En los últimos tiempos, el islamismo radical, representado sobre todo en Occidente por al-Qaeda y el ISIS (o Daesh), se ha eclipsado progresivamente. De ser una amenaza real ha pasado a ser más evanescente, casi episódica, tanto en la percepción de la opinión pública como en los medios de comunicación. Sin embargo, hay que recordar que el eclipse de un fenómeno no equivale a su completa extinción, como de hecho han demostrado los acontecimientos más recientes.
A este respecto, se ha hablado de un «silencio aparente» debido a que el fenómeno ha afectado a algunas zonas del mundo; de hecho, se ha producido una penetración suya «en aquellos espacios vacíos geopolíticos en los que la fragilidad del poder político y el debilitamiento de la dimensión estatal se han agudizado en estos años»[1]. Nos referimos a zonas como el Cuerno de África, el Sahel, el África subsahariana, las exrepúblicas soviéticas asiáticas, así como a algunos países como Afganistán, Siria, etc.
Desde una perspectiva de larga duración, estos aparentes eclipses del terrorismo yihadista deben interpretarse más bien como una especie de «activismo reorganizativo», que a menudo «anticipa acontecimientos preocupantes y un aumento del nivel de la amenaza»[2]. En efecto, antes de los trágicos hechos del 11 de septiembre de 2001 —el atentado de al-Qaeda contra las Torres Gemelas de Nueva York— nada en el ámbito yihadista hacía presagiar un desastre de tal magnitud: el acontecimiento fue precedido por un largo periodo de aparente estancamiento de la organización. El caso es que ese periodo, con todo lo que representó, ha quedado definitivamente atrás, y todas las agencias de inteligencia del mundo occidental y los aparatos de seguridad vigilan atentamente para que el islamismo radical no resurja de sus cenizas.
El ISIS y el yihadismo mediático
En este artículo nos ocuparemos sobre todo del ISIS en tiempos recientes, el cual se distingue de otras organizaciones de la galaxia yihadista por los hechos históricos que le están vinculados, como la creación en 2014 de un califato islamista en un vasto territorio entre Siria e Irak, y los múltiples atentados terroristas reivindicados en varios países. El ISIS fue derrotado en 2019 por una coalición de 14 Estados, sobre todo gracias a las milicias kurdas, con la ayuda de la aviación estadounidense.
Pero el «viento del califato» no se apagó con la caída de Mosul, de Raqqa y de Sirte, ni con la muerte de miles de combatientes procedentes de diversas partes del mundo. Su maquinaria de muerte ha seguido y sigue funcionando. Existen núcleos armados, grandes y pequeños, que en Medio Oriente, Asia y, sobre todo, en África, están intentando reconstruir la red operativa de la organización yihadista, ya no centrada en un territorio determinado, sino descentralizada y capilar. Daesh ha perdido su Estado territorial, pero ha creado una potente fábrica de odio en la web y en las redes sociales[3]. Mantiene una estructura mediática fuerte para facilitar el reclutamiento de nuevos adeptos. Su objetivo, especialmente en Occidente, es incitar a «lobos solitarios» a actuar contra los enemigos, los herejes chiitas, los cristianos y los judíos, y a reivindicar los atentados o asesinatos en las redes sociales.
En resumen, cuando la coalición anti-Daesh logró derrotar al Estado Islámico territorial, el ISIS tuvo que cambiar su estrategia de acción para poder sobrevivir. En primer lugar, su estructura organizativa supo adoptar una táctica de mimetismo, dividiéndose y dispersándose por el territorio de Siria e Irak, creando pequeños núcleos capaces de operar con eficacia a nivel local. Esto permitió a la organización ocultarse a la espera de un momento más favorable para volver a actuar. Estos enclaves de Daesh siguen existiendo, aunque, gracias a operaciones llevadas a cabo principalmente por Estados Unidos, muchos de sus líderes o seudocalifas han sido eliminados.
Cuando Abu al-Hussein al-Husseini al-Qurashi fue abatido en un enfrentamiento con milicianos sirios en la región de Idlib, la organización nombró inmediatamente a su sexto líder y quinto califa: Abu Hafs al-Hashimi al-Quraishi. El patronímico hace referencia a la tribu de La Meca a la que pertenecía Mahoma[4]. «No está claro —escribe The Economist— cuánta autoridad le otorga el nombre a lo que ahora es un grupo más fragmentado y basado en pequeñas células, tras su expulsión de sus bastiones en Siria e Irak. Como todos los comandantes conocidos son objetivos prioritarios, mantienen un perfil muy bajo»[5]. Sin duda, la situación ha cambiado mucho desde que el ISIS controlaba un tercio de Siria y el 40% de Irak. La organización, aunque muy reducida y obligada a operar en la clandestinidad, todavía tiene gran influencia entre los grupos rebeldes en algunas zonas de África occidental, que continúan perpetrando actos de violencia en toda la región, y controla algunas ramas (o células) importantes en Afganistán y Siria. Basándose en datos de 2023, las agencias de inteligencia occidentales consideran que puede contar con entre 6.000 y 10.000 combatientes en la región mesopotámica y que todavía tiene muchos seguidores[6].
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En Medio Oriente, donde nació, hoy el ISIS está presente en el Jorasán afgano, donde durante años se ha enfrentado a Al Qaeda, de la que difiere tanto en el plano ideológico como en los métodos de acción, aunque a menudo ambos grupos comparten los mismos objetivos. Estados Unidos, antes de abandonar Afganistán, había encargado al gobierno talibán erradicar el movimiento islamista de la región y proteger a la minoría chií hazara, pero eso no ocurrió. Desde allí, el movimiento se ha difundido por Asia, especialmente en el Cáucaso, con la perspectiva de atacar a Occidente.
Es su presencia en la red la que en los últimos años se ha vuelto realmente invasiva, dando lugar a una suerte de guerra yihadista también en el ámbito mediático. Esto se debe a la acción de algunos miembros de los servicios secretos de Saddam Hussein, quienes, tras su caída, se unieron al ISIS. Esto permitió a la organización difundir por todo el mundo sus ideas y formas de lucha. Así se creó una especie de yihad mediática global que, a su vez, dio lugar a un nuevo fenómeno: el de los simpatizantes, que «a miles de kilómetros de distancia habían conectado con la causa de una nueva patria del radicalismo»[7]. Se trataba, y aún se trata en su mayoría, de jóvenes reclutas, más familiarizados con la red y que adhieren con mayor fervor a las ideas radicales difundidas desde el centro. En la época de la guerra afgana (2001), Al Qaeda reclutaba a sus combatientes extranjeros sobre todo entre hombres de entre 30 y 40 años, radicalizados principalmente en ambientes religiosos como las mezquitas.
Si, más allá del epifenómeno afgano, observamos las zonas de expansión del yihadismo —tanto del ISIS como de Al Qaeda—, constatamos que estas se sitúan en los vacíos que la geopolítica nos ha dejado en estos años: Medio Oriente, Yemen, Libia, el Sinaí, la franja africana del Sahel, el Cáucaso, el Cuerno de África, Somalia, Sudán y otros territorios, todos ellos países donde el Estado central es débil o ha fracasado, y donde el sistema económico es inexistente. En estos territorios, los predicadores del odio —ya sea en la red o en las madrasas— explotan la ignorancia y la pobreza de la población, la fragilidad y la corrupción de los gobiernos para propagar sus ideas e incrementar sus filas. Según ellos, cualquiera puede participar en la yihad global con cualquier medio, incluso común o artesanal (un cuchillo, un vehículo en marcha), con el fin de generar inseguridad entre los infieles. A diferencia de Al Qaeda, que exige que sus adeptos estén disciplinados tanto en la doctrina como en la acción —es necesario ser un buen musulmán para ser admitido en la guerra santa—, el ISIS recluta en masa. «Adherirse al Daesh —escribe Domenico Quirico— es convertirse automáticamente en un buen islamista; el pasado de pecador queda borrado con un solo acto; es la cosecha radical»[8]. De este modo, el joven de un suburbio marginal, el pastor analfabeto de Malí o del Cáucaso «se convierten automáticamente en héroes del Islam y tienen plaza asegurada en el paraíso»[9].
Atentados del ISIS en Occidente
El último atentado importante cometido por el ISIS en Occidente tuvo lugar a principios de este año en Estados Unidos, cuando una camioneta alquilada, conducida por un afiliado musulmán con ciudadanía estadounidense, se lanzó a toda velocidad contra una multitud que celebraba en Bourbon Street, en Nueva Orleans, matando a 15 personas y dejando casi 600 heridos. En el parachoques del vehículo utilizado en el atentado ondeaba una bandera negra del ISIS. Claramente, el terrorista —que luego fue abatido por la policía en un tiroteo— quería perpetrar una masacre en nombre de la causa del Daesh.
En la dinámica de estos atentados casi siempre hay un signo tangible que conecta el acto delictivo con el ISIS: la organización quiere reivindicar todos los ataques, ya sea mediante grabaciones previas o a través de anuncios de radicalización publicados en la red y atribuidos inequívocamente a ella. Esto con el objetivo de generar inseguridad en las sociedades occidentales y también de impedir que otras organizaciones yihadistas se atribuyan la autoría de dichos atentados. Desde la época dorada del llamado «califato del ISIS», hace casi una década, el número de atentados planificados o ejecutados por musulmanes estadounidenses ha disminuido sensiblemente: de 94 en 2015 a tres en 2023. En cualquier caso, cada atentado individual, sobre todo si el número de víctimas es elevado como en el caso de Nueva Orleans, genera miedo e incertidumbre en la sociedad estadounidense y en Occidente[10].
El método utilizado es el ya experimentado en los últimos años, desde el atentado en el paseo marítimo de Niza en julio de 2016 hasta los ocurridos en los mercados navideños de Alemania en 2024: un vehículo lanzado a toda velocidad contra una multitud reunida para un evento. Un atentado fácil de ejecutar y tremendamente eficaz en términos de víctimas. Generalmente, se trata de ataques perpetrados por lobos solitarios, y rara vez están vinculados a una célula yihadista. A menudo, los autores se han radicalizado en internet o asistiendo a una mezquita. En ocasiones, son musulmanes no particularmente devotos, pero decididos a sostener sus convicciones fundamentalistas. Suelen ser inmigrantes o refugiados cuya solicitud de asilo ha sido rechazada o que no logran integrarse en la sociedad. Esto genera un odio profundo hacia el país que los acoge, pero que al mismo tiempo los rechaza o los margina.
En Europa, el país más golpeado por los atentados yihadistas es Alemania[11]. El 13 de febrero de 2025, en Múnich, un refugiado afgano —luego detenido por la policía— embistió con su Mini Cooper una manifestación sindical, hiriendo a unas 30 personas, dos de las cuales fallecieron posteriormente[12]. Pocos días después, en la ciudad de Villach, en Austria, un joven sirio con permiso de residencia regular y radicalizado a través de TikTok, apuñaló en nombre del ISIS a un joven y dejó a otras cuatro personas heridas[13].
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Estos hechos han generado una gran preocupación entre la población, justo en un momento en que los políticos alemanes estaban discutiendo las medidas a adoptar frente a la inmigración ilegal[14]. Sin duda, el viento antimigratorio que sopla con fuerza en Europa en los últimos tiempos alimenta el odio de los lobos solitarios. De hecho, una estela de sangre acompañó todo el año 2024 en Alemania. En Baden-Württemberg, al suroeste del país, en mayo de 2024, un policía fue apuñalado por un afgano de 25 años sin antecedentes penales, que intentaba atacar una concentración antiislámica. En agosto, en Solingen (Renania del Norte-Westfalia), un sirio de 26 años mató con un cuchillo a tres personas durante una fiesta; el atentado fue reivindicado por el ISIS. En diciembre, en Magdeburgo, en Sajonia-Anhalt, un saudí con problemas mentales, refugiado en el país desde hacía 16 años, embistió con un vehículo un mercado navideño, matando a cinco personas, entre ellas un niño. Un mes después, en un parque público de la ciudad bávara de Aschaffenburg, un afgano de 27 años asesinó con un cuchillo a dos personas[15]. El último atentado tuvo lugar en Berlín, el 21 de febrero de 2025, antes de las elecciones políticas, junto al monumento del Holocausto: un joven sirio apuñaló en el cuello a un turista español. Pocos días antes, las agencias de inteligencia europeas habían lanzado una alerta sobre un llamamiento del ISIS, aparecido en los medios, a cometer atentados[16].
El otro país golpeado por los atentados del ISIS es Francia, que ostenta el récord de las masacres más feroces, como la de Niza y la de París en 2015, en el Bataclan, que causó la muerte de 130 personas y numerosos heridos. El pasado 22 de febrero, un día después del atentado en Berlín, en Mulhouse, un delincuente reincidente argelino, al grito de «Alá Akbar», mató a un turista portugués en un mercado y luego hirió a dos agentes[17].
2024: el enemigo silencioso se ha hecho sentir
El 2024 fue el año del resurgimiento del ISIS: el enemigo silencioso se ha hecho sentir. En efecto, hacía años que no se registraba un número tan alto y letal de ataques por parte de la organización, ya sea contra objetivos occidentales o contra los chiitas. El 3 de enero de 2024, dos atentados casi simultáneos en la ciudad de Kermán, en el sur de Irán, masacraron a más de 100 personas durante una ceremonia conmemorativa del cuarto aniversario de la muerte del legendario general de los Guardianes de la Revolución, Qasem Soleimani[18]. Al día siguiente, el ISIS reivindicó la masacre mediante un mensaje de audio de 34 minutos del portavoz de la organización. El discurso se centraba en la guerra de Gaza. El Estado Islámico explicaba a sus oyentes que esta guerra contra los judíos por la tierra era justa y debía ser apoyada, pero puntualizaba que tenía que ser una guerra religiosa y no debía librarse en nombre de una causa nacional.
En realidad, el ISIS nunca se ha interesado por la causa palestina desde su fundación. En particular, no quería que esa lucha (de carácter nacionalista) monopolizara la atención del mundo islámico. El ISIS no compartía la estrategia de acción de Hamás por varios motivos de índole político-religiosa: porque la lucha de esa organización se centraba en la tierra y en la defensa de la nación palestina; porque aceptaba las elecciones políticas, al igual que los infieles occidentales; y sobre todo porque el movimiento yihadista recibía dinero y armas del Irán chiita[19]. Y eso no es en ningún modo justificable, ya que para el ISIS los chiitas no son verdaderos musulmanes, sino renegados, y por tanto deben ser asesinados al igual que los judíos y los cristianos. En definitiva, el ISIS considera que la guerra contra Israel es legítima, pero desearía que se librara según sus propios principios. A pesar de estas diferencias —nada menores—, el ISIS ha instrumentalizado últimamente la causa de los palestinos de Gaza, utilizándola en su propaganda para atacar a sus enemigos.
Otro atentado especialmente letal fue el del 22 de marzo de 2024 en las afueras de Moscú. Durante un concierto, varios terroristas, probablemente vinculados al ISIS-K, armados con fusiles automáticos y cócteles molotov, irrumpieron en el Crocus City Hall, matando a más de 130 personas y dejando 180 heridos[20]. Además, durante el verano de 2024, los servicios secretos estadounidenses lograron desbaratar dos grandes complots: uno planeado para un concierto de Taylor Swift en Viena, y otro para el día de las elecciones en Oklahoma City.
Se plantea la pregunta de por qué Daesh ha pasado a la acción en este periodo. Sin duda, en los últimos tiempos no han faltado oportunidades. Tras la caída del régimen de Assad en Siria, los servicios de inteligencia estadounidenses informaron que el ISIS habría intentado aprovechar ese vacío de poder para levantar cabeza y restablecer su capacidad operativa. De hecho, durante ese periodo, los milicianos del ISIS intentaron en varias ocasiones asaltar las prisiones o campos de detención custodiados por los kurdos, donde se encuentran detenidos unos 10.000 miembros de la organización en el noreste de Siria. En esta región hay presentes 2.000 soldados estadounidenses, con la tarea de ayudar a los kurdos del Rojava a enfrentarse tanto a los yihadistas como a las fuerzas pro-turcas que intentan apoderarse del territorio. Ahora bien, si la administración Trump decidiera retirar a esos soldados, el ISIS volvería a tomar fuerza en esa zona, amenazando a Occidente como lo hizo en el pasado.
Además, la promesa de Trump de recortar los presupuestos federales podría dificultar aún más la capacidad del gobierno para recolectar información o llevar a cabo operaciones en el extranjero. «La tendencia al aislacionismo del gabinete MAGA podría también dar espacio a grupos como el ISIS o Al Qaeda para crecer en el exterior, especialmente si Estados Unidos retirara las fuerzas especiales y los instructores del ejército local que han caracterizado la estrategia antiterrorista de los últimos años»[21].
Occidente, al redirigir los fondos hacia otras prioridades, espera poner fin a la larga lucha contra el terrorismo, pero, en realidad, los terroristas continúan con su guerra.
En el Sahel —donde desde hace tiempo están presentes yihadistas de distintas afiliaciones—, algunos recientes golpes de Estado han obligado a las fuerzas francesas a abandonar Malí, Burkina Faso y Níger. También las fuerzas de paz de la ONU se han retirado de Malí. Es probable que las tropas estadounidenses abandonen pronto tanto Níger como Chad[22]. En su lugar ha intervenido la compañía de mercenarios Wagner, enviada por Rusia para apoyar a los gobiernos golpistas. Es poco probable que estos logren combatir eficazmente a los yihadistas. Un reciente informe de las Naciones Unidas advierte que estos últimos están ganando cada vez más terreno en la región, amenazando a los Estados costeros de África Occidental, y que podrían establecer, como ha ocurrido en otras ocasiones, «un santuario terrorista» desde el cual lanzar ataques tanto en África como en Occidente[23].
En estos años, el ISIS, al igual que Al Qaeda, se ha expandido sobre todo en África, en las regiones más pobres del continente, donde el poder del Estado es más débil, y ha constituido una sofisticada red de alianzas con grupos clánicos, tribales o simplemente criminales, que necesitan un referente prestigioso para perpetuar su dominio sectario. Los atentados terroristas perpetrados en estos países han causado un número elevado de víctimas. Cada año, varios miles de personas mueren en atentados terroristas reivindicados por diferentes facciones del universo yihadista.
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A. Manciulli, Il nemico silente. Presenza ed evoluzione della minaccia jihadista nel Mediterraneo allargato, Roma, Fondazione Med-Or, 2023, 5. ↑
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Ibid. ↑
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Cf. G. Di Feo, «Dai nuclei armati alla scuola di odio online la jihad riaffila le armi», en la Repubblica, 18 de octubre de 2023. ↑
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Cf. J.-M. Morel, «Daesh torna a tessere la propria tela», en Le monde diplomatique, 10 de marzo de 2024. ↑
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«Leaders of Islamic State have a short life-expectancy» en The Economist, 4 de mayo de 2023. ↑
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Cf. ibid. ↑
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A. Manciulli, Il nemico silente…, cit., 8. ↑
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D. Quirico, «Isis guerriglia mondiale», en La Stampa, 3 de enero de 2025. ↑
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Ibid. ↑
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Cf. «The Bourbon Street attack was part of a new pattern», en The Economist, 2 de enero de 2025. ↑
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Cf. D. Raineri, «Appello ai lupi solitari: l’Isis torna a incitare alla jihad in Europa», en la Repubblica, 6 de septiembre de 2024. ↑
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Cf. V. Savignano, «Auto sulla folla a Monaco in Baviera: è un attentato», en Avvenire, 13 de febrero de 2025. ↑
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Cf. M. Serafini, «Torna il terrorismo in Austria. Assalto con il coltello: un 14enne ucciso e 4 feriti», en Corriere della Sera, 16 de febrero de 2025. ↑
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Cf. U. Audino, «Lo sfregio di Monaco», en La Stampa, 14 de febrero de 2025; M. Gergolet, «Un’altra auto sulla folla. Colpita Monaco: 30 feriti», en Corriere della Sera, 14 de febrero de 2025. ↑
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Cf. U. Audino, «Gli attacchi nell’ultimo anno», en La Stampa, 14 de febrero de 2025. ↑
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Cf. L. Lucchini, «Allarme in Europa. L’accoltellatore del Memoriale voleva colpire gli ebrei», en la Repubblica, 23 de febrero de 2025. ↑
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Cf. S. Montefiori, «Attacca con un coltello la folla al mercato: una vittima. È terrorismo», en Corriere della Sera, 23 de febrero de 2025. ↑
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Cf. D. Raineri, «L’Isis rivendica il massacro in Iran e avverte: nostra la guerra santa», en la Repubblica, 5 de enero de 2025. ↑
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Cf. ibid. ↑
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Cf. D. Raineri, «La jihad del Caucaso che ora spaventa Putin distratto dall’Ucraina», en la Repubblica, 25 de enero de 2024. ↑
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«The Bourbon Street attack was part of a new pattern» en The Economist, 2 de enero de 2025. ↑
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Cf. «Beware, global jihadists are back on the march» en The Economist, 29 de abril de 2024. ↑
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Cf. L. Vidino, «Se la jihad conquista l’Africa», en la Repubblica, 11 de septiembre de 2023. ↑
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