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Un árbol salvará el mundo

Un documental sobre las heridas y la belleza de la Amazonia se alza como el último llamado de atención en vísperas de la cumbre de Glasgow – la COP26, del 31 de octubre al 12 de noviembre 2021 –, en la que los líderes mundiales están llamados a tomar medidas concretas contra los efectos negativos del cambio climático denunciados por los científicos del International panel on Climate Change.

Anamei: Los guardianes del bosque del director Alessandro Galassi, se lanza a la búsqueda y encuentra la trama que une la resistencia de los indígenas Harakbut de Madre de Dios, en la Amazonia peruana, con la profecía de la ecología integral del papa Francisco. El reencuentro de mundos y culturas que el Papa ha sabido hacer confluir, se revela al director y a los espectadores de la mano de Yésica Patiachi, una valiente profesora de Harakbut.

«Mi idea inicial – explica Galassi, entrevistado por Antonella Palermo, de Vatican News – era narrar la Amazonia a través de las radios locales de la región». «Pero todo se dio vuelta con el Sínodo – sigue Galassi. Descubrí a este Papa que invitaba a los obispos de la región amazónica para dialogar y escucharlos. Esto me fulminó. De pronto intuí la potencia del mensaje». Galassi decidió seguir el Sínodo al Vaticano, tomó contacto con personas de la comunidad indígena presentes en Roma y luego partió a la Amazonia para «ganar experiencia». Y ahí Galassi descubrió que realmente «todo está conectado», entendí «el sentido profundo de la expresión “economía integral” que había escuchado del Papa durante el Sínodo». «Todo está conectado», incluidas las vidas de los mineros en las canteras clandestinas que están destruyendo los bosques y las de las niñas convertidas en prostitutas para el placer de los mineros. «No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental», escribe el Pontífice en Laudato si’ (n. 139).

El mito de Anamei constituye el eje narrativo del documental: a Anamei se dirige el pueblo indígena Harakbut, al principio de los tiempos, para salvarse de la destrucción. Alrededor de este eje se entrelazan los testimonios de hombres y mujeres nativas con las voces de los padres sinodales, los expertos y los teólogos. Entre una intervención y otra aparecen los versos de la poeta Ana Varela Tafur, citados en Querida Amazonia, y los dibujos de niños Harakbut.

Como escribió Lucia Capuzzi en el periódico italiano Avvenire, «Anamei plantea la pregunta en plural: ¿cómo nos paramos frente a todas las Amazonias del mundo, ante el sufrimiento de los ecosistemas, de los pueblos y de los individuos? ¿Vendamos las heridas, secamos las lágrimas, recomponemos los jirones de espíritu, o pasamos de largo?

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