

Aunque Tello no obtuvo nunca un diploma de doctorado, fue un profesor autorizado del seminario y un orador estimado. No obstante, nunca realizó su trabajo como lo haría cualquier académico, procurando publicar sus propios escritos, dar publicidad a sus conferencias y cultivar su reputación entre los colegas. Aun así, tuvo un impacto profundo en personas entre las que se cuentan líderes eclesiales que fueron también amigos personales suyos. Uno de estos fue el cardenal Eduardo Pironio, a quien Tello conocía desde los tiempos del seminario. Desde Roma, donde Pablo VI le había asignado varios encargos importantes, Pironio envió una sentida carta de apoyo a Tello inmediatamente después de su suspensión a divinis.

Años después, el cardenal Bergoglio, segundo sucesor de Aramburu, declaró su inmenso respeto por Tello en el prólogo arriba citado como también en el evento inaugural que se desarrolló en la Universidad Católica Argentina con ocasión de la publicación del libro de Bianchi. Bergoglio había conocido a Tello cuando tenía diecisiete años, mientras que su último encuentro tuvo lugar mucho más tarde, después del nombramiento de Bergoglio como arzobispo[8].

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Algunas palabras de Tello escritas poco antes de su muerte, en su carta al cardenal Bergoglio del año 2001, arrojan luz sobre la extraordinaria herencia que dejó a la Iglesia argentina y sobre su aportación a la visión pastoral del papa Francisco: «Para mí, el problema más grande de la Iglesia argentina es cómo llegar a esa inmensa mayoría de cristianos a los que no alcanza la Iglesia institucional. Creo que Usted —V. Ecia.— tiene una misión providencial de iniciar una reforma en la Iglesia (¿Buenos Aires? ¿Argentina? ¿Más allá? Yo no sé). Le pido a Dios que pueda cumplirla»[9].

La visión teológica de Tello

Rafael Tello era un teólogo sistemático, sólidamente tomista, convencido ante todo de que, en definitiva, toda la teología es pastoral. Él fundaba esta convicción en el misterio de un Dios trinitario, encarnado, cuya naturaleza es amante, creadora, difusiva, dispuesta a dar y a recibir a través de relaciones caracterizadas por reciprocidad y, sobre todo, por misericordia. Un Dios semejante no es una idea ni una abstracción, sino más bien un poder y una presencia viva, centrados en la comunicación de amor a los demás. En el orden práctico y concreto esto conduce a resultados existenciales: comida para los hambrientos, bebida para los sedientos, vestidos para los desnudos, libertad para los prisioneros, justicia para los oprimidos y, naturalmente, vida abundante en este mundo y en el otro. Dios es amor y, como no se cansa de decir san Ignacio en los Ejercicios espirituales (EE), «El amor se debe poner más en las obras que en las palabras» (EE 230)[10].

Sirviéndose del interesante estudio de Bianchi sobre Tello y manteniendo como trasfondo el trabajo pionero de estudiosos como Omar Albado y el arzobispo Víctor Manuel Fernández, procuraremos ahora delinear algunos elementos fundamentales del pensamiento de Tello e intentaremos ponerlos en relación con las palabras y las acciones del papa Francisco[11].

Como ya hemos insinuado, la primera característica que se destaca en la teología de Tello es el hecho de ser inseparable de la acción pastoral en el mundo. Ello significa que la tarea de la Iglesia consiste en desarrollar un verdadero programa pastoral-práctico del cual surja después la reflexión teológica. Muchas correspondencias nos muestran que el papa Francisco está empeñado en encarar graves problemas pastorales que tocan la vida de los creyentes comunes y de los no creyentes sirviéndose de la metodología del círculo pastoral, que asigna el primer puesto al encuentro con la realidad. La doctrina no basta: debe tornarse en vida.

Esta exigencia metodológica es captada de forma sintética por el papa Francisco en Evangelii gaudium, y se la repite a menudo: «La realidad es superior a la idea»[12]. Ante una Iglesia que actúa como un «hospital de campaña» surgen desafíos prácticos de todo tipo: por ejemplo, los relacionados con la desintegración y la reconfiguración de la familia, con la creciente desigualdad económica, con la alienación de los jóvenes, con la degradación medioambiental. La doctrina y la tradición son, por cierto, importantes para iluminar respuestas pastorales nuevas y mejores, pero, en general, no son el punto de partida para el tipo de reflexiones teológicas orientadas a la praxis que Tello persiguió durante toda su vida.

No obstante —y esta es la segunda característica del pensamiento de Tello—, el teólogo argentino permaneció obstinadamente fiel a las enseñanzas y tradiciones de la Iglesia, aun cuando a veces parecía ir en direcciones nuevas o inéditas. Todos los que lo conocieron concuerdan en su fidelidad creadora a la Iglesia y al Magisterio. Hablando de Tello observa Bianchi: «A pesar de los problemas que pudo haber tenido por sus posturas teológicas y sus iniciativas pastorales, siempre pensó en la Iglesia y se preocupó por presentar su teología en el cauce del Magisterio y de la rica Tradición eclesial»[13].

La solicitud pastoral suscitada por el papa Francisco ha puesto en juego diversos problemas objeto de controversia: por ejemplo, la atención pastoral de las personas homosexuales o la necesidad de favorecer una mayor participación de las mujeres en la vida de la Iglesia. En todos y cada uno de los casos se puede afirmar que el Papa tiene la intención de favorecer un proceso de verdadero discernimiento que, a veces, requiere reflexiones nuevas acerca del modo de aplicar las enseñanzas de la Iglesia de manera más eficaz a la luz de las exigencias de la nueva época en la que, quiérase o no, se encuentran el mundo y la Iglesia.

Los obispos latinoamericanos habían comprendido bien todo esto en Aparecida. En 2007 el CELAM elaboró un plan pastoral apoyándose en la piedra angular del Documento de Aparecida, en el que se afirma: «Como pastores de la Iglesia, nos interesa cómo este fenómeno [= el cambio de época] afecta la vida de nuestros pueblos y el sentido religioso y ético de nuestros hermanos que buscan infatigablemente el rostro de Dios […]. Sin una percepción clara del misterio de Dios, se vuelve opaco el designio amoroso y paternal de una vida digna para todos los seres humanos»[14].

Para la Iglesia de hoy seguir un enfoque más pastoral-práctico que doctrinal o tradicionalista es totalmente coherente con las exigencias de la «nueva época» intuida por los obispos latinoamericanos y con la naturaleza misionera y evangelizadora de la Iglesia misma, como lo enseñaran el Concilio Vaticano II y los cuatro predecesores del papa Francisco. La teología de Tello es un ejemplo particularmente interesante de una teología pastoral-práctica semejante, que pone en evidencia el papel evangelizador de todos los bautizados.

Una tercera y, tal vez, aún más significativa característica de la teología de Tello es su concepción ampliada de la opción por los pobres, vinculada por él al concepto de «pueblo», que él desarrolla en un trabajo aún inédito titulado El cristianismo popular según las virtudes teologales. Es difícil resumir la exposición que el teólogo argentino hace de sus mayores implicaciones, descritas con precisión por Bianchi. Baste aquí indicar algunos conceptos clave.

Tello considera que la actividad evangelizadora de la Iglesia debe concentrarse sobre todo en la cultura popular más que en la cultura moderna o ilustrada, o que en la cultura eclesial, por interesantes que estas puedan ser. Esto es particularmente cierto en América Latina, donde se encuentra el cuarenta por ciento de los católicos de todo el mundo. Hace quinientos años los portugueses y los españoles decidieron, por una serie de razones, evangelizar las Américas más como pueblo que como comunidades eclesiales, sin imponer un método pesado, centralizado o estandarizado. Esto explica el carácter distintivo del catolicismo latinoamericano, marcado por la mezcla de elementos nativos americanos, africanos e hispano-portugueses medievales y barrocos. Si bien no ha sido ciertamente una evangelización perfecta, condujo a la creación de una forma vital específica de cristianismo popular que es un elemento constitutivo de la identidad del «pueblo», de los habitantes de América Latina.

Las enseñanzas de este extraordinario período de la historia de la evangelización deben transmitirse a la Iglesia universal. Tello sostenía que la peculiar experiencia latinoamericana demuestra que el mensaje de Cristo se comunica mejor desde el pueblo, es decir, desde el interior de la cultura misma del pueblo. Así, el Evangelio y otras enseñanzas pueden hacerse vida evitando la tentación de superficialidad de la que habló el papa Pablo VI en la exhortación Evangelii Nuntiandi (EN), cuando previno contra una fe que permanece a veces en la superficie, como el barniz[15]. La evangelización debe darse «de dentro hacia fuera», no «de fuera hacia dentro».

La moderna cultura ilustrada, promovida en la mayoría de los casos por académicos, en especial en los mundos secularizados de Europa y de Norteamérica, ha ignorado o rechazado sistemáticamente la cultura popular como atrasada, supersticiosa, etc[16]. La cultura eclesial, según Tello, fue a su vez contaminada por la cultura moderna inspirada en la Ilustración, así como por un destructivo clericalismo. Por tanto, no está en condiciones de implicar eficazmente al pueblo en un serio proceso de inculturación a través del cual el mensaje cristiano se torne en cultura e incida profundamente en los corazones y en las mentes de un pueblo. En consecuencia, en América Latina ni la cultura ilustracionista moderna ni la cultura eclesiástica son aptas para la misión evangelizadora de la Iglesia.

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Si bien la Iglesia como pueblo de Dios no es lo mismo que «el pueblo», hay muchos puntos de contacto. Al igual que el papa Francisco, también Tello utilizó a menudo, en el espíritu de la Lumen gentium, la expresión «santo pueblo fiel de Dios en la historia» para referirse a la Iglesia. El concepto de «pueblo» pone de manifiesto el carácter histórico y dinámico de una vida común compartida, como también el incesante peregrinar, el viaje escatológico del pueblo de Dios. Dicho viaje exige atención a la realidad, a los «signos de los tiempos», como subrayara el Concilio Vaticano II.

Tello reconoce también un puesto de particular importancia a los pobres, a los que toda la Iglesia está referida no solamente en la caridad, a causa de sus necesidades, sino también en cuanto mediadores privilegiados de la presencia de Dios, el rostro de Cristo en el mundo y fuente de una hermenéutica particular, una lente para interpretar y discernir la voluntad de Dios para todo su pueblo santo.

Una enseñanza fundamental de Tello, que nos conduce a una ulterior comprensión del modo en que la cultura popular es el medio más eficaz para la evangelización, surge nuevamente de su aprecio por la reflexión de Tomás de Aquino sobre el acto de fe. El Aquinate habla de la naturaleza de la relación de la persona con Dios que la fe hace posible. Esta relación asume tres formas: credere Deo, credere Deum y credere in Deum. Los editores responsables de Mysterium Salutis explican cómo deben comprenderse estas distinciones: «Creer, pues, en sentido teológico, significa: credere Deo, en cuanto que Dios es aquel a quien creemos en su testimonio y apoyados en su testimonio […]; credere Deum, en cuanto que, en definitiva, es Dios el que se comunica al hombre, de modo que creemos en él […]; credere in Deum, por cuanto que el hombre, en el acto de fe, se abandona a Dios por entero y, en una fe ya totalmente realizada, se dirige a Dios con amor y confianza»[17].

Tello sostiene que es esta tercera relación —credere in Deum— la que más caracteriza la fe del pueblo. Él vincula a ella un conocimiento «afectivo» de Dios que está particularmente desarrollado en la cultura popular. El teólogo argentino reflexiona sobre el conocimiento afectivo, que el Aquinate llama «conocimiento por connaturalidad», semejante a la sabiduría. Bianchi explica que el conocimiento y la sabiduría de los pobres y del pueblo no suelen ser fruto del estudio, sino de lo que un hombre sabio «posee en sus tendencias afectivas, en sus hábitos morales o teologales que lo ponen en contacto con aquello sobre lo que se ejerce el juicio»[18].

Tello se esfuerza por mostrar cómo es posible que el «pueblo» sea hoy el principio evangelizador en América Latina. A este respecto es interesante el hecho de que la Comisión Teológica Internacional haya publicado en 2014 una profunda reflexión titulada El «sensus fidei» en la vida de la Iglesia, por la cual el Santo Padre ha mostrado un vivo interés. Estudios futuros podrán dedicarse a analizar posibles complementariedades entre el pensamiento de Tello y la antigua enseñanza de la Iglesia sobre el intuitus de la fe, del cual participan todos los bautizados.

El pensamiento fundamental de Rafael Tello, de Lucio Gera y de otros teólogos argentinos del pueblo demuestra cómo hoy, bajo el ministerio petrino del papa Francisco, las «periferias teológicas» están apelando al centro como nunca antes había sucedido.

Sin duda, todavía habría muchas otras cosas que decir sobre el pensamiento de Tello y sobre el modo en que puede constituir una fuente —implícita o explícita— de algunos de los gestos, mensajes y acciones del papa Francisco.

  1. Cf. Enrique Ciro Bianchi, Pobres en este mundo, ricos en la fe, Buenos Aires, Ágape, 2012, nueva edición electrónica bajo el título de La teología de la pastoral popular de Rafael Tello. Para entender las raíces teológicas del Papa Francisco, edición propia del autor (versión Kindle), 2016. Citamos aquí según esta edición electrónica.

  2. Jorge Mario Bergoglio, «Prólogo del Cardenal Jorge Mario Bergoglio a la edición en papel», en Enrique Ciro Bianchi, op. cit., posición 145.

  3. Ibíd., posición 151.

  4. Cf. Frans Jozef Servaas Wijsen, Peter Henriot y Rodrigo Mejía (eds.), The Pastoral Circle Revisited, Nueva York, Orbis, 2005.

  5. Cf. EG 40.

  6. Cf. Juan Carlos Scannone, «El papa Francisco y la teología del pueblo», Razón y fe 271 (2014) 32s, accesible en: http://www.encuentromundi.org/wp-content/uploads/2015/02/Bergoglio-y-teologia-del-pueblo.pdf.

  7. Los verdaderos motivos de estas dificultades de Tello con el cardenal Aramburu no son de dominio público. Cf. Juan Carlos Scannone, «Relación entre la pastoral de Francisco y la teología del pueblo: conversación con el padre Scannone», 29 de marzo de 2014, en www.news.va/es/news/relación-entre-la-pastoral-de-francisco-y-la-teolo (también en http://www.jesuitas.org.co/documentos/308.pdf).

  8. El texto editado de la intervención de Bergoglio puede leerse en Jorge Mario Bergoglio, «“Pobres en este mundo, ricos en la fe”. A propósito de la figura y el pensamiento del padre Rafael Tello», Vida Pastoral 310 (2012), accesible en http://www.sanpablo.com.ar/vidapastoral/nota.php?id=664, así como también en la edición electrónica del libro de Bianchi: «Palabras del cardenal Bergoglio en la presentación del libro (12/5/2012)», en Enrique Ciro Bianchi, op. cit., posiciones 16ss. La grabación audiovisual de la intervención puede verse y oírse en https://www.youtube.com/watch?v=boCYFCfCU4k (1.ª parte) y https://www.youtube.com/watch?v=N4RLyt3AlQU (2.ª parte).

  9. Citado en Bianchi, «Muchas veces la brújula, el olfato, lo tiene el Pueblo de Dios», Vida Pastoral 318 (2013), pp. 6-9, accesible en http://www.sanpablo.com.ar/vidapastoral/nota.php?id=737.

  10. Recordemos que otro teólogo sistemático, el conocido tomista Karl Rahner, afirmó reiteradas veces que, en definitiva, toda la teología es pastoral. Cf. William van Dych, Karl Rahner, Nueva York, Continuum, 1992, p. 160. Dych observa aquí que «la preocupación de Rahner de que la Trinidad fuese una “verdad olvidada” en el plano práctico era fundamentalmente una preocupación pastoral. Estaba convencido de que una comprensión renovada de la Trinidad habría de apoyar la práctica de la fe en el mundo» [cursiva nuestra]. En cuanto al reconocimiento por parte de Rahner de las significativas aportaciones de teologías latinoamericanas como la «teología del pueblo» de Gera y de Tello, cf. K. Rahner et al. (eds.), Befreiende Theologie. Der Beitrag Lateinamerikas zur Theologie der Gegenwart, Stuttgart-Berlín, Kohlhammer, 1977, y su prefacio titulado «Einleitende Überlegungen zum Verhältnis von Theologie und Volksreligión», en K. Rahner et al. (eds.), Volksreligion-Religion des Volkes, Stuttgart, Kohlhammer, 1979, pp. 9-16.

  11. Cf. Omar César Albado, «La teología afectiva como modo de conocimiento del pueblo en la pastoral popular del padre Rafael Tello», Vida pastoral 51 (2010), pp. 24-28; Víctor Manuel Fernández, «El Padre Tello: una interpelación todavía no escuchada», Vida pastoral 43 (2002).

  12. EG 231-232.

  13. Enrique Ciro Bianchi, op. cit., posición 342.

  14. Documento de Aparecida, n.o 35.

  15. Cf. EN 20.

  16. Cf. Enrique Ciro Bianchi, op. cit., posiciones 911-927.

  17. Johannes Feiner y Magnus Löhrer (dirs.), Mysterium Salutis. Manual de teología como historia de la salvación, t. I: Fundamentos de la dogmática como historia de la salvación, Madrid, Cristiandad, 1969, p. 30. Cf. Tomás de Aquino, Summa Theologiae, II-II, q. 2, a. 2; In Sententia, 3, s. 23, q. 2, a. 2; De veritate, q. 14, a. 7, ad. 7; Enrique Ciro Bianchi, op. cit., posición 2 052.

  18. Enrique Ciro Bianchi, op. cit., nota 330, posición 4 822.

Allan Figueroa Deck
Es un distinguido sacerdote académico de teología pastoral en la Universidad de Loyola Marymount, donde también es rector de la comunidad jesuita. Se doctoró en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana y en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de San Luis. Es autor o editor de nueve libros y más de sesenta artículos y capítulos sobre Teología Pastoral, Fe y Cultura, Competencia Intercultural y Espiritualidad. Es cofundador y primer presidente de la Academia de Teólogos Católicos Hispanos de los Estados Unidos (ACHTUS), y fundador y primer director del Instituto Hispano de la Escuela Jesuita de Teología de la Universidad de Santa Clara, así como del Instituto Loyola para la Espiritualidad en Orange, CA. De 2008 a 2012 fue el primer director ejecutivo del Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.

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