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Ucrania, «La guerra es una locura»

A más de una semana del inicio del ataque del ejército ruso a Ucrania, resuenan las palabras del Papa Francisco: «La guerra es una locura».

El Papa expresó inmediatamente su preocupación al embajador ruso acudiendo personalmente, algo bastante inhabitual, a la sede de la embajada en la Santa Sede. Luego, durante el Ángelus del domingo 27 de febrero, Francisco dijo estar abiertamente entristecido por esta situación, en la que dos naciones que se llaman a sí mismas cristianas acuden a la guerra para resolver los conflictos. El Consejo Ecuménico de las Iglesias escribió una carta al Patriarca Kirill de Moscú pidiéndole que alzara la voz para que se detuviera la guerra. Una señal importante se produjo el 2 de marzo: un grupo de 233 sacerdotes y diáconos de la Iglesia Ortodoxa Rusa lanzó un fuerte llamado a todos aquellos de los que depende el fin de la guerra en Ucrania, que calificaron de «fratricida», pidiendo la reconciliación y el fin inmediato del combate.

Mientras las noticias de la guerra se actualizan con gran rapidez, la Santa Sede y las Iglesias locales han tomado inmediatamente medidas, tanto a nivel diplomático como de asistencia a los refugiados, que huyen del «diabólico sinsentido de la violencia», de las ciudades bombardeadas y asediadas por las tropas de Putin. Las organizaciones humanitarias hablan de más de un millón de refugiados, tanto internos como expatriados. De ellos, más de 450.000 personas – según fuentes gubernamentales polacas – han entrado ya en Polonia desde Ucrania. Otros países especialmente implicados en la ayuda a los ucranianos en estos dramáticos días son Rumanía, Moldavia, Eslovaquia y Hungría. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el flujo de refugiados podría alcanzar más de 4 millones de personas en las próximas semanas.

El Servicio Jesuita para Refugiados (JRS) ya está actuando en terreno. La organización internacional de la Compañía de Jesús, que acompaña, sirve y defiende los derechos de los refugiados y desplazados, está presente sobre todo en Leópolis, en Ucrania, en la frontera con Polonia, para ayudar y apoyar a los desplazados internos. La mayoría de los que han tenido que abandonar sus hogares pretenden llegar a la frontera polaca y a menudo necesitan apoyo o un lugar donde pasar la noche en el camino. La casa del JRS en Leópolis se está utilizando actualmente con ese fin. La casa de retiros de los jesuitas también se convirtió inmediatamente en una casa de tránsito para los desplazados.

Como mencionamos más arriba, Polonia es actualmente el país que está recibiendo el mayor número de personas procedentes de Ucrania. Muchos son acogidos por familiares y amigos, pero también hay quienes viajan a otros países de la UE. El JRS se está movilizando para facilitar el traslado de personas a través de las fronteras, así como para suministrar artículos de primera necesidad y apoyar a las personas para que encuentren un alojamiento temporal a través de ayudas para pagar el alquiler. Como apoyo adicional, se está brindando asistencia jurídica, administrativa y psicológica.

El JRS también está actuando en Rumanía, por donde transitaron 70.000 personas procedentes de Ucrania sólo entre el 24 y el 28 de febrero. Hasta ahora, sólo una pequeña minoría ha solicitado oficialmente el asilo. El JRS de Rumanía está prestando apoyo tanto en los centros de solicitantes de asilo a lo largo de las fronteras como a las personas que no están en los centros.

Por el momento, Hungría recibe un número menor de personas, incluidos los húngaros que viven al otro lado de la frontera, en Ucrania. El JRS tiene una pequeña presencia en el país y actualmente está estudiando la mejor manera de prestar sus servicios. Hungría es tradicionalmente un país de tránsito para los refugiados, pero en este caso, si el conflicto continúa, es probable que muchos ucranianos quieran quedarse.

Mientras tanto, a través de La Limosnería Apostólica, el Papa ha enviado suministros médicos a la basílica de Santa Sofía en Roma, un punto de referencia para la comunidad ucraniana: desde hace días salen de ahí camiones cargados de alimentos y productos de primera necesidad, destinados a personas que llevan días viviendo las dramáticas consecuencias de la guerra. El material llegará precisamente a Leópolis. «El Vaticano – explicó el limosnero papal, el cardenal Krajewski – está dispuesto a ayudar a los necesitados: no se fija en la nacionalidad, sino en el hombre necesitado».

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