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El Papa León XIV recibe a La Civiltà Cattolica

Audiencia del papa León XIV a La Civiltà Cattolica, 25 de septiembre de 2025 (© Vatican Media)

El jueves 25 de septiembre de 2025, el Papa León XIV recibió en audiencia, en la biblioteca privada del Palacio Apostólico, al p. Arturo Sosa S.I., Prepósito General de la Compañía de Jesús, y al p. Nuno da Silva Gonçalves S.I., director de «La Civiltà Cattolica». Tras este coloquio, en el Aula del Consistorio, el Pontífice se encontró con el Colegio de escritores junto a los demás padres de la comunidad de jesuitas, la comunidad de religiosas y los colaboradores de la revista y de la comunidad. Con ocasión de este encuentro, el Colegio de escritores quiso ofrecer al Santo Padre una recopilación de escritos sobre san Agustín aparecidos en la revista a lo largo de los últimos setenta años.

A continuación, el mensaje del papa León XIV, las imágenes y el video íntegro de la audiencia.

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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡La paz esté con ustedes!

¡Buenos días y gracias por la paciencia!

A pocos meses del inicio del Pontificado, me alegra acogerlos a ustedes, miembros del Colegio de escritores y colaboradores de la revista La Civiltà Cattolica. Saludo al Prepósito General, que amablemente nos acompaña en esta audiencia.

Este encuentro tiene lugar en el 175º aniversario de la fundación de La Civiltà Cattolica. Aprovecho, pues, la ocasión para dar las gracias a todos ustedes por el servicio tan fiel y generoso que durante tantos años han prestado a la Sede Apostólica. Su trabajo ha contribuido —y sigue contribuyendo— a hacer presente a la Iglesia en el mundo de la cultura, en sintonía con las enseñanzas del Papa y con las orientaciones de la Santa Sede.

Alguien ha definido su revista como «una ventana al mundo», valorando su apertura; y, en efecto, una de sus características es saber acercarse a la actualidad sin temor a afrontar sus desafíos y contradicciones.

Podemos señalar tres áreas significativas de su labor sobre las que detenernos: educar a las personas en un compromiso inteligente y activo en el mundo, dar voz a los últimos y ser anunciadores de esperanza.

En cuanto al primer aspecto, lo que ustedes escriben puede ayudar a sus lectores a comprender mejor la compleja sociedad en la que vivimos, evaluando sus potencialidades y debilidades, en la búsqueda de aquellos «signos de los tiempos» a cuya atención nos ha invitado el Concilio Vaticano II (cf. Const. past. Gaudium et spes, 4). Y esto les permitirá aportar contribuciones válidas, también en el ámbito político, sobre temas fundamentales como la equidad social, la familia, la educación, los nuevos desafíos tecnológicos y la paz. Con sus artículos, ustedes pueden ofrecer a los lectores instrumentos hermenéuticos y criterios de acción útiles, para que cada uno pueda contribuir a la construcción de un mundo más justo y fraterno, en la verdad y en la libertad. Como decía san Juan Pablo II, el «papel de la Iglesia, que ustedes están llamados a amplificar y difundir, es el de proclamar el evangelio de la caridad y de la paz, promoviendo la justicia, el espíritu de fraternidad y la conciencia del destino común de los hombres, premisas indispensables para la construcción de la auténtica paz entre los pueblos» (Discurso a la comunidad de la revista La Civiltà Cattolica, 22 de abril de 1999, 4).

Esto nos lleva al segundo punto: hacerse voz de los más pobres y de los excluidos. El papa Francisco escribió que, en el anuncio del Evangelio, «hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24 de noviembre de 2013, 195). Hacerse voz de los pequeños es, por tanto, un aspecto fundamental de la vida y de la misión de todo cristiano. Ello exige, ante todo, una gran y humilde capacidad de escuchar, de estar cerca de quien sufre, para reconocer en su grito silencioso el del Crucificado que dice: «Tengo sed» (Jn 19,28). Solo así es posible ser un eco fiel y profético de la voz de quien está en la necesidad, rompiendo todo círculo de aislamiento, de soledad y de sordera.

Y llegamos al tercer punto: ser mensajeros de esperanza. Se trata de oponerse al indiferentismo de quienes permanecen insensibles ante los demás y su legítima necesidad de futuro, así como de vencer la desilusión de quienes ya no creen en la posibilidad de emprender nuevos caminos; pero sobre todo de recordar y anunciar que, para nosotros, la esperanza última es Cristo, nuestro camino (cf. Jn 14,6). En Él y con Él, en nuestro caminar ya no hay callejones sin salida ni realidades que, por duras y complicadas que sean, puedan detenernos e impedirnos amar con confianza a Dios y a los hermanos. Como escribió Benedicto XVI, más allá de los éxitos y los fracasos, yo sé que «mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiadas en el poder indestructible del Amor» (Carta enc. Spe salvi, 35), y por ello encuentro todavía y siempre el valor de obrar y de seguir adelante (cf. ibid.). Este es un mensaje importante, especialmente en un mundo cada vez más replegado sobre sí mismo.

Queridísimos, al concluir quisiera recordar las palabras que el Papa Francisco les dirigió, poco antes de dejarnos, con ocasión del inicio oficial de su “jubileo de fundación”: «Los animo —escribía— a proseguir en su labor con alegría, mediante el buen periodismo, que no se adhiere a otro bando que no sea el del Evangelio, escuchando todas las voces y encarnando aquella dócil mansedumbre que hace bien al corazón» (Mensaje al director de La Civiltà Cattolica en el 175.º aniversario de su publicación, 17 de marzo de 2025: L’Osservatore Romano, 2 de abril de 2025, p. 5).

Y en otra ocasión dijo, refiriéndose al nombre de su revista: «Una revista es verdaderamente “católica” solo si posee la mirada de Cristo sobre el mundo, y si la transmite y la testimonia» (Discurso a la comunidad de La Civiltà Cattolica, 9 de febrero de 2017).

He aquí su misión: captar la mirada de Cristo sobre el mundo, cultivarla, comunicarla, testimoniarla. Compartiendo plenamente las palabras de mi difunto Predecesor, nuevamente les agradezco, les aseguro mi recuerdo en la oración y los bendigo de corazón. ¡Gracias!

El video íntegro de la audiencia:

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